escándalo sexual

Strauss-Kahn y la enésima teoría de la conspiración

La creencia de algunos escépticos de que el director del FMI fuera víctima de un complot es el último caso en una lista que incluye la muerte de Bin Laden o los atentados del 11-S

NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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¿Ha sido Dominique Strauss-Kahn víctima de una conspiración para torpedear sus ambiciones presidenciales en Francia? ¿Es, por el contrario, simplemente el perpetrador de un asalto sexual en Nueva York? Sea como fuere, el arresto del director del Fondo Monetario Internacional ha propiciado inmediatamente una cosecha de teorías conspiracionistas, que se suman a la montaña en continua circulación en Estados Unidos.

“Las teorías conspiracionistas siempre florecen después de traumas importantes y Estados Unidos es actualmente un lugar muy traumatizado”, explica Jonathan Kay, autor de “Entre los buscadores de la verdad: Un viaje a través del creciente conspiracionismo subterráneo en América”. Se trata del último libro, recién salido del horno, que intenta explicar lo que ya es un auténtico fenómeno cultural en EEUU, pues “la creencia de que las élites políticas, los banqueros y los intelectuales conspiran para maltratar a la gente corriente lleva mucho tiempo arraigada en los extremos políticos de este país”, sostiene Kay.

Ejemplos recientes no faltan. Antes de que llegase a las costas americanas la onda conspiratoria del escándalo Strauss-Kahn, el patio político estadounidense andaba revuelto con las persistentes teorías de que el presidente Obama no nació, en realidad, en EEUU y, por ello, no puede ocupar el cargo. “Los ataques contra Obama son racistas”, afirma la profesora de historia Kathryn Olmsted. Por eso ni siquiera la presentación del acta de nacimiento del presidente ha logrado acallar completamente a quienes sostienen que existe una conspiración gubernamental para ocultar que Obama nació en Kenia y no en Hawai, como muestran los documentos.

También Osama Bin Laden ocupa un destacado lugar entre los conspiracionistas, para quienes no ha muerto ahora, diga lo que diga la Casa Blanca. Unos sostienen que el terrorista más buscado del planeta no fue abatido a tiros en Pakistan; otros creen que murió hace largos años, y hasta hay quien afirma que sigue vivo y está siendo interrogado en el mayor secreto.

¿Quién mató a Kennedy?

El 11-S continúa encaramado en el hit-parade de las teorías conspiracionistas ya que los atentados terroristas tuvieron un efecto “sísmico” en la psique estadounidense y sustituyeron a la desaparecida amenaza comunista, explica Jonathan Kay. Hay quien cree a pies juntillas que fueron causados por los judíos y quien sostiene que el propio Gobierno estadounidense perpetró los ataques. Y qué decir del asesinato del presidente John F. Kennedy, objeto de una imperecedera fiebre conspiracionista, incluso a pesar de que una comisión oficial determinó que el líder demócrata fue víctima en 1963 de un asesino solitario –Lee Harvey Oswald- y no de un complot.

´Este miedo a los enemigos, internos o externos, imaginarios o reales, alimenta en EEUU el creciente el conspiracionismo, un término acuñado en la década de los ochenta por el académico Frank P. Mintz. Junto a él, una auténtica legión de intelectuales se ha dedicado a estudiar este fenómeno, desde Carl Sagan a Gerald Posner, pasando por Richard Hofstadter y Robert Allan Goldberg. Tarea no les falta pues, como sostiene Goldberg en “Enemigos interiores: la Cultura de la Conspiración en la América Moderna”, un 80% de los estadounidenses todavía cree que Kennedy fue segado por una conspiración, un 30% está convencido de que el Gobierno encubrió el aterrizaje de extraterrestres en Roswell (Nuevo México) en 1947, y un tercio de los estadounidenses de color opina que el virus del SIDA fue creado por científicos gubernamentales para perpetrar un genocidio entre los afroamericanos.

¿Quién puede suscribir teorías tan paranoicas? En su libro, Jonathan Kay traza el retrato-robot de los conspiracionistas: se trata de hombres maduros que atraviesan una crisis vital y encuentran en este campo una misión para continuar adelante con sus vidas. Periodistas investigativos, informáticos y profesores abundan entre ellos, como es el caso de Ray Griffin, ex profesor de teología que ha escrito 11 libros analizando minuciosamente cada aspecto del 11-S desde que se jubiló.