Dave Brubeck. / Archivo
A LOS 91 AÑOS DE EDAD

El jazz pierde la mágica frescura de Dave Brubeck

El legendario pianista y compositor, intérprete de ‘Take five’ y líder del ‘Dave Brubeck Quartet’, muere un día antes de cumplir 92 años

MADRID Actualizado: Guardar
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Para ser alguien el mundo de jazz hay que enfrentarse antes o después a ‘Take five’, la pieza que convirtió en mito a David Brubeck. El legendario compositor y pianista falleció este miércoles, un día antes de cumplir 92 años y privando al jazz de la magia y la frescura de una música que marcó toda una época e influyó a varias generaciones de jazzmen. Su manager, Russell Gloyd, confirmó que Brubeck murió a causa de un fallo cardíaco en el hospital de la localidad de Norwalk, en Connecticut. «Fue inesperado. Preparábamos una gran fiesta para el domingo ya que mañana iba a cumplir 92 años», dijo Gloyd.

Toda una leyenda del jazz y de la cultura popular estadounidense, Brubeck estaba considerado uno de los más grandes e influyentes pianistas y compositores del jazz. Fue el fundador y el alma de no menos mítico ‘The Dave Brubeck Quartet’, conformado en 1951 y responsable de ‘Time Out’. Aparecido en 1959, este celebérrimo disco incluía ‘Take five’, escrita por el saxofonista Paul Desmond, interpretada por Brubeck y primer álbum de jazz que consiguió vender más de un millón de copias. Ha sido desde entonces uno de los más despachados en la historia del género.

La vasta discografía de Brubeck se abrió en 1949 y se cerró en 2010 con más de un centenar de discos en los que alternó composiciones jazzísticas y sinfónicas. Una lista que se engrosara a buen seguro con las grabaciones inéditas o poco conocidas que afloren tras su muerte. ‘Blue Note’, catedral neoyorquina del jazz, expresó su «profundo pesar» por la muerte de Brubeck, recordó su última actuación en el mítico club en junio de 2010 y aseguró «que su legado es un ejemplo para el futuro».

Brubeck se había baqueteado siete décadas antes en auditorios universitarios, para formar el cuarteto y grabar sus primeros discos con el sello ‘Fantasy’. Sus años dorados fueron las décadas de los cincuenta y los sesenta, en los que se mantuvo al frente del cuarteto que colideró con Paul Desmond. Consagrado en unos pocos años, Brubeck fue en 1954 el segundo jazzmen vivo que aparecía en la portada de la revista ‘Time’. Era el prime jazzmen blanco en lograrlo, después de Louis Armstrong, que había sido portada en 1949. En 1968, formó nuevo cuarteto con el saxofonista Gerry Mulligan y a partir de 1972 comenzó a presentarse con dos de sus hijos como ‘Two Generations of Brubeck’.

Éxito global

En la década de los setenta su éxito fue global y se sucedieron las giras mundiales por los grandes festivales internacionales de jazz y los premios. Alcanzó tal popularidad en Europa y Asia que se acuñó la broma de que cuando Washington tenía que arreglar algún problema en esos continentes enviaba a Brubeck como embajador.

Junto a ‘Take five’ interpretó clásicos del jazz como ‘Blue Rondo a la Turk’ o ‘In your own sweet way’. Pero ‘Take five’ es junto a ‘Summertime’ uno del estándar del jazz al que se han enfrentado todos los grandes del género, ya sea vocal, instrumental u orquestal, de Miles Davis a Charlie Parker, pasando por Al Jarreau, George Benson o Tito Puente. Además de ser uno de los temas más versionados de la historia del jazz, es uno de los más saqueados, utilizado en infinitud de banda sonoras, anuncios, convenciones, acontencimientos deportivos y toda suerte de eventos públicos.

Californiano de nacimiento, David Warren Brubeck vino al mundo el 6 de diciembre de 1920 en Concord. Creció queriendo ser un ranchero como su padre y con el plan de convertirse en veterinario. Acabaría atrapado por la música cuando ingresó en la Universidad del Pacífico en Stockton. Fusilero del ejército estadounidense en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, después de escuchar al coronel tocar el piano, se integró en una banda militar. Confesó a la revista Time que una ocasión la banda atravesó sin saberlo las líneas enemigas para ofrecer un concierto en plena batalla de las Ardenas.

De vuelta a casa se convertiría en uno de los más visibles miembros de una notable e innovadora generación de músicos blancos que desde la Costa Oeste renovaron el jazz aportándole una alegra frescura que contrastaba con los estilos más oscuros de Nueva York, Nueva Orleans, Chicago o Filadelfia, ciudades en cuyos tugurios sonaba un jazz más desgarrado y vinculado al blues.

Su abecederario

El abecedario compositivo de Brubeck bebía de patrones clásicos y ni dudó en tomar elementos y estructuras del vals y de otros ritmos y paisajes sonoros más propio de salas de concierto que de garitos de jazz. No en vano Brubeck había estudiado bajo la tutela del compositor francés Darius Milhaud, uno de los más grandes de la música clásica del siglo XX, en el Mills College de Oakland, unos míticos cursos por los que también pasarían Burt Bacharach y Philip Glass. En su catálogo hay dos ballets, una comedia musical, ‘The Real Ambassadors’, realizada con su cuarteto y en colaboración con la orquesta de Louis Armstrong, cantatas, una misa y varias obras orquestales y sinfónicas y un sinfín de piezas para piano.

Anclado en el éxito, jamás dejó de componer piezas para formaciones de jazz más pequeñas siempre fiel al estilo que lo llevó a la fama: utilización del contrapunto, polifonía y experimentación de ritmos. Educado en una familia presbiteriana y convertido luego al catolicismo, muchas de sus composiciones fueron temas religiosos. En 1987 escribió una composición coral para la misa pública del papa Juan Pablo II en San Francisco.

Todo un gigante de la música americana, la Biblioteca del Congreso lo nombró ‘leyenda viva’ y universidades estadounidenses, de Canadá, Gran Bretaña y Alemania le otorgaron doctorados honoris causa. Tocó en la Casa Blanca para presidentes estadounidenses y dignatarios extranjero. En 1988 tocó en Moscú durante la cumbre entre Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov. Bill Clinton le otorgó en 1994 la Medalla de las Artes y Barack Obama le entregó en 2009 el premio Kennedy. Casado y padre de seis hijos, todos músicos, obtuvo un Grammy en reconocimiento a toda su carrera y contaba con una estrella en el paseo de la fama de Hollywood.