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Irán: El extraño desenlace

La segunda ronda de negociaciones sobre el programa nuclear de Irán termina sin acuerdo

MADRID Actualizado: Guardar
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Súbitamente, con el mundo diplomático, político y periodístico asumiendo que el acuerdo nuclear con Irán era un hecho, llegó la sorpresa en la frontera del sábado con el domingo. No hubo firma, los ministros de Exteriores de las grandes potencias reunidos para la ocasión desaparecieron con rapidez, con la excepción del francés, Laurent Fabius, quien fue el protagonista del evento.

Esta es una sorpresa dentro de otra, porque no había indicio alguno de que París tuviera una posición particular ni mucho menos discrepante de la acordada hasta la extenuación por el “G-5+1” (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania) y que expresa desde hace años Catherine Ashton. La UE y la jefa de Política Exterior de la UE vivían una ocasión de oro para acabar con la tesis de que su puesto es, para decirlo cortésmente, amortizable. París se encargó, contra todo pronóstico, de confirmarlo….

La obligada cortesía y, sobre todo, la corrección política han impedido cualquier mención en la gran prensa (no en las redes sociales de Internet) al hecho de que Fabius es judío y la avalancha de reproches que recibe por su condición de dinamitador del arreglo pretenden buscar otras explicaciones más coherentes. Desde sopesar un muy próximo viaje del presidente Hollande a Israel hasta un guiño de simpatía político-comercial a Arabia Saudí, el gran adversario regional de Irán y al que Francia entiende seguir vendiendo gran cantidad de equipo militar.

Israel se invitó a la reunión

Lo cierto es que Israel, indirectamente, se invitó a la reunión, tras haber denunciado la posibilidad del arreglo y de que, un poco más secamente de lo que los usos diplomáticos indican, su primer ministro, B. Netanyahu, pidiera públicamente a Obama que no firmara lo que él describió como un error histórico. Su ministro para los asuntos de las comunidades judías (y también de Comercio, Trabajo y más cosas), el indispensable Naftalí Bennett, se ha dirigido a la diáspora judía en todo el mundo pidiéndole acción social, política y didáctica contra todo acuerdo nuclear con Irán.

La comunidad norteamericana había emprendido, de la mano de Abraham Foxman, una gran campaña que solo una sesión con Obama en la Casa Blanca ya en vísperas de la sesión de Ginebra, pudo moderar tras reafirmar el irrompible compromiso con la seguridad de Israel. Obama llamó a Netanyahu y el Secretario de Defensa, Chuck Hagel (que algo sabe del poder del lobby israelí en USA, que boicoteó y consiguió demorar cuanto pudo su nombramiento) reiteró tal compromiso… pero no bastó: a través de interposita persona, Israel pudo estropear la fiesta.

Hay que añadir que la Casa Blanca tendrá dificultades, si finalmente hay acuerdo para seis meses de prueba, para aliviar el programa de sanciones comerciales y financieras a Irán. Su aprobación dependió del Congreso, donde los pro-israelíes son mayoritarios, y el presidente deberá hacer prodigios para vender el producto, aceptado por el mundo entero. Asimismo la UE y, en concreto, Catherine Ashton pierden: Fabius hizo de portavoz, salió el primero de la reunión final mientras John Kerry se desdibujaba físicamente… Un escenario raro, un desenlace inesperado y un Fabius-estrella anunciando, además, que la próxima reunión, el día veinte, será a nivel de directores políticos (subsecretarios) no de ministros. Todo imprevisto y anómalo: Washington desautorizado por París y el mundo, perplejo…