ANÁLISIS

Turquía/Siria: la contención

Erdogan no dispone, y tal vez le sorprende, de la unanimidad nacional en la respuesta al lanzamiento de un obús que mató a cinco personas

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Un obús sirio -Damasco reconoce su "error", ha pedido disculpas y enviado sus "sinceras condolencias"- mató ayer miércoles a cinco miembros de una familia turca en la frontera con Siria.

La emoción fue lógicamente elevada, el tono social se enardeció, el ejército turco respondió de inmediato en dos tandas que causaron bajas y… el Gobierno pidió y obtuvo de inmediato una autorización del parlamento para llevar eventualmente a cabo operaciones militares en suelo sirio "si lo estimaba necesario".

Pero si la mayoría absoluta del AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) del primer ministro Erdogan aseguró su adopción con 320 votos a favor, casi toda la oposición, y desde luego el partido central, el socialdemócrata Republicano del Pueblo votó en contra: 129 votos. El hecho es muy relevante en días de emoción nacional y cuando se podía esperar un cierre de filas…

La oposición lleva meses criticando la gestión oficial de la grave crisis con Siria y que su líder, Kemal Kiliçdaroglu, acusa al Gobierno de una utilización partidista del conflicto y, en concreto, de suscitar un desasosiego pre-bélico y, lo que es peor, de estar gestionando mal el conflicto desde el punto de vista de la seguridad nacional, sobre todo por no haber previsto la aparición en escena del factor kurdo sirio, hábilmente manejado por Damasco.

'Realpolitik' contra emoción

Siria hizo algo de su parte: aunque dijo que tiene bajo investigación el incidente aceptó que parece responsable, presentó sinceras disculpas, mandó un pésame oficial y prometió que no se repetirá. La parte turca, a través del viceprimer ministro Besir Atalay y de Ibrahim Kalin, un consejero político de Erdogan, hicieron saber claramente que Turquía no desea una guerra con Siria ni está pensando tal cosa.

Hay pocas dudas de que los socios de Turquía en la OTAN han sugerido también moderación, al hilo de lo que parece visión norteamericana de la compleja crisis, en la que parece haber adoptado un tono menor.

Tal y como enfatizaba el martes en Estambul, donde participaba en un seminario de su especialidad (el lobby israelí en los Estados Unidos) el profesor John Mearsheimer dijo que Washington "ha dado un paso atrás en lo de Siria" (…) y que "se equivocó en sus pronósticos, como se equivocó Turquía". Se supone que alude a la prudencia visible con que el gobierno americano sigue la crisis aparentemente por temor a un desbordamiento que la convierta en un inmanejable conflicto regional.

La decepción de los rebeldes

La 'realpolitik', sin embargo, postula, incluso sin quererlo, la congelación del conflicto, incluida la parálisis de la ONU por la impávida negativa ruso-china a toda intervención exterior. Todo esto desmoraliza y complica la acción emprendida por los socios explícitos de los rebeldes, Qatar, Arabia Saudí y la propia Turquía.

La rebelión cuenta desde hace tiempo con un protagonismo turco en la crisis porque se da por hecho que, tras fracasar en agosto del año pasado con su meticuloso plan de arreglo político presentado en vano en Damasco por el influyente ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu, Ankara cambió de carril y optó por ayudar materialmente a los insurgentes: abrió su frontera a cien mil sirios y dio facilidades logísticas a los rebeldes, para decirlo suavemente.

Todo eso parece ahora en cuestión… porque Erdogan no dispone, y tal vez le sorprende, de la unanimidad nacional. Tal es, solo 24 horas después de producirse, el escenario creado por un obús y cinco bajas que parecieron por un instante destinados a alterar rápida y fuertemente el escenario. No ha ocurrido tal cosa y eso es una noticia y no de las menores. Aparentemente, todo sigue igual…