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Los cooperantes regresan a Tinduf

Rechazan los recelos del Ministerio de Asuntos Exteriores y recuerdan que la ayuda internacional es vital para la supervivencia de casi 200.000 personas

BILBAO Actualizado: Guardar
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Una treintena de representantes de asociaciones de apoyo al pueblo saharaui y cooperantes de varias ONG viajarán hoy a los campamentos de Tinduf (Argelia). Lo hacen semana y media después de que el Gobierno español, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, evacuase de la zona a doce cooperantes ante lo que el titular del departamento, José María García-Margallo, calificó como "riesgo inminente y severo de acciones terroristas" por parte de radicales islámicos. Ahora, este grupo de simpatizantes con la causa saharaui regresan al desierto con un doble objetivo: primero, demostrar que los campamentos son seguros; y segundo, continuar con los proyectos de cooperación internacional sin los cuales estaría en riesgo la vida de "casi 200.000 refugiados".

Iñaki Markiegi, presidente de la ONG vasca Mundubat, incide en este último aspecto ya que los campamentos están emplazados en "un territorio muy hostil", de modo que "en un 95%" sus habitantes viven gracias a la ayuda humanitaria que reciben del extranjero. Mundubat envía a dos personas en el grupo que hoy partirá hacia este enclave del Sahel, donde se integran otros cinco cooperantes vascos pertenecientes a otros colectivos.

¿Hay temor en el grupo ante las advertencias del ministerio? "La situación es cada vez más tensa, más conflictiva", admite Markiegi, y se resolvería con "un referéndum de autodeterminación, si acabase la colonización: los saharauis se irían a su tierra y se terminaría el conflicto". Como eso no parece que vaya a ocurrir a corto plazo, quienes apoyan a este pueblo deben "tener mucha precaución" y ajustarse a las normas de seguridad que les marcan las propias autoridades saharauis.

Las alarmas se encendieron con el secuestro, el pasado mes de octubre en los campamentos de Tinduf, de Ainhoa Fernández, Enric Gonyalons y la italiana Rossella Urru. Los dos españoles fueron liberados en julio tras nueve meses de cautiverio, después del pago de un rescate cuya cuantía Exteriores no ha revelado. Desde entonces, las autoridades saharauis incrementaron notablemente las medidas de seguridad. Sin embargo, la sorpresa llegó hace diez días, cuando Exteriores evacuó de manera precipitada a doce cooperantes españoles ante el riesgo, dijeron desde el Ejecutivo español, de nuevas acciones terroristas. Esta actuación fue duramente contestada por las ONG y por el Frente Polisario, que gobierna la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD), ya que ponía en riesgo la red solidaria que opera como sustento para los miles de refugiados.

Dos días después de aquella evacuación, las organizaciones no gubernamentales anunciaron que regresarían al desierto, y hoy cumplen con esa voluntad. A lo largo de los próximos días, más cooperantes pondrán rumbo hacia Tinduf para continuar con la labor humanitaria que llevan décadas desarrollando.

"No hay peligro"

también es cierto que parte de la comitiva que esta mañana sale hacia los campamentos tiene como principal objetivo "manifestar nuestra solidaridad con los saharauis. Pese a los esfuerzos por aislarles, queremos demostrarles que vamos a seguir allí", dice Jesús Garay, alavés y miembro de la Asociación de Amigos y Amigas de la RASD, que ayer preparaba la maleta. ¿Hay inquietud ante la advertencia de Exteriores de que podría haber infiltrados islamistas en los campamentos? "Eso no tiene ningún fundamento. En Argelia lo desmienten y en Francia dicen que tampoco tienen ninguna información en ese sentido". Pero, sobre todo, "nosotros nos fiamos al cien por cien de las autoridades saharauis: allí tenemos muchos amigos, gente conocida, y nos dicen que no hay peligro", asegura Garay.

La seguridad la pone el Frente Polisario, que tras el secuestro redobló esfuerzos y, salvo ese episodio, "en 37 años no ha habido ningún incidente". De hecho, no son pocos los cooperantes que ven hasta exageradas las precauciones con las que se les trata en los campamentos, donde se controla de manera minuciosa sus desplazamientos, hay prohibición expresa de moverse fuera de los controles... "Son muy estrictos", resume Garay.