Congreso de Periodismo Digital

Diego Salazar: «La entrevista se ha convertido paradójicamente en la excusa para no hacer periodismo»

La curiosidad del periodista y una correcta documentación previa son algunas de las claves de un buen trabajo

MADRID Actualizado: Guardar
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Periodista, editor y traductor, estas son sólo algunas de las facetas de Diego Salazar. Un peruano que nació en Lima en 1981 y que reside en Madrid desde hace diez años. Salazar colabora con distintas publicaciones de España y Latinoamérica, entre las que destacan “Letras Libres”, “El Malpensante”, “Zona de Obra”s o “Etiqueta Negra”. En las dos últimas ejerce, además, como editor asociado. Desde el año 2010, es profesor de crónica en el Máster de Periodismo ABC - Universidad Complutense de Madrid y, hoy, el encargado de impartir el primer taller de la XII edición del Congreso de Periodismo Digital bajo el nombre “La entrevista: una herramienta devenida en género. Apuntes para desenredar un peligroso malentendido”.

PREGUNTA.- ¿Cómo ve en la actualidad el uso de la entrevista en los medios de comunicación de España?

RESPUESTA.- Este tipo de preguntas tiene siempre bastante peligro, empezando porque yo mismo hago y publico entrevistas en medios de España, así que todo lo que diga, como reza la cláusula o advertencia Miranda, podrá ser usado en mi contra. Tengo la sensación de que muchas veces los medios escritos españoles, pero no solo los españoles, tratan la entrevista como si esta fuera televisiva, es decir, como un espectáculo en sí mismo y no como una herramienta de conocimiento. La entrevista televisiva, debido al medio que la aloja, tiene unos códigos definidos que, por diferentes razones, parece que hemos ido trasladando, o más bien intentando trasladar, a la prensa escrita. Es decir, muchas veces para mostrar un diálogo agradable, fluido y “espectacular”, los periodistas renunciamos a repreguntar o corroborar las afirmaciones u opiniones del entrevistado. Como resultado, la entrevista se convierte en una especie de artefacto publicitario al servicio del entrevistado. Y el periodismo, con suerte, puede ser muchas cosas, pero debería evitar convertirse en un mero artefacto publicitario.

P.- ¿Cuáles son las reglas de una buena entrevista?

R.- Lo primero, y fundamental es informarse. Parece una perogrullada, pero no lo es. Creo que la condición “sine qua non” para realizar una buena entrevista es poseer la información, los datos, el background necesario para enfrentarse a la persona a quien debemos entrevistar. Enfrentarse no en un sentido bélico, ni mucho menos, sino en el sentido de ponerse frente a frente. Fuera de eso, no creo que existan unas reglas estrictas a la hora de realizarlas, para empezar porque hay muchos tipos de entrevistas, con objetivos distintos y que requieren de procedimientos diferentes. Lo que sí hay, creo, son algunos instrumentos, pero espero que no le parezca mal que me reserve su explicación para el taller del día 7.

P.- ¿Qué debe tener un buen entrevistador?

R.- Curiosidad, sobre todo. La entrevista es una estupenda herramienta de conocimiento y, claro, la condición ineludible para adquirir conocimiento es tener una inmensa curiosidad.

P.- ¿Qué van a aprender las personas que acudan al taller del día 7?

R.- Como dice el tópico, esa es una muy buena pregunta…que espero responder el día 7 junto con las personas que asistan al taller.

P.- En el título del taller se alude a “desenredar un peligroso malentendido”, ¿de qué se trata?

P.- La entrevista es una valiosa herramienta periodística, que por diferentes motivos, algunos de ellos tan poco defendibles como la pereza, la comodidad o el sometimiento a los dictámenes de los departamentos de marketing y las agencias de comunicación, los periodistas hemos convertido en un género en sí mismo, y lo que es peor, en un género muchas veces muy poco conseguido, bastante maltratado. Es un método de conocimiento y una de las mejores maneras que tiene un periodista a la hora de obtener información, pero, de un tiempo a esta parte, los periódicos y las revistas han pasado a privilegiar en sus páginas ese intercambio entre el periodista y su entrevistado, muchas veces incompleto, falto de contexto, exento de cualquier tipo de repregunta o verificación, en detrimento del reportaje o la crónica. Da la impresión de que la entrevista, sus lucecitas y fuegos artificiales e inmediatez, se han convertido, paradójicamente, en la excusa perfecta para no hacer periodismo y aún así seguir llenando páginas en los medios.

P.- ¿Con cuál de todas las entrevistas que ha realizado se queda, y por qué?

R.- Para ser sincero, nunca me lo había planteado. He hecho ya unas cuantas en mi corta vida como periodista, algunas interesantes y otras bastante entretenidas. Esto último responde muchas veces a las peculiares condiciones en que se debieron realizar las entrevistas o a ciertas características particulares del entrevistado. Estoy pensando, por ejemplo, en la entrevista que le hice a Carla Bruni, antes de que se convirtiera en la señora Sarkozy. Recuerdo que la señorita Bruni se puso a cantar y bailar en plena conversación; o en una muy extensa que hice con el músico Andrés Calamaro, que empezó a las 10, 00 horas en el hall de su hotel y terminó a las 16,00 o 17,00 horas en el estudio de Javier Limón con una especie de concierto privado cortesía de Calamaro. Esas fueron muy entretenidas, cómo negarlo, pero creo que me quedo con aquellas que me han servido no como entrevistas en sí mismas, sino como parte del proceso de investigación de una crónica, de una historia más extensa.

P.- Y por último, si pudiera entrevistar a cualquier personaje de la Historia, ¿quién sería, y cómo abriría la entrevista?

R.- Lo siento, pero no soy capaz de responder. Siempre tengo problemas con este tipo de preguntas, me pasa lo mismo con aquella que reza “¿Qué libros se llevaría a una isla desierta?” O esa otra que dice “Si tuviera tres deseos…” Son situaciones, como poco, bastante improbables, así que prefiero no ponerme en situación de responderlas.