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Aixa de la Cruz: «Todo lo que nos contamos sobre lo que somos es una ficción»

En su última novela, «La línea del frente», la autora vasca explora cómo fue crecer en Euskadi en los años 90

El selfie que Aixa de la Cruz dedica a ABC Cultural A. C.
Inés Martín Rodrigo

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Sus intereses como escritora.

Expurgar mis obsesiones. Cada dos o tres años cambio de foco. Se me mete una idea en la cabeza y es como un estribillo que se repite en bucle. Para que pare, necesito dejarlo por escrito. Me han perseguido mi adolescencia, la música, la representación de la violencia, el país en el que nací… Y por cada fijación temática, he dejado un libro.

¿Y como lectora?

Busco voces que me hagan sentir menos alienada, constatar que no soy la única que mira el mundo de forma raruna.

¿Sobre qué temas escribe?

La representación de la violencia, los detonantes de la locura y la construcción de la identidad se han plasmado en casi todo lo que he escrito en los últimos años.

¿Dónde ha publicado hasta ahora?

Publiqué «Cuando fuimos los mejores» con Editorial Almuzara, «De música ligera» en 451 Editores, y mis últimos dos libros, «Modelos animales» y «La línea del frente», en Salto de Página.

¿Y con cuáles de sus criaturas se queda?

Con varios relatos de «Modelos animales», porque me sigo viendo en ellos, y con la tesis que, casi sin darme cuenta, surgió de «La línea del frente»: todo lo que nos contamos sobre lo que somos y lo que deseamos es una ficción, pero no tiene nada de malo que lo sea.

Supo que se dedicaría a esto desde el momento en que…

Desde que publiqué mi primera novela, con 19 años, y al instante me sentí muy avergonzada por el texto, y mi reacción fue seguir escribiendo para resarcirme en lugar de tirar la toalla.

¿Qué perfiles tiene en redes sociales?

Twitter, Instagram y Facebook, aunque esta última plataforma la uso cada día menos.

¿Qué otras actividades relacionadas con la literatura practica?

Imparto talleres literarios, escribo una columna mensual sobre asuntos de género y, como parte de mi labor académica, realizo autopsias a textos narrativos de toda índole, pero sobre todo a series de televisión.

¿En qué está trabajando justamente ahora?

Le doy vueltas a un proyecto en el que intento aunar ensayo y autoficción para hablar de temas relacionados con el feminismo, pero necesito vacaciones.

¿Cuáles son sus referentes?

Le he dado muchas vueltas a esta preguntay me he decantado por citar los libros que me hicieron querer escribir. «Cumbres borrascosas» de Emily Brontë, «Cosmos» de Witold Gombrowicz, «La insoportable levedad del ser» de Milan Kundera y «El extranjero» de Albert Camus están entre las lecturas que más me marcaron cuando aún no era escritora.

¿Y a qué otros colegas de generación (o no) destacaría?

Destacaría a muchos, porque me parece que la generación que componen los autores nacidos entre 1978 y 1988 es muy talentosa y variada. Hay propuestas de todo tipo, sin temas o estéticas que amalgamen y reduzcan el panorama. Por mencionar unos pocos, los que a bote pronto me vienen a la cabeza: Cristina Morales, Juan Gómez Bárcena, Katixa Agirre, Matías Candeira, Iván Repila, Guillermo Aguirre y Nere Basabe. Fuera de las fechas que he citado, pero cercanos a mi generación, soy muy fan de Jon Bilbao, Alberto Olmos y Unai Elorriaga, y ahora mismo estoy leyendo con mucho interés la novela de Edurne Portela Mejor la ausencia.

¿Qué es lo que aporta de nuevo a un ámbito tan saturado como el literario?

No sé si es posible aportar algo nuevo. Como mucho, se aportan visiones personales sobre los mismos temas de siempre. En este sentido, me gustaría que mi última novela, «La línea del frente», arrojara luz sobre cómo fue vivir en Euskadi para aquellos que nacimos a finales de los 80, los que no sufrimos los años de plomo y apenas recordamos el asesinato de Miguel Ángel Blanco y, sin embargo, nos sentimos profundamente marcados por el contexto que nos legaron nuestros padres.

¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer como escritor para sobrevivir?

Todavía no está muy claro si «he sobrevivido» como escritora. Durante los últimos años he dependido de la Universidad del País Vasco y, ahora, quién sabe.

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