Portada del nuevo disco de Beyoncé. / Ap
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El torbellino Beyoncé lo apuesta todo al '4'

La artista que ha convertido su nombre en una de las marcas más rentables publica disco dispuesta a no dejarse pisar por las divas rivales

MADRID Actualizado: Guardar
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Aún no ha cumplido los 30 años y de ella se puede decir algo similar a lo que apuntó el entrenador del Real Madrid, José Mourinho, en relación con Cristiano Ronaldo: si detuviese aquí su carrera y no vendiese un solo disco más, no rodase ninguna otra película ni prestase su imagen a ninguna otra empresa comercial, el análisis de su trayectoria no merecería otro calificativo sino el de fantástico. Actriz, productora, empresaria, pero, por encima de todo, cantante. Todo eso y más es Beyoncé Giselle Knowles, una auténtica fuerza de la naturaleza que convierte en oro cuanto tocan sus poderosas manos.

El 28 de junio llega al mercado '4', su nuevo trabajo. Un álbum cuyo título no sólo hace referencia al lugar que ocupa dentro de su discografía -'Dangerously in love' (2003), 'B'day' (2006) y 'I am… Sasha Fierce' (2008) fueron las anteriores entregas de su carrera como solista- sino al crucial papel que ese número parece desempeñar en su vida: nació el 4 de septiembre de 1981 y se casó el 4 de abril de 2008, con el rapero Jay-Z -quien, por cierto, también vino al mundo un día 4, en su caso, de diciembre de 1969-.

Varias cosas quedan claras en este disco. En primer lugar, que Beyoncé no está dispuesta a vivir de rentas del pasado sino que prefiere aventurarse por nuevos caminos, como pone de manifiesto 'Run the world (girls)', un single en el que exhorta a las mujeres a liberarse de viejas ataduras y marcar su territorio, algo que ella ha hecho de sobra. Un mensaje agresivo, sin medias tintas, que ha provocado numerosas críticas procedentes de sectores que prefieren artistas más acomodaticios -los mismos, en buena medida, que no le perdonan su querencia por el actual inquilino de la Casa Blanca-. Otros, por el contrario, se han mostrado incómodos por el sonido, con tintes africanos y electrónicos. Pero eso es justamente lo que busca la texana, "mezclar distintas culturas y eras que normalmente no van juntas", según apuntaba a la revista Billboard.

En segundo lugar, que Beyoncé, más que nunca, ha tomado las riendas de su vida y de su carrera. Mujer apegada a su familia, contrariamente a lo que algunos pudieran pensar al ver su felino cuerpo moviéndose sobre el escenario, siempre ha tenido muy presentes los consejos de su madre, Tina, y su padre, Mathew. Éste ejerció de manager suyo hasta hace poco, pero la artista decidió que había llegado el momento de completar su emancipación y hacer las cosas a su modo.

Por último, '4' es la constatación definitiva de que la música de Beyoncé responde a un amplio abanico de influencias. Si en 'Run the world (girls)' late el aliento de los ritmos africanos de Fela Kuti, en otros temas se hace patente el influjo de Lionel Richie, Earth, Wind & Fire o los Jackson Five, así como de estrellas más contemporáneas como la británica Adele.

De la cara de circunstancias a las lágrimas más dulces

A estas alturas, nadie puede discutirle a Beyoncé su papel como uno de los grandes iconos artísticos del siglo XXI. Pero mientras en el plano musical pocas pueden toserle, otro cantar es su carrera cinematográfica, donde nunca ha conseguido hacer saltar la banca. Media docena de títulos jalonan su andadura en la gran pantalla. Sin embargo, apenas uno, 'Dreamgirls', han merecido la atención de la crítica, más allá de la suscitada por verla lucir palmito. E incluso esta película, dirigida por Bill Condon, le dejo una sensación agridulce. Cierto es que Beyoncé obtuvo por ella dos nominaciones a los Globos de Oro: Mejor Actriz de Comedia o Musical y Mejor Canción, por 'Listen'. Pero tuvo que ver cómo la Academia de Hollywood pasaba de ella y le otorgaba el Oscar a su compañera de reparto, Jennifer Hudson, algo que soportó con su mejor sonrisa pero que golpeó de lleno al orgullo de diva que hay en ella.

Mucho menos notables son sus otras irrupciones en el séptimo arte. Ya sea en comedias como 'Austin Powers en miembro de oro' (Jay Roach, 2002) y 'La Pantera Rosa' (Shawn Levy, 2006) o en dramas del corte de 'Cadillac Records' (Darnell Martin, 2008) y 'Obsesionada' (Steve Shill, 2009), la ex Destiny’s Child no ha acabado de encontrar la ansiada comunión con la cámara.

Un hecho que viene a demostrar el carácter terrestre de una mujer cuya voracidad parece rayar a veces en lo sobrehumano, un torbellino sobre el escenario capaz de dejar agotado hasta al bailarín más dotado y que ha convertido su nombre en una de las marcas más rentables de la industria del entretenimiento, una de las celebridades más poderosas del mundo que no dudó en cancelar cuanto acto promocional fue necesario con tal de acudir a la llamada de Obama para apoyar su campaña en 2008 y que confesó haberse acostado llorando de felicidad la noche en la que el candidato afroamericano superó la barrera que hasta entonces parecía infranqueable y pudo decir que, por fin, la Casa Blanca tendría como dueño a un hermano de color. Cantar en su toma de posesión fue uno de los mejores regalos que nadie hizo a la mujer que parecía tenerlo todo pero que aún sigue con ganas de más.