Inmigrantes subsahariano acampados en el monte Gurugú de Marruecos. / J. Blasco de Avellaneda
EL DRAMA DE LA INMIGRACIÓN

La caldera de Melilla

SEOLUANE (MARRUECOS) Actualizado: Guardar
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Las Fuerzas Auxiliares marroquíes, conocidas como la Mejhannía, llevan dos noches peinando los campamentos de inmigrantes que se extienden por el monte Gurugú y las colinas que bordean la ciudad de Seoluane, en la provincia nororiental de Nador.

La mayor parte de los más de 1.000 subsaharianos que malvivían en ellos permanecen escondidos por los alrededores en cuevas y zonas más escarpadas o han decidido marcharse por su propio pie hacia lugares más seguros dentro de la misma provincia, como Driouch o Tistoutine.

Algunos, como Amine, un joven camerunés, prefieren caminar durante cuatro días para refugiarse en los campamentos de Oujda, junto a la frontera con Argelia, hasta que remita la presión policial: "Allí estaré más seguro y será más fácil encontrar compañeros y comida", señala. Ha permanecido más de dos años en el monte y asegura haber entrado a Melilla en dos ocasiones y en ambas fue expulsado de nuevo a suelo marroquí por la Guardia Civil, a través de una puerta del vallado fronterizo.

Por su parte, Seydou, un adolescente que huyó de Malí hace ya casi tres años, asegura que algunos miembros de las fuerzas marroquíes subieron al monte durante el pasado fin de semana para avisar a los subsaharianos de que si no se iban de allí iban a ser desalojados por la fuerza durante las batidas: "Es la primera vez que avisan. Normalmente vienen y arrasan con todo, durante la noche. Nos persiguen, nos pegan y nos quitan los móviles, las mantas, la comida. A veces disparan e incluso queman los campamentos", cuenta este maliense que ha decidido permanecer en el bosque pese a las advertencias.

Las organizaciones que trabajan con los inmigrantes a ambos lados de la frontera hispano marroquí denuncian la brutalidad con la que se realizan estas redadas que por el momento han dejado varios heridos, uno de ellos de gravedad. Este jueves ingresaba en el Hospital Hassani de Nador un chico con una fractura de mandíbula y varios dientes arrancados de cuajo. Además, los traslados a Rabat para su posterior deportación podrían ya contarse por cientos, según diversas ONG.

Respuesta a los saltos

Las redadas en los asentamientos de subsaharianos en el norte de Marruecos son habituales, pero las macroredadas nocturnas realizadas de forma orquestada y por la fuerza suelen darse después de un toque de atención a Marruecos por parte de España y la Unión Europea.

Durante el mes de julio de 2013, después de una fuerte presión migratoria y tras la visita del rey Juan Carlos I a Rabat, las incursiones contra inmigrantes en el Gurugú y alrededores dejaron cinco muertos, según cifras oficiales, más de 400 heridos y en torno al millar de deportados.

En esta ocasión, el uso de la fuerza viene en respuesta a los intentos de entrada de los pasados días 6 y 7 de febrero, en los que 1.400 inmigrantes, según datos de la Delegación del Gobierno en Melilla, intentaron acceder a la ciudad autónoma divididos en varios grupos de entre 200 y 600 personas.

Mientras la representación gubernativa en Melilla denuncia una "intensa, incesante y extrema" presión migratoria sobre el perímetro fronterizo que separa la ciudad autónoma del reino alauí, organizaciones como Pro Derechos de la Infancia (Prodein) creen que desde las instituciones "se exageran las cifras" y que "no se puede alarmar a la población asegurando que un grupo de inmigrantes va a 'asaltar' la valla de Melilla, sólo porque se han captado imágenes de ellos a dos kilómetros de la ciudad".

Esta organización se ha unido al manifiesto publicado por varias entidades defensoras de los derechos humanos en Marruecos y que denuncia "la violencia extrema y las violaciones del derecho de los inmigrantes, relacionadas con el control de fronteras en Ceuta y Melilla". Dicha misiva, que relata la vulneración de derechos de los migrantes y las prácticas ilegales desarrolladas por las fuerzas españolas y magrebíes, ha sido entregada este jueves en persona a José de Carvajal Salido, embajador de España en Marruecos, con la intención de que la haga llegar al Ministerio del Interior.