ANÁLISIS

Mubarak: Veredicto y política

El ex presidente ha sido condenado a cadena perpetua por ordenar la represión policial que se cobró 800 vidas durante las protestas que forzaron su salida de Egipto

MADRID Actualizado: Guardar
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Por razones de calendario -la decisiva elección presidencial en Egipto en dos semanas- la sentencia en el juicio seguido a Hosni Mubarak y un puñado de acusados más se había convertido en un arma políticamente temible y se puede creer que los jueces que le han condenado a cadena perpetua no han podido dejar de ponderarlo.

Por lo demás, el veredicto, cadena perpetua para él y su ministro del Interior, es el previsto por la mayoría de observadores, incluido uno de mucho peso, el potente candidato presidencial de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, quien dijo: “me gustaría ver a Mubarak de por vida en prisión” … Un telegrama en toda regla a los magistrados.

Por lo demás, los medios jurídicos habían adelantado el argumento del prudente tribunal: resultaría técnicamente imposible probar que el rais dio la orden de disparar contra la muchedumbre en enero del año pasado y, por tanto, no podría ser condenado a muerte.

El inconveniente es que idéntico argumento podría ser utilizado en el caso del ministro del Interior, Habib al-Adli, quien, entonces, no podía ser el cadáver alternativo que, supuestamente, esperaba o exigía una parte del público. Y, en pura coherencia, también se le ha impuesto la reclusión a perpetuidad.

Los hijos y la corrupción económica

Más sorprendente parece la absolución de los hijos del presidente depuesto, Alaa y Gamal, multimillonarios acusados de graves cargos de corrupción, pero también aquí hay ciertos detalles aclaratorios. Apenas hace unos días, el miércoles pasado, un tribunal hizo saber que serán juzgados por el delito de manipulación bursátil para enriquecerse en el caso del banco al-Watany.

Los medios políticos vieron el oportuno anuncio como un intento de equilibrar la decepción social producida por una eventual absolución. La pareja, pues, no se va a casa tranquilamente y, además, aún aparecerán sus nombres cuando se vaya al fondo del asunto capital del acuerdo de venta de gas a Israel, que parece haber sido una fuente inagotable de sobornos y comisiones.

En este contexto ya hay un adelanto: la condena en marzo pasado a 15 años de cárcel (en ausencia) del amigo íntimo de la familia presidencial Hussain Kamel, de 79 años, propietario de la “Compañía de Gas del Mediterráneo” y que, por cierto, reside en Madrid donde pelea contra la petición de extradición enviada desde El Cairo.

El fondo electoral

Casi nadie esperaba, aunque algunos la desearan ardientemente, una ejecución. Mubarak tiene 84 años y poca salud, aunque vive bien cuidado en semilibertad en el mejor hospital privado de la ciudad. Es peliagudo imaginar la escena del rais caminando hacia el suplicio… y más si se recuerda que, contra pronóstico, uno de sus fieles y antiguo ministro y (efímero) primer ministro, el general Ahmed Shafik, es el adversario de Mursi en la presidencial.

Así leída, un poco en clave judicial, política y moral a un tiempo, la sentencia puede resultar relativamente digerible cuando se la inserta en el dinámico e inesperado umbral de la elección presidencial del día 16. Los hijos de Mubarak, imprudentemente, hicieron saber en seguida que la familia al completo había votado por Shafik quien, como puede, está repitiendo que con él no volverá el viejo régimen y que la revolución está a salvo.

Si los jueces han podido, y eso es técnicamente fácil, demorar un poco la sentencia para no hacerla coincidir con la campaña y no lo han hecho será porque podría ser juzgada como pasable. No contenta a todos, pero no es escandalosa y, en todo caso, no tiene el poder de alterar a fondo el escenario político-electoral, muy saneado con la abolición el jueves del perenne estado de excepción, el que permitió todas las tropelías del viejo régimen…