La plantilla de Clesa busca una salida para una empresa «viable»

Representantes de la familia Ruiz-Mateos y los portavoces sindicales de Clesa -uno de los buques insignia de Nueva Rumasa- se han reunido, desde las seis de la mañana y hasta bien entrada la noche, con el objetivo de salvar una empresa que ambas partes consideran "viable". La principal factoría de la compañía láctea, situada en Madrid, lleva ocho días parada, pero aún así la demanda de sus productos no cesa. Los pocos pedidos que se comercializan provienen de sus centrales -mucho más pequeñas- en Caldas de Reis (Pontevedra), Zaragoza y Sevilla.

La empresa adeuda cuatro mensualidades a sus trabajadores, salvo a aquellos con sueldos inferiores a 1.050 euros mensuales. Clesa todavía no se ha declarado en concurso de acreedores, lo que ha impedido que el Fondo de Garantía Salarial (Fogasa) del Ministerio de Trabajo haya asumido -al menos en parte- el pago de las nóminas. Por eso, el responsable de la Federación Agroalimentaria de CC OO, Luis Lumar, explicó que se "está negociando" un ERE para que los trabajadores puedan percibir prestaciones por desempleo de forma directa.

La tensión en la factoría es palpable. En la noche del martes, varios trabajadores se enfrentaron a dos directivas, un sobrino de José María Ruiz-Mateos y al abogado de la familia, que trataban de sacar de la sede de la compañía en Madrid varios archivos y ordenadores argumentando que los necesitaban para el procedimiento concursal.

"Por mucho que hablen los Ruiz-Mateos en los medios de comunicación, todavía no hay ninguna propuesta", aseguraron fuentes del comité de empresa, que acusan a Nueva Rumasa de "cargarse" una compañía con más de sesenta años de historia. "Los vaqueros y los agricultores servían sus productos, pero ellos no les pagaban", denunciaron los representantes sindicales.