Consumo

¿Es del Himalaya la sal rosa del Himalaya?

Pese a venderse a un precio superior que la de mesa, su color, que destaca entre el resto, y sus supuestos poderes curativos son el enganche más llamativo para los consumidores

S. F.

Rosa, diferente a la habitual. Así es la sal del Himalaya , la revolución que ha llegado a muchas cocinas, vendiéndose como única por sus cualidades. De hecho, frases del tipo «Proviene de las altas regiones montañosas del Himalaya», «No contaminada por el ser humano» o «Contiene 84 elementos esenciales para la salud», son algunas que Peter Ferreira propagó en la década de los 90 en Alemania para hablar de las virtudes de este producto.

Se data de esa fecha la época que la sal rosa entró en Europa, y ya traía consigo mitos y falsas leyendas sobre sus propiedades. La primera de ellas: no proviene del Himalaya, ni siquiera su extracción está próxima a esta zona. Este producto rosa viene de la segunda mina de sal más grande del mundo, situada en las montañas de Pakistán. En concreto, de la mina de sal de Khewra en el distrito de Jhelum — a 1.137 kilómetros de distancia del Himalaya—.

¿Elementos distintos?

«84 elementos esenciales para el organismo», eso fue lo que aseguró Ferreira cuando esta «sal rosa» al mercado alemán. Una afirmación que poco tiemo después sería desmentida. En 2003, la Agencia de Protección del Consumidor de Baviera analizó quince muestras distintas adquiridas en varios comercios de Alemania. Los resultados mostraron solo 10 elementos distintos: cloruro y sodio (en un 95-96%) y otros minerales.

Posteriormente, estos fueron corroborados por la Universidad Técnica de Clausthal , la cual también halló solo diez elementos. Además, la cadena pública alemana ZDF afirmó que la sal del Himalaya está contaminada con un 2-3 por ciento de yeso, así como pequeñas cantidades de diez minerales distintos.

«Beneficios milagrosos»

Los vendedores de la sal del Himalaya aseguran que —sus supuestos 84 elementos— pueden aliviar dolencias como osteoporosis, varices, calambres, insomnio, diabetes o arritmia. Sus «beneficios milagrosos» han hecho que se dispare el precio de este producto, desorbitante en comparación con la sal común de mesa.

Estas utilidades a las que se hace referencia carece de evidencias científicas ; no hay ninguna investigación que relaciones el consumo de sal con alguna de estas dolencias. Lo que sí se conoce es que la ingesta adicional de sal podría provocar graves problemas en el organismo.

La única diferencia entre este producto y la sal de mesa es esa coloración rosada caract erística .

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