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El frente infantil de Al-Qaida

Una niña de 13 años se entrega a la Policía iraquí en Baquba cargada de un chaleco de explosivos que escondía bajo su ropa

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Una chavala de 13 años sólo debería pensar en dónde ir con sus amigos, la excusa por llegar tarde a casa o cómo encaminar sus estudios... Pero hay destinos duros. Crueles. Y en algunos países como Irak, donde el terrorismo es su mayor lacra, una joven se tiene que debatir entre la vida y la muerte. Una encrucijada a la que se ven obligadas y en otras ocasiones alentadas muchas mujeres en Bagdad por Al-Qaida. El futuro incierto de todas ellas, sin embargo, parece cambiar y empiezan a despertar de la pesadilla. El primer paso lo dio el domingo una niña al pedir a la Policía para desprenderse de una carga de explosivos que rodeaba su cuerpo.

Una túnica de alegres colores escondía la potencial tragedia. Con el rostro asustadizo, la adolescente se encaminó a la calle cargada de una pesada losa. En unos minutos ella iba a explotar y bañar de sangre la conflictiva ciudad de Baquba, en el norte de Bagdad. Pero no hubo que lamentar víctimas. El portavoz del Ejército americano, el teniente David Rusell, explicó que la niña se negó a inmolarse y requirió de su ayuda al decirles que no quería usar la carga mortal que llevaba adosada a su joven cuerpo.

La pequeña suicida no pudo más y se rindió. Las autoridades la detuvieron, pero antes tuvieron que desembarazarla de los explosivos. Como una bomba a punto de estallar, los agentes le quitaron con cautela el chaleco y el cinturón terroristas con los que pensaba atentar en la provincia de Diyala, uno de los mayores feudos suníes de Irak. Una vez que la despojaron de todas las capas, la arrestaron y aún sigue en custodia de las fuerzas de seguridad.

Rechazo al terrorismo

Arrepentida, la niña dirigió a la Policía hacia otro cinturón de explosivos. Algunas fuentes indicaron que la otra kamikaze era su madre de 45 años, quien también estaba a punto de cometer un ataque suicida. Una desgracia con final feliz, pero con varias incógnitas abiertas, ya que el comandante Rusell informó de que aún se desconocía «si fue obligada a inmolarse o si lo pretendía hacer de forma voluntaria». Para despejar esta duda se inició una investigación, pero lo que es seguro es que «el hecho de que la niña se haya entregado quiere decir que los iraquíes siguen rechazando a Al-Qaida y sus prácticas», se felicitó el portavoz militar estadounidense para el norte de Irak, Jon Pendell.

La voz de esta pequeña no es la única que se ha levantado en alto contra los insurgentes. En junio ya lo hicieron más de cien mujeres que forman parte de una unidad antiterrorista femenina: las Hijas de Irak, una agrupación formada por voluntarias y respaldada por el Gobierno del país y el Ejército para reconocer a las bombas humanas.

Esta acción busca reducir el número de atentados suicidas perpetrados por niños y mujeres, cada vez más utilizados en los últimos meses, porque tienen más fácil pasar los controles de seguridad. Las informaciones sobre el restablecimiento del control en Irak son confusas. Mientras, el primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, confirmaba ayer que las tropas extranjeras se retirarán de Irak antes de finales de 2011, por el acuerdo sobre seguridad que negocia con Estados Unidos desde hace cinco meses, el Gobierno de Washington eludía aseverar que se había pactado una fecha límite.

El portavoz del Departamento de Estado norteamericano Robert Wood explicó que se ha elaborado un borrador, pero que es necesario «pasar por un número de mecanismos del sistema político iraquí antes de que tengamos realmente un acuerdo».

Previamente, Al-Maliki anunció que las negociaciones habían «avanzado» y se daba como plazo hasta 2011, pero también señaló que no se firmará ningún documento que no sea respetuoso con la soberanía iraquí y que no incluya una «fecha específica, no abierta» para la retirada.