Coronavirus

Así se preparan las residencias de mayores de Cádiz para la segunda ola

LA VOZ contacta con cuatro residencias que sufrieron brotes de coronavirus tras la confirmación del primer positivo en estos centros desde la llegada de la nueva normalidad

El debate gira en torno a la humanización de la gestión: algunas mantienen las visitas muy limitadas y otras ya las han suspendido

Una anciana y una empleada de la residencia para personas con Alzheimer de Chiclana. Antonio Vázquez

Fran M. Galbarro

Las residencias de mayores de la provincia de Cádiz ya lo han asimilado: la segunda ola está a la vuelta de la esquina. Aún con el trauma que supuso la llegada del coronavirus en marzo para muchos de ellas, el verano sólo ha sido una tregua, dos meses de reflexión y preparación para un otoño que ha empezado en agosto.

Sin embargo, varias residencias han ido más allá. Muchas mantienen un control férreo de las visitas, en cualquier caso muy restringidas y en espacios adaptados para ello. Otras, como la de Alcalá del Valle, donde se detectó uno de los mayores brotes de Andalucía, decidieron suspender todas las visitas desde este jueves.

20 de las 70 residencias de mayores situadas en la provincia de Cádiz registraron algún caso de Covid-19, según el balance ofrecido por la Consejería de Salud y Familias al Ministerio en mayo. Hasta 303 ancianos dieron positivo, aunque se estima que la cifra de contagiados, ante la falta de test durante la primera ola, fue más elevada. Según las cifras oficiales, fallecieron 78 de ellos.

Ayer se confirmó el primer contagio en un centro de la provincia desde la llegada de la ‘nueva normalidad. Una trabajadora de la residencia Matía Calvo, en Cádiz, dio positivo y en las próximas horas se conocerá el impacto del brote.

78 ancianos perdieron la vida en las residencias durante la primera ola. Los centros extreman las precauciones y se preparan para la segunda

LA VOZ se ha puesto en contacto con cuatro de las residencias que sufrieron brotes en la primera ola y todos sus portavoces coinciden en que el contexto es «distinto» al de marzo. Entonces, la mayoría se vio sorprendida por el avance de un virus que nadie conocía. José Antonio Facio, director de la residencia de mayores de AFANAS Nuestra Señora de la Paz, en Chiclana, ha vivido con intensidad la sucesión de acontecimiento en un semestre eterno. Cuando el Covid-19 llama a la puerta los días son semanas. Los meses, años. De hecho, usa el adverbio «antiguamente» para recordar las primeras semanas de pandemia. «Es que entonces no había ni mascarillas disponibles. Teníamos una caja de 30 y las repartimos. Más tarde la asociación consiguió material», recuerda.

Las residencias no estaban preparadas, sin medios y sin conocimientos sobre una enfermedad desconocida hasta entonces. En este centro, dedicado a personas con alzheimer, se encendieron las alarmas por las diarreas de algunos usuarios. «Se hablaba de problemas al respirar, fiebres altas... pero la diarrea no era un síntoma contemplado», recuerda Facio. Los usuarios fueron a peor y se sometieron a las pruebas , mucho más restringidas que hoy: «Se hicieron los PCR y todos dieron positivo. Y fueron saliendo más».

Un usuario, atendido en la residencia de Chiclana. Antonio Vázqez

El centro, que acabó siendo medicalizado, se adaptó a las circunstancias y dedicó un área de habitaciones a los pacientes Covid-19. «Usamos un armario que ocupaba justo el ancho del pasillo como la separación física. Conforme iban avanzando los negativos el armario iba avanzando y la zona Covid se iba achicando. Era una alegría poder moverlo». Llegó a haber 21 casos y murieron seis ancianos. «No teníamos medios, pero nunca se abandonó a esas personas. Siempre estuvieron atendidos», resalta Facio.

Más medios, más tests

La situación ha cambiado. Hay más medios, más concienciación, protocolos más definidos y, sobre todo, más tests. La norma aprobada por la Junta el domingo obliga a las residencias a realizar una prueba a los trabajadores que se incorporen tras permisos y vacaciones, algo implanteable en abril, cuando el protocolo apenas permitía someter a los tests a quienes requerían hospitalización. «Surgió todo de la nada y era inimaginable para nosotros. Más del 90 por ciento plantilla dio positivo», recuerda Remedios Romero, concejala de Sanidad del Ayuntamiento de Alcalá del Valle. Su residencia municipal sufrió el primer brote de coronavirus en la provincia de Cádiz . La Junta hizo una excepción ante la gravedad del asunto y, más allá de los pacientes sintomáticos, realizó pruebas a todos sus usuarios: 38 de 44 dieron positivo y tuvieron que ser trasladados a La Línea.

Los centros residenciales extreman las medidas en estos días, pero son conscientes de que es imposible asegurar que el Covid-19 no entre en la residencia. Pese a las mascarillas, los EPI y la desinfección, los trabajadores, que tienen vida fuera del centro no pueden guardar la distancia de seguridad con las personas dependientes y la posibilidad del contagio siempre está ahí. El riesgo se minimiza, pero no se elimina. «La crisis sanitaria vivida dentro de nuestra residencia nos enseñó que es imposible evitar al virus. Seguimos la normativa, tomamos decisiones más destrictivas... y aún así entró. No podemos garantizarlo al 100 %», plantea Juan Ramón Benítez, de la residencia de mayores San Juan de Dios de Cádiz, donde se detectaron cuatro casos.

