luto en el mundo de la música

Muere a los 93 años la cantante Chavela Vargas

La legendaria artista mexicana de origen costarricense ha fallecido a causa de una insuficiencia respiratoria

MADRID Actualizado: Guardar
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La vida tardó en otorgar a Chavela Vargas sus satisfacciones más gratificantes. A una edad en la que muchos se jubilan la cantante mexicana pudo ascender los últimos escalones del Olimpo de la canción. Un lugar en el que se mantuvo hasta la implacable visita de la parca que, tras mucho rondarle, estableció su definitiva cita con esta mujer de armas tomar y voz de áspero dulzor a los 93 años. Casi un siglo en el que cupieron un montón de vidas y un puñado de fintas a la dama de la guadaña. En la memoria colectiva permanecerá su inconfundible imagen de madurez, sola y seria sobre el escenario, ataviada con un jorongo (poncho) y un pantalón, con su bronca y singularísima voz caldeada por un tequilazo para cantar a amores rotos e imposibles.

Chavela Vargas murió en el hospital de Cuernavaca en el que llevaba varios días ingresada poco después de su regreso a México desde España, donde recibió un cálido homenaje y un sufrió un achuchón de salud que ya hizo temer por su vida. Padecía una bronconeumonía de la que no pudo recuperarse. Había viajado a Madrid a primeros de julio para presentar 'Luna grande', un disco dedicado a la poesía de Federico García Lorca, y sus memorias, 'Dos vidas necesito. Las verdades de Chavela'. Ofreció un recital de una hora con Martirio y Miguel Poveda, un esfuerzo notable que le pasó factura. Dos días después ingresaba en una clínica que no abandonaría hasta el 21 de julio para descansó en la Residencia de Estudiantes donde se fraguó hace años su idilio con Lorca.

Isabel

De alma mexicana, María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano, Chavela para el mundo, nació en San Joaquín de Flores (Costa Rica), el 17 de abril de 1919. Con tres años contrajo la polio y tras una niñez "muy angustiosa" llegó a México en los años treinta del siglo pasado. Era apenas una adolescente e inició su andadura cantando acompañándose con su guitarra en las calles del Distrito Federal. En el que sería su país de adopción grabó en 1961 su primer disco y desarrolló el grueso de una carrera marcada por los altibajos. La cimentó sobre temas como, 'Macorina', 'Un mundo raro', 'La llorona', 'Paloma negra', 'Volver, volver', 'Los ejes de mi carreta', 'Cuando tú te hayas ido', 'Que te vaya bien', 'Amanecí entre tus brazos', 'Un mundo raro', 'Piensa en mí', 'Luz de luna', 'Cartas marcadas', 'Golondrina de ojos negros' o 'Santa' de Agustín Lara. Canciones que 'la voz de México' convirtió en emblemas y que registró en más de ochenta discos.

Destacó en la muy masculina ranchera y fue pionera en la interpretación femenina de boleros. Pero su verdadera catapulta fue 'Macorina', un tema que grabó en Cuba, donde Chavela permanecería un par de años.

A Chavela siempre le gustó recordar en sus conciertos cómo el compositor José Alfredo Jiménez y su esposa la descubrieron. Era una cría que cantaba mendigando unas monedas en una esquina de Insurgentes, una de las principales avenidas de Ciudad de México. José Alfredo y aquella jovencita de poderosa y rugosa voz se convirtieron en amigos inseparables hasta la muerte del compositor.

La muerte de su mentor le dejó sumida "en una soledad extraña", según explicó ella misma cuando la capital mexicana organizó en 2009 un gran homenaje y la convirtió en Ciudadana Distinguida. "Chavela supo vivir como le dio la gana, en una época en la que a nadie sabía darle la gana", apuntó entonces el fallecido escritor Carlos Monsiváis, quien la acompañó sobre el escenario del legendario Teatro de la Ciudad durante casi dos horas de gala.

Legendaria

La vida de Chavela Vargas ha sido tan legendaria como su voz. Su dependencia del alcohol, su abierta homosexualidad en un país de machos remachos y su amistad con algunas de las figuras más relevantes de la cultura mexicana del siglo XX -trató muy de cerca a Frida Kahlo y Diego Rivera en sus años mozos- le confirieron un singular halo.

