Análisis

Siria «dice aceptar»...

Damasco ha hecho saber a Kofi Annan que admite su plan de seis puntos para encarrilar el conflicto

MADRID Actualizado: Guardar
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El servicio de noticias en inglés de Al Yazeera ponía unas curiosas comillas al verbo "aceptar" cuando comunicaba que Damasco había hecho saber a Kofi Annan que acepta su plan de seis puntos para encarrilar el conflicto y el diario francés Le Monde transcribía el comunicado del portavoz Ahmed Fawzi con la fórmula "Siria dice aceptar el plan".

Dos ejemplos que traducen algo más que desconfianza sobre lo que está sucediendo pero así, en crudo y sin matices, lo cierto es que Siria asume el plan de Annan, que estaba volando de Pekín a Bagdad mientras el gobierno sirio comunicaba su sí, y que ahora falta saber si lo hará la oposición armada y/o política.

Un testimonio de primera mano pero cuyo nivel de genuina representación política lo dio un miembro de la ejecutiva del 'Consejo Nacional Sirio', Bassma Kodmani, quien dijo que "aunque con cautela, dan la bienvenida a la aceptación del plan por el régimen". En las horas previas se habían recogido, en cambio, muchos testimonios del Consejo y otras expresiones opositoras hostiles a lo que tienen por una oportunidad del régimen para "seguir ganando tiempo".

Objetivos modestos

Como buen mediador y diplomático veterano, Annan hizo propuestas que podían ser aceptables para los dos bandos, pero dio una satisfacción completa al gobierno sirio (y a sus protectores ruso y chino) al reclamar una solución siria y entre sirios. Técnicamente, el Consejo Nacional Sirio no discute conceptualmente la aproximación de Annan, pero sabe que en Damasco lo instrumentalizan para denunciar todo intento de armar a la oposición desde el exterior.

La aparente modestia de los objetivos de Annan enfatizan lo humanitario (pide un alto el fuego de dos horas al día para aportar asistencia médica a las áreas castigadas) pero es exigente con la petición de fin de las operaciones militares al gobierno con retirada de tropas de las áreas críticas y autocontención correspondida por la oposición, medidas de apaciguamiento no precisadas pero que deben "crear un clima favorable a la creación de un diálogo político nacional"…

Son objetivos aparentemente modestos y, por tanto, hacederos. Y por eso no incluyen, porque no pueden incluirla, la reivindicación central de la rebelión: la marcha de Bashar al-Assad. El presidente ha hecho adoptar por referéndum en enero una nueva Constitución que liquida el papel del Baas como partido único de hecho y “guía de la nación”, pero le permite la reelección por dos periodos más… excepto que él no se presentara dentro de dos años, cuando habrá elecciones presidenciales.

El escenario árabe

No está claro a quien se le ocurrió recurrir al acreditado Annan y la iniciativa fue una sorpresa en la primera 'Reunión de países amigos de Siria' en Túnez el 24 de febrero… pero no parece arriesgado suponer que la idea tuvo por lo menos el aval de Washington, donde una retórica oficial muy severa, a cargo sobre todo de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, se acompaña en realidad de un acomodo oficial a las fórmulas que combaten una eventual internacionalización del conflicto.

Los árabes, que ayer empezaron en Bagdad su 'cumbre' anual, lo que explica la presencia allí de Annan, quien venía de recibir un apoyo explícito de China, evolucionan lentamente hacia posiciones menos categóricas y el trío belicista y activo (Arabia Saudí-Qatar-Libia) parece compensado con las tibieza (Jordania-Argelia-Iraq), el tono menor y distanciado (Egipto), la hostilidad (Líbano y Sudán) y la desaparición de hecho (Palestina).

Annan descubrió esto de inmediato y optó aún más claramente por ganar tiempo, parar la matanza y ver de evitar dos cosas: a) una guerra civil abierta; b) un agravamiento que rebasaría las fronteras sirias y, con la ayuda del Hezbollah y el Irán podría incendiar el Oriente Medio como un todo, algo que Washington ve como una pesadilla y que en Israel sopesan con una mezcla de ansiedad e impotencia.

En efecto, también allí, donde el ministro de Defensa, Ehud Barak, dijo que la caída de Bashar al-Assad "es solo cuestión de tiempo" se reevalúa la situación y se recomienda ahora, como en medio mundo, la socorrida fórmula de “esperar y ver”… Eso es, realmente, lo poco que permite hoy la situación.