Mitt Romney, feliz tras el rescate. / Afp
análisis

El éxito de Romney

El debate estuvo íntegramente dedicado a la economía, el único aspecto en el que el aspirante republicano es percibido como más apto

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Hay casi unanimidad: Mitt Romney ganó el primer debate electoral con el presidente Obama. Por puntos, pero lo ganó: activo, bien preparado, fue más incisivo y hábil que el presidente, a quien interrumpió a menudo. El campo republicano toma aire y la conclusión es que, en una competición que va ganando Obama, todavía “hay partido”.

Otra cosa es que, como escribió de inmediato Greg Sargent en “The Washington Post”, si bien “fue sin duda alguna una buena noche para Romney no está claro si producirá el gran cambio que necesita”. Así es, sobre todo si se recuerda que el debate es el primero de tres y estuvo íntegramente dedicado a la economía, el único aspecto, aunque central, en el que el aspirante republicano es percibido como más apto para gestionar.

Concretamente el moderador, un acreditado periodista de la TV pública PBS, Jim Lehrer, de 78 años, había propuesto a la comisión independiente de debates que se tratará específicamente sobre “economía, sanidad pública y papel del gobierno”. Aceptado el menú, hubo indicios de que a Romney le venía bien y podría ganar. Y lo hizo.

Hacienda pública, coste del gobierno

Desde que el Tribunal Supremo, por un voto, el de su presidente, consideró que la vasta reforma de la cobertura sanitaria para acoger a unos 30 millones de americanos más es constitucional porque de hecho es “un impuesto más”, los republicanos cambiaron algo su táctica y en vez de proponer su segura revocación, que requeriría ganar no solo la presidencial, sino las legislativas, la convirtieron en un sumando más de un gasto público que tienen por inmanejable.

Ese fue la noche pasada el momento cumbre de Romney, cuando dijo, mencionando a España como un mal ejemplo, que no es posible que mantener la administración se lleve el 45 por ciento del presupuesto una cifra a la que se acercan los Estados Unidos. La deuda pública, por lo demás, va a llegar pronto a los 17 billones de dólares (no es superfluo recordar que “billón” en España es todavía un millón de millones) y que acaba de sobrepasar el monto del PIB.

Algo sin precedentes y para lo que el equipo de Obama también tiene un plan porque nadie en su sano juicio propone ya sostener el crecimiento económico sobre un incremento permanente de la deuda nacional. Que este mensaje ha calado explica la decisión de Romney de escoger al diputado Paul Ryan (quien también mantendrá un debate este mes con Joe Biden) como su vicepresidente. Ryan es descrito como un “halcón fiscal”…

La estrategia obamista

Todos los especialistas, incluidos los del muy obamista “The New York Times” reconocen que Romney ganó y se explican mal por qué Obama recordó “al profesor que fue y ha vuelto”, escribe Adam Nagourney, en vez de al gran encantador que fue hace cuatro años. Poco brillante y a la defensiva, ni siquiera se quejó de lo que algunos observadores imparciales describen como interrupciones de Romney debieron ser corregidas por el moderador. Más plano que de costumbre, el presidente parecía deseoso de terminar, aunque no cometió el célebre error de un predecesor suyo: mirar el reloj…

Esto podría ser, en definitiva, una estrategia porque los dos debates que restan, el 16 de octubre en Nueva York con preguntas del público y el 22 en Florida sobre política exterior parecen mucho más prometedores para el presidente. En efecto, si Romney es tenido en los sondeos por más capaz de cortar el creciente “coste del gobierno” Obama le aventaja abiertamente en asuntos exteriores y seguridad internacional.

El equipo de Obama habría considerado, además, el calendario: el recuerdo de eventuales victorias de Obama, sobre todo si la obtiene en Florida a solo quince días del voto, estará más reciente, más fresco en la memoria de los electores. Hoy por hoy, tras el éxito de Romney, solo queda esperar si será duradero y alterar duraderamente el rumbo de los sondeos. Ahora mismo esperamos ya saber si en los cruciales “estados vacilantes” (reducidos ya a seis: Colorado, Florida, Ohio, Pensilvania, Virginia y Wisconsin) Romney puede ganar. Un minuto antes del debate ganaba Obama…