Tras hundirse en el pozo del alcohol y la depresión, renació para el mundo de la mano del cineasta Pedro Almodóvar y del cantautor Joaquín Sabina, que pusieron de nuevo en valor su voz y su repertorio. Su penúltima resurrección llegó en los noventa. Tras un largo período de silencio, tequila y mezcal, Chavela volvió a los escenarios con una gira en España y nuevas grabaciones de los temas que se hicieron clásicos en su particular voz. Canciones eternas como 'La llorona', 'Piensa en mí', 'Cruz de olvido' y 'El último trago', con los que abarrotó escenarios míticos como el Olimpia de París y el Carnegie Hall de Nueva York.

"A mí me odian los dioses porque sigo aquí, quién sabe qué comí, pero no me muero", dijo en tono de broma en marzo pasado al presentar el disco en homenaje a García Lorca en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México. La acompañaron en el escenario la mexicana Eugenia León, la española Martirio y la sobrina del poeta, Laura García Lorca.

"He atravesado mares y cielos, siempre tranquila, esperando darles la mano. Bienvenidos los poetas, los cantantes, nosotros le damos fuerza a los versos de los poetas y a los silencios de las canciones", explicaba la propia Chavela Vargas al presentar a primeros de julio en Madrid sus memorias, fruto de una extensa y franca conversación de la periodista y escritora mexicana María Cortina.

Ella misma calculó que había ingerido mas de más de 40.000 litros de tequila en un vida azarosa y plagada de miedos y complejos. En medio de sus excesos llegó a interpretar tres veces 'La llorona' en un mismo recital. La única vez que subió a un escenario sin su jorongo, ataviada con traje de noche y tacones, no pudo cantar.

Celos y pistolas

El apelativo de 'Chavela pistolas' refleja sus años más negros en los que, se dice, llegó a disparar al público desde un escenario e hizo la vida imposible a su amantes con épicos ataques de ira y celos. Arruinada y olvidada, en los ochenta halló refugio en un pisito próximo al monasterio benedictino de Ahuatepec, cerca de Cuernavaca. Alejada de la botella en 1990, regresó a los escenarios ofreciendo una vez a la semana un largo recital en 'El Hábito', una pequeña sala de Coyoacán.

El cineasta alemán Werner Herzog viajó a Cuernavaca en 1991 para pedirle que interpretara en 'Grito de piedra' a una indígena. Pedro Almodóvar incluye ese mismo año en la banda sonora de 'Tacones lejanos' el tema 'Piensa en mí' cantado por Luz Casal. Almodóvar recurriría de nuevo a canciones de Chavela en 'La flor de mi secreto' y 'Carne trémula' y Joaquín Sabina compuso para ella 'Bulevar de los sueños rotos'. Con estos embajadores, Chavela viajó a España pare recibir reconocimientos y homenajes. En el 1993 volvía a los escenarios españoles y grababa dos discos. Se hospedó en la Residencia de Estudiantes en una de las habitaciones que acogieron a un Federico García Lorca. "Habría dado la vida por conocerlo" dijo.

Arropada de nuevo por Almodóvar, en 1996 presentó en Madrid 'Somos'. Tras recorrer escenarios de todo el mundo, en 1997 Chavela elige Madrid para iniciar su enésima despedida de los escenarios que la llevaría un mes después a Barcelona y por último a México para instalarse en Tepoztlán, un pueblo serrano a una hora del bullicioso DF donde ha pasado los últimos años.

En agosto de 2000 sufriría un infarto, pero tres meses más tarde se presentaba en Caracas. En enero de 2001 se sometió una delicada operación en México lo que no le impediría actuar un mes después en Buenos Aires. Y es que desde que dijo adiós al alcohol y el tabaco se cuidaba mucho. Hacia ejerció a diario, levantaba pesas y caminaba cinco kilómetros. Su recuperada salud le permitió ganar el Grammy Latino en 2007 y saltar en paracaídas ochenta años cumplidos.