Una columna de humo sale de un área de la ciudad kurdosiria de Kobani, asediada por los yihadistas del Estado Islámico. :: UMIT BEKTAS/ REUTERS
MUNDO

Turquía bombardea la tregua con los kurdos

Los milicianos reprochan a Ankara la falta de apoyo a los miembros de esa minoría aislados en la ciudad siria de Kobani Erdogan lanza sus aviones contra la guerrilla del PKK, que considera «tan terrorista como el EI»

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La tregua pactada hace casi dos años entre el Partido del Kurdistán de los Trabajadores (PKK) y Turquía vive sus momentos más tensos. La aviación turca bombardeó posiciones del grupo kurdo, incluido en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea y Estados Unidos, en la zona de Daglica, provincia de Hakkari, fronteriza con Irak e Irán, según informó el diario Hurriyet. Un ataque que, según fuentes militares citadas por este diario, habría llegado en respuesta a los hostigamientos de los últimos días por parte del enemigo. A lo largo de esta jornada concluye el ultimátum del líder del PKK, Abdulá Ocalan, a Ankara para «reactivar el proceso de paz», y este bombardeo, unido a la situación en la ciudad kurdosiria de Kobani, afectan directamente al mantenimiento de una negociación que los dirigentes turcos se han comprometido en público a mantener hasta el final.

Tres décadas de conflicto interno y más de 40.000 muertos son una herida difícil de cerrar. Tras la consecución de esta última tregua en marzo de 2013 los milicianos del PKK se retiraron de suelo turco, pero la frustración por la falta de pasos adelante por parte de Ankara y la negativa a abrir un corredor para ayudar a Kobani habría empujado al grupo a variar la estrategia para intentar presionar al presidente Recep Tayyip Erdogan, para quien «el PKK es tan terrorista como el EI».

La resistencia en Kobani está en manos del Partido de la Unión Democrática (PYD), el brazo sirio del PKK, lo que aumenta el recelo por parte turca al envío de ayuda y armas, aunque esto suponga el avance del Estado Islámico (EI) hasta su misma valla fronteriza desde la que ya se ven las bandera negras de la yihad. En las últimas horas los milicianos kurdos habrían logrado avanzar y retomar el control de una colina a las afueras Kobani.

Con la ayuda de los ataques aéreos de la alianza han logrado frenar el avance islamista que desde hace más de tres semanas aspira a hacerse con este enclave kurdo ante la pasividad de Turquía que se ha limitado a desplegar sus tanques y blindados en la frontera, pero no coopera con los kurdos sino que detiene a todos aquellos que cruzan la valla y sospecha que puedan ser milicianos. La última petición internacional a Erdogan llegó del presidente de Francia, François Hollande, para quien Turquía «debe absolutamente abrir su frontera» para que a través de ese país «o de otras vías» se pueda apoyar a los grupos que se enfrentan a los yihadistas.

El drama de los refugiados

Turquía bombardea a su eterno enemigo kurdo, pero no hace lo mismo con el EI. Tampoco parece claro que la alianza pueda usar sus bases para hacerlo tal y como reflejó el último cruce de declaraciones entre Washington y Ankara. Los turcos exigen la exclusión aérea al norte de Siria y la creación de una «zona segura» para garantizar el retorno de los cientos de miles de refugiados antes de meterse en la guerra, pero la coalición no es capaz de cumplir estas peticiones.

Las divisiones en el seno de la alianza provocan que la inmensa mayoría de los ataques sean de Estados Unidos -los últimos centrados de nuevo contra refinerías del EI-, que golpea por igual en Siria e Irak. El resto de socios se ciñe casi exclusivamente a suelo iraquí, donde el grupo yihadista no parece resentirse demasiado y asegura haber logrado el control de la ciudad de Hit, en la provincia de Anbar, lo que ha provocado un nuevo desplazamiento interno de más de 180.000 civiles, según la ONU.

Hit contaba con unos 300.000 residentes antes de los combates entre el EI y las milicias chiíes que representan al Gobierno de Bagdad tras el descalabro del Ejército este verano, y albergaba además a 100.000 refugiados de otras áreas de Irak afectadas por el conflicto, según el organismo internacional. Desde que a comienzo de año los islamistas se hicieron fuertes en Ramadi y Faluya, las dos principales ciudades de la provincia, más de 400.000 personas se han visto obligadas a escapar en busca de un lugar seguro, muchas de ellas optaron por la región autónoma kurda, la zona más estable del actual Irak y donde no hay problemas étnicos ni religiosos.

Mientras tanto, Bagdad sigue sufriento atentados terroristas que aumentan la fragilidad del Gobierno en plena guerra contra el EI. Al menos 21 personas murieron ayer y otras 65 resultaron heridas en un ataque con coche bomba perpetrado contra un puesto de control de las fuerzas de seguridad en un barrio chií de la capital. La explosión se produjo en un acceso al distrito de Al-Kazemiya, en el norte de la ciudad, donde el lunes perecieron otras diez personas en un ataque suicida.

También el lunes murieron otras nueve personas por una explosión en un mercado popular y otro estallido cerca de un concesionario, en dos barrios del este de Bagdad, igualmente de mayoría chií. Los atentados contra objetivos chiíes y fuerzas de seguridad se han intensificado en Irak en los últimos años y coinciden actualmente con enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y los yihadistas del Estado Islámico.