Un anciano de la residencia de San Juan de Dios, en Cádiz capital, durante el confinamiento. Cedida

La clave, insisten todos los centros consultados, es blindar lo máximo posible el centro y, sobre todo, disponer de pruebas para aislar a los positivos antes de que el virus se expanda. «Con la nueva normativa toda persona que ha estado diez días fuera tiene que volver con una PCR. Lo ideal sería que periódicamente lo fuéramos haciendo, porque es la única forma. Con el brote todo fue cuestión de días», destaca Facio, que recuerda la importancia de detectar a los positivos cuanto antes.

Humanizar la gestión

La humanización de la gestión centra ahora el debate. Una proclama que influye en gran parte de las decisiones, especialmente en los centros que han vivido las peores consecuencias de la pandemia. «Nuestro objetivo es mantener el equilibrio entre aislamiento, cuarentena, convivencia y contacto», plantea Bárbara Ballasote, directora de servicios de la residencia de mayores de la Cruz Roja, en San Fernando. Uno de cada cuatro contagios en residencias de la provincia de Cádiz se produjeron en este centro. 72 de 143 personas dieron positivo y fallecieron nueve de ellos.

20 de las 70 residencias de mayores de Cádiz registraron algún caso de Covid; ayer se confirmó el primer contagio desde junio

Ninguno de ellos pudieron despedirse de sus familiares en unos centros inaccesibles sin excepción, reconvertidos en hospitales improvisados. Tampoco quienes fallecieron en ese periodo por otras causas. «Nos afectó muchísimo. Y lo cierto es que en residencias como la nuestra se podía permitir un flujo de entrada muy seguro para que al menos una persona estuviese en esos momentos. Llamaba para solicitarlo y les decía que tenía una sala apartada de las zonas comunes, EPI y el compromiso de que no hubiera contacto: apenas pedíamos que pudieran darles la mano y hablarles . Teníamos dos o tres horas de margen. Pero el protocolo no contemplaba esta opción. Era un no rotundo», recuerda Ballasote, que no olvida las llamadas a los familiares para comunicar la noticia. «Le enviábamos una foto del trabajador dándole la mano. El familiar nos agradecía que estuviera diciéndole cosas bonitas hasta el último momento, pero no lo entendía. ‘¡Era mi madre!’, me decía uno. ¿Por qué no pudo verla antes de irse? ¡Si en realidad se podía!», lamenta.

Visita de un familiar en la residencia de mayores de la Cruz Roja en San Fernando. Cedida

Es una de las lecturas extraidas por la mayoría de centros residenciales tras la primera ola: ahora, con previsión y experiencia, es necesario afrontar esta crisis «de una forma más humana» . Una premisa que está presente en todas las reclamaciones a la administración y, por supuesto, en la toma de decisiones.

Limitación de visitas

Es el gran dilema. En un lado de la balanza, cortar de raiz las visitas para minimizar al máximo los riesgos. Por otro, evitar el desgaste psicológico de los ancianos, que acumulan meses de restricciones sanitarias y afrontan un largo invierno desde agosto.

«Se notó durante la crisis que no pudieran venir a visitarnos. Fueron dos meses de contacto telefónico y videollamadas. Y no es lo mismo», plantea Ballasote. La residencia de la Cruz Roja de San Fernando mantiene las visitas en un espacio apartado, aunque de forma muy cuidadosa y con turnos: cada residente puede recibir a un familiar media hora a la semana . «Hay una agenda con citas. Las horas se dividen en media hora de visitas y media hora de desinfección, explica.

Los centros son conscientes de que no se puede acabar con los riesgos al 100%: «Es imposible evitarlo»

En Alcalá del Valle, por su parte, han cortado por lo sano. «Es muy complejo, pero se trata de priorizar. Hemos suspendido las visitas para velar por la salud y el bienestar de los ancianos. Sabemos que también es salud sentir el calor de las familias, las que más les pueden ofrecer; por más que lo intentemos nosotros, son irreemplazables. Pero hemos perdido a catorce residentes y no queremos volver a pasar por esa situación. No son sólo cifras; son personas», valora la edil del municipio.

Otros centros residenciales aún reflexionan el formato a adoptar. El centro de mayores de San Juan de Dios espera instrucciones de las autoridades sanitarias para tomar una decisión sobre las condiciones mínimas de visitas y salidas de los residentes. En Cádiz capital, por ejemplo, la incidencia de contagios ya es superior a 30 por 100.000 habitantes, según recuerda Juan Ramón Benítez.

Residencia para personas con Alzahimer en Chiclana. Antonio Vázquez

Es probable que el coronavirus vuelva a acceder a las residencias durante esta segunda ola, pero cada vez se conoce mejor al enemigo , como resaltan los entrevistados. «En las residencias ya estamos más preparados. Este verano hemos tenido unas cuatro llamadas de trabajadores que tenían fiebre para avisar. Todas solicitaron PCR y salieron negativo. Antes, en marzo, esa persona pensaría que era puntual, destemplanza. Ahora estamos más concienciados», recuerda Facio, de la residencia de Afanas en Chiclana.

«Ahora trabajamos con menos incertidumbre porque somos muy cuidadosos y tenemos la experiencia. Desde el centro de salud o Epidemiología nos han llegado a tachar de exagerados, pero no nos quitamos ese miedo del cuerpo. Lo hemos pasado mal y no queremos volver por ahí. Todas las medidas nos parecen pocas », concluye Remedios Romero, concejal de Alcalá del Valle.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Ver comentarios