Amenazado y con problemas judiciales

Ángel R. P. había alcanzado un buen poder adquisitivo gracias a los clubes de alterne que regentaba, según han explicado a LA VOZ fuentes cercanas a la posible víctima (a falta de confirmación oficial). Pero el club de El Puerto le había dado quebraderos de cabeza desde hacía tiempo. Hace más de un año, tras verse envuelto en la operación policial que supuso la clausura temporal de sus negocios, a este empresario de los clubes de alterne le llegaron otros problemas de economía doméstica. Había acumulado una deuda importante por impago del alquiler de la finca donde se ubica el prostíbulo. Los dueños de la finca lo demandaron y ganaron el juicio.

A Ángel no le quedaba otra que recoger sus pertenencias y marcharse.

Según relatan estas fuentes, solicitó permiso al juez para poder sacar maquinaria y otros efectos de la propiedad y la llevó a una nave de Jerez. Se ayudó de varios empleados que al final maniobraron a sus espaldas, negociaron con los dueños de la finca para reabrir el club de alterne y se quedaron con los bienes que había guardado el antiguo gerente en la citada nave.

Esta maniobra habría enfrentado a esos empleados con el que había sido su jefe, quien aún tenía un as en la manga, la licencia de apertura del negocio a su nombre. Las mismas fuentes explican que esa alta tensión se fue relajando con el paso del tiempo hasta el punto de que Ángel había llegado a un acuerdo con esos exempleados para reabrir el prostíbulos como socios. Una meta que nunca llegó a cumplirse.

Otras fuentes próximas a la investigación que acaba de abrirse señalan que este empresario pudo haber recibido amenazas los días anteriores a su muerte y que incluso, algunas de ellas, llegaron a cumplirse. Al parecer varias propiedades salieron ardiendo. Esto explicaría que su pareja no tardara en denunciar su desaparición cuando no regresó una noche a casa.