La escritora Paula Porroni
La escritora Paula Porroni - ARMSTRONG BRUZZONE
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Paula Porroni: «Las redes sociales son espacios más bien tóxicos, de narcisismo, competencia y distracción»

Nacida en Buenos Aires en 1977, pero residente desde hace tiempo en Londres, acaba de publicar «Buena alumna», su primera novela

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¿Cuáles son sus intereses como escritora?

Quiero escribir bien, en el filo del sentimiento.

¿Y como lectora?

Espero de un libro que me deje una marca. Que me revele otras formas de ver y estar en el mundo. Que me produzca extrañeza. Me gustan los libros donde hay alguna clase de riesgo formal y un trabajo sobre el lenguaje y el ritmo.

¿Sobre qué temas suele escribir?

Más que un «tema», en lo que estoy enfocada ahora es en el aspecto más fenomenológico de la experiencia y, sobre todo, en cómo escribir el cuerpo: mi cuerpo en toda su ajenidad, pero también el de otras formas de vida. En «Buena alumna», pensé la escritura del cuerpo sobre todo en relación a la disciplina.

Mientras escribía, subí el volumen de ciertas exigencias sobre el cuerpo que circulan en el presente, toda esa serie de tareas de infinito autoperfeccionamiento, y dejé que por un tiempo ese ruido, esas ideas me atravesaran por completo. Además pienso bastante en la destrucción del mundo natural y en cómo escribir esa devastación. Pero también me importa que en lo que escribo haya cierta belleza, aunque sea una belleza cruel.

¿Dónde ha publicado hasta el momento?

Editorial Minúscula.

¿Con cuáles de sus «criaturas» se queda?

Con mi novela «Buena alumna» y con un cuento, «Ojales», que escribí hace poco, sobre una madre y sus hijas costureras. Con la novela, porque es lo primero que quise publicar, y con el cuento, porque siento que me abrió la puerta hacia otras posibilidades de escritura.

Supo que se dedicaría a esto desde el momento en que…

Desde que era chica. Desde que comencé a pasarme veranos enteros leyendo y no me dormía sin escribir en mi diario. La literatura siempre estuvo presente en mi vida, y es lo que le da alguna clase de sentido y dirección.

¿Cómo se mueve en redes sociales?

Las redes sociales ya no me parecen muy interesantes. Quizá en algún momento lo fueron, pero ahora me parecen espacios más bien tóxicos, de narcisismo, competencia y distracción.

¿Qué perfiles tiene?

Tengo una cuenta de Facebook.

¿Cuenta con un blog personal?

No.

¿Qué otras actividades relacionadas con la literatura practica?

Correr. Mientras corro, sobre todo en espacios naturales, visualizo e intento resolver los problemas que la escritura me va presentando.

¿Forma parte de algún colectivo/asociación/club?

En un sentido estricto, supongo que no.

¿En qué está trabajando justamente ahora?

En un libro ilustrado con el artista Federico Minuchin y en la traducción de una serie de cartas del escritor y naturalista W.H. Hudson.

¿Cuáles son sus referentes?

Siempre releo a Jane Bowles, porque fue hasta el final en todo, en la escritura y en la vida. Pero no estoy segura de tener referentes; o sí los tengo, pero enseguida los traiciono y los cambio. Mientras escribía la novela, hubo una serie de libros a los que volví una y otra vez: «Buenos días, medianoche», de Jean Rhys; «El gran cuaderno», de Agota Kristof; «La pianista», de Elfriede Jelinek; «Proleterka», de Fleur Jaeggy; «Thérèse e Isabelle», de Violette Leduc; «Las trompetas de Jericó», de Unica Zürn; «Lord», de João Gilberto Noll; «Impuesto a la carne», de Diamela Eltit; y «El desierto y su semilla», de Jorge Barón Biza. Debo haber visto clips de ciertas escenas de «Sonata de otoño», de Ingmar Bergman, unas cincuenta veces. Pero ahora ya estoy leyendo y buscando otras cosas.

¿Y a qué otros colegas de generación (o no) destacaría?

Me gustó la escritura de «La débil mental», de Ariana Harwicz. También la de «Nancy», de Bruno Lloret.

¿Qué es lo que aporta de nuevo a un ámbito tan saturado como el literario?

Es muy temprano para decirlo, recién estoy construyendo mi obra. Pero si mi libro tiene alguna novedad, tal vez tenga que ver con el hecho de que es un poco más crudo, y se aleja de ese tono melancólico que permea mucho de la literatura del presente. Eso, y que pensé en bastante profundidad cómo escribir la relación entre las fantasías de autocontrol, perfección, y la violencia sobre el cuerpo. (Al margen, no estoy segura de que el ámbito literario esté saturado. Siempre hay resquicios, grietas.)

¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer como escritora para sobrevivir?

Nunca hice nada demasiado excéntrico, aunque sí muchas cosas aburridas. Porque vivo en Londres, una de las ciudades más caras del mundo, llevo una vida bastante frugal, y el dinero, como en mi novela, es una preocupación permanente.

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