Kurdos procedentes de Siria y de Turquía, durante la oración del viernes en la zona fronteriza entre los dos países, cerca del enclave de Kobani. :: ARIS MESSINIS / AFP
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La ONU pide evitar otro Srebrenica

Naciones Unidas exige a Erdogan que permita entrar a voluntarios kurdos para impedir una masacre de civiles en Kobani

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La ONU se sumó a la presión de la alianza sobre Turquía para frenar el avance islamista en Kobani, donde los combatientes del Estado Islámico (EI) habrían logrado hacerse en las últimas horas con «el 40%» de la ciudad kurdosiria pese a los bombardeos de la coalición, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. El enviado especial de Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura, pidió a Ankara la apertura de un corredor para «la entrada de voluntarios y de sus equipamientos a la ciudad para que contribuyan a la operación de defensa propia» y así «evitar una matanza».

Mistura se refirió especialmente a los 700 civiles, la mayoría de avanzada edad, que permanecen en el casco urbano y «serían masacrados» en caso de que se impongan los islamistas. Junto a estos ciudadanos, «otros 12.000» han salido de sus casas y se han desplazado a la zona de la valla más próxima a Turquía tras el último avance yihadista. El diplomático sueco, que ha tomado el testigo de Lajdar Brahimi en el encargo diplomático, recordó los sucedido en Srebrenica y advirtió de que «si no actuamos ahora, todos, incluyendo Turquía, lamentaremos haber perdido la oportunidad de detener al Estado Islámico y enviar una señal de que esto no puede continuar».

La mención a la matanza de más de 8.000 musulmanes en una operación de limpieza étnica en Bosnia en 1995 basta para estremecer a la comunidad internacional. «¿Recuerdan Srebrenica? Nosotros sí. Nunca la hemos olvidado y probablemente jamás lleguemos a perdonarnos por ello», lamentó De Mistura en referencia a la inacción internacional que permitió la mayor matanza de civiles en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

La petición de la ONU, sin embargo, no conmovió a Turquía, que sigue con la frontera sellada y hasta el momento sólo permite la llegada de refugiados, no la entrada de refuerzos. El inicio de bombardeos de la alianza a comienzos de semana en el entorno de Kobani, y ayer en la misma ciudad, obligó a los yihadistas a cambiar de estrategia y de forma de moverse pero, a diferencia de las unidades de defensa kurdas, mantienen una línea de suministros desde Raqqa, su bastión sirio, y Alepo que les ha permitido reponerse y que la alianza ha sido incapaz de cortar desde mar y aire.

El EI habría incluso logrado hacerse con el control de un complejo de seguridad, en el este de Kobani, donde hay varios edificios pertenecientes a la administración autónoma del enclave y las fuerzas kurdas. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, los yihadistas han empezado a colocar en sus vehículos banderas kurdas para engañar a los aviones de la coalición. Usarían además motocicletas para trasladar municiones y burlar los bombardeos que apuntan al armamento pesado y los carros de combate de los extremistas.

El Pentágono viene reconociendo que los ataques aéreos «no ayudan por sí solos» y que se necesitan fuerzas «competentes» sobre el terreno. Por eso, Washington, como la ONU, intenta presionar a Turquía para que se implique más en la lucha contra un EI que, si cae Kobani, va a instalarse en su misma frontera. Dos meses después del inicio de las operaciones para frenar su avance fulminante por Irak y Siria, los islamistas parecen haberse adaptado al nuevo estilo de guerra y avanzan en Kobani, pero también en la provincia iraquí de Anbar.

Violencia callejera brutal

Un equipo militar estadounidense viajará la próxima semana a Ankara para mantener contactos con responsables militares turcos e intentar desbloquear la situación. Turquía exige una «zona de seguridad con exclusión aérea» en suelo sirio y un plan a largo plazo para derrocar al presidente, Bashar el-Asad, antes de ordenar cualquier movimiento a sus tropas. De momento sólo Francia apoya estas medidas.

El malestar entre la población kurda del país -unos 15 millones- continúa provocando graves protestas callejeras y una violencia brutal que se ha cobrado en sólo tres días al menos 38 muertos, la mayoría en choques entre seguidores del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) -incluido en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea y EE UU- e islamistas turcos. Los enfrentamientos se registran en todo el país, sobre todo en el suroeste, también en grandes ciudades como Estambul y Ankara, donde los antidisturbios se emplean a fondo y hay cientos de detenidos.

Más de 180.000 civiles han huido en las últimas tres semanas del cantón de Kobani, uno de los tres que componen el Kurdistán sirio junto a Yazira y Efrén. Turquía impone su propia agenda a la de la alianza porque el PYD, principal partido kurdo en Siria, está vinculado al PKK. Tres décadas de guerra interna pesan en la estrategia de Ankara que, a pesar de mantener una tregua desde hace más de un año, tiene ahora sobre la mesa el ultimátum del Abdulá Ocalan, el líder encarcelado del PKK, que vincula el futuro de Kobani al del proceso de paz.