El consejero de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía, Luis Pizarro . / Efe
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La dimisión del consejero de Gobernación abre la mayor crisis del Gobierno andaluz

La decisión de Luis Pizarro se vincula a la pretensión de la Junta de destituir a Gabriel Almagro, delegado de Gobierno en Cádiz

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Los sobresaltos se le acumulan al ejecutivo andaluz. Inmerso en plena investigación por el presunto fraude en los ERE pagados con dinero público, la marcha del consejero de Gobernación y antigua mano derecha de Manuel Chaves, Luis Pizarro, abre la cuarta crisis de gobierno en los apenas dos años que José Antonio Griñán lleva de presidente. Y la de mayor calado, ya que de trasfondo se encuentra el enfrentamiento entre la anterior y la actual dirección de la federación socialista.

Poco después de dar una rueda de prensa, se hacía público que Pizarro presentaba su dimisión como muestra de desacuerdo al conocer que el Consejo de Gobierno pensaba destituir hoy martes a su delegado provincial en Cádiz, Gabriel Almagro. Un puesto, el de delegado provincial, habitualmente consensuado por la consejería afectada y la de Presidencia.

La marcha de Pizarro, que se formalizará hoy, abre la cuarta crisis de Gobierno desde que Griñán asumiera la presidencia de la Junta en abril de 2009, y en puertas de unas elecciones municipales y a un año de las autonómicas. Con anterioridad, ya tuvo que asumir la marcha de Rosa Aguilar como ministra de Medio Ambiente y de su joven número 2, Rafael Velasco, por las ayudas públicas concedidas a la empresa de formación de su mujer. Francisco Menacho, actual vicepresidente tercero de la Diputación de Cádiz y delegado del Gobierno de la Junta en esa provincia entre 1994 y 2000 ocupará el puesto de consejero de Gobernación.

Pésimas relaciones entre la cúpula del PSOE andaluz

Pero al margen de la injerencia en la designación de cargos, la reacción de Pizarro -hombre de confianza de Manuel Chaves en el partido durante catorce años- ha puesto de relieve las pésimas relaciones que existen entre la cúpula del PSOE andaluz y la agrupación socialista en Cádiz, feudo del expresidente andaluz.

Las desavenencias se remontan a la elección de Griñán como presidente autonómico y el forzado congreso extraordinario, contra la voluntad de su antecesor, que lo designó secretario general de los socialistas andaluces para evitar las molestas bicefalias. El nuevo presidente quiso demostrar que llegaba sin herencias, y alejó a la “vieja guardia” de puestos tanto institucionales como orgánicos.

Las únicas concesiones fueron aupar a Pizarro, uno de sus valedores como jefe del ejecutivo, a una consejería política, y el intento de incorporar a la ejecutiva regional al secretario provincial de Cádiz y uno de los pesos pesados del núcleo de Chaves, Francisco Gutiérrez Cabañas. Pero el descontento de éste con el papel asignado y la actitud a sus antecesores hizo que su nombre se cayera de la lista en pocas horas.

Las tiranteces se mantuvieron alimentadas por la mala valoración de la gestión de Griñán al frente de la Junta -con el escándalo de los ERE- y del partido -con la marcha de su número 2 en octubre-. Y saltaron hace unas semanas a cuenta de la candidatura a la alcaldía de Jerez de la Frontera, la quinta ciudad andaluza y convertida ahora en llave para mantener la Diputación provincial, último refugio de los hombres de Chaves. Frente a una alcaldesa apoyada por Griñán pero muy cuestionada en la ciudad y el partido local, la agrupación regional orquestó una candidatura alternativa alentada por el propio Chaves y Pizarro que acabó desautorizada. La guerra queda ahora definitivamente abierta con las dudas de si las municipales supondrán también una revalida para el presidente autonómico.