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Muere Dolores Aguirre, figura fundamental de la ganadería

Mujer culta y viajera, hablaba inglés, francés y alemán, y compartió su pasión por los toros con su marido, el banquero y reconocido gastrónomo Federico Lipperheide

MADRID Actualizado: Guardar
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"Mis toros son para valientes". No mentía Dolores Aguirre cuando confesaba su pasión por el mundo del toro, una afición que le cautivó y a la que dedicó todo su tiempo en las últimas décadas. La ganadera, natural de Berango, ha fallecido esta tarde a las 16.30 horas en su finca sevillana de Constantina. Aguirre, la 'Dama de hierro' del campo bravo español cumplió 78 años el pasado 30 de marzo, Sábado Santo. Tras encontrarse indispuesta el pasado domingo, doña Dolores -así se la conocía en el planeta del toro- fue trasladada desde su finca, 'Dehesa Frías', hasta el hospital de la localidad sevillana de Constantina. Poco después de diagnosticarle un derrame cerebral masivo, la ganadera vizcaína entró en coma, estado en el que ha permanecido hasta el momento de su muerte.

Aunque sus morlacos fueran anunciados por última vez en la plaza de toros de Vista Alegre en el año 2002, Dolores Aguirre conoció las mieles del éxito en 'su' plaza. No en vano, en la temporada de 1998, un encierro de su propiedad fue distinguido por la Junta Administrativa del coso bilbaíno como el más completo de las Corridas Generales. Además, el astado de nombre 'Mascarito' obtuvo el trofeo Club Cocherito 'al toro más bravo' del abono. Con todo, el verdadero feudo de doña Dolores fue Pamplona y la internacional Feria del Toro. También Madrid, donde sus reses ofrecieron significados triunfos a Pepín Liria, José Pacheco 'El Califa' y otros muchos de los toreros denominados 'legionarios del toreo'.

Mujer de carácter y arrolladora personalidad, Dolores Aguirre fue una adelantada a su tiempo. Seguidora acérrima del maestro Antonio Ordóñez y primera dama admitida como socia del Club Cocherito, Dolores Aguirre inició su aventura en el campo bravo en 1977. Enamorada del porte y comportamiento 'a más' de los toros de procedencia Atanasio Fernández, no tardó la ganadera en adquirir al Conde de la Corte dos sementales, 'Alí' y 'Tamarís', determinantes en el feliz transcurrir de su vacada.

Poca amiga de la coba, Dolores siempre se rodeó de una selecta y reducida nómina de amigos y aficionados con los que analizaba 'descarnadamente' el juego de sus astados. Bilbaína de pro, la insigne criadora de toros de lidia ejerció su vehemente bilbaínismo hasta sus últimos días. Elegante embajadora de las excelencias de nuestra tierra, Dolores abrió las puertas de su finca y plazas de tientas a todos los toreros del escalafón. Y a todos los aficionados. Su clase natural le impidió hacer distinciones de ningún tipo entre los diestros de oro y los simpatizantes de la Fiesta.

Mujer de palabra, Dolores nunca dio un paso atrás. Ni siquiera en las más difíciles mañanas de Las Ventas, los reconocimientos veterinarios le traían por el camino de la amargura. Fueron los nervios su punto débil y la razón por la que, en ocasiones, en vez de ocupar su localidad en las catedrales del toreo –Madrid, Sevilla, Pamplona y Bilbao- decidió echar mano de una valeriana para presenciar el juego de 'sus niños' a través de la televisión. Triste día para la afición bilbaína. Y para Vista Alegre. Hoy un poco más huérfana. Descanse en paz.