Los recortes en Europa

Italia, bajo presión

Las agencias de calificación amenazan con degradar la deuda italiana. Roma plantea un nuevo plan de austeridad de 43.000 millones de euros con el que aspira a rozar el equilibrio presupuestario en 2014. A los recortes previstos para 2011 y 2012, por importe de 25.000 millones de euros, se añaden ahora medidas como aumentar en la edad de jubilación, menos gastos en sanidad o reducir los salarios de los ministros.

España, el tijeretazo

Ha emprendido reformas en el mercado laboral y en el sistema bancario, promoviendo la fusión de cajas de ahorro, debilitadas por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Adoptó un plan de rigor para reducir el déficit público del 9,2% alcanzado el año pasado a 6% este año y a 3% en 2013. Entre las medidas más impopulares figuran la reducción en un 5% de los sueldos de los funcionarios y la congelación de las pensiones.

Reino Unido y el sector público

Londres adoptó el plan más severo de entre todos los grandes países industrializados desde el inicio de la crisis financiera. su objetivo, como en casi todos, era eliminar el déficit público en los años que restan hasta 2015. El programa combina una reducción de los gastos del Estado y de las administraciones locales, aumentos de impuestos y la destrucción de más de 300.000 puestos de trabajo en el sector público. Apenas ha habido contestación social a los ajustes.

Irlanda, otra víctima del rescate

La UE y el FMI concedieron a la isla en 2010 un plan de rescate de 85.000 millones de euros. Dublín se ha comprometido a tomar medidas para sanear sus cuentas públicas, reformar su economía y reestructurar sus bancos, devastados por la crisis de las hipotecas basura. El déficit público se disparó al 32% del PIB el año pasado, por la decisión del gobierno de asumir en su presupuesto las deudas de los bancos privados. El ejecutivo quiere este año reducirlo al 10,6% del PIB.

Francia y las pensiones

La más impopular de las medidas adoptadas por el Ejecutivo de Nicolas Sarkozy para adaptarse a los tiempos de vacas flacas ha sido la reforma de las pensiones. De acuerdo con la nueva ley, la edad mínima para la jubilación pasa de los 60 a los 62 años. Las medidas tomadas por el Ejecutivo de París desataron una oleada de protestas. Manifestaciones multitudinarias y en ocasiones violentas que, sin embargo, no lograron cambiar el programa de Sarkozy.