Sociedad

«Ya tengo un Oscar: mi hijo de trece años. No espero nada»

Vuelve a dar vida a Lobezno en la película 'X-Men: Días del futuro pasado' y defiende el cine de acción porque es una «válvula de escape» Hugh Jackman Actor

LOS ÁNGELES. Actualizado: Guardar
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Nada más verle es fácil imaginar por qué este australiano se ha ganado en más de una ocasión el título de hombre más sexy del mundo. Hugh Jackman, que está recuperándose de un cáncer de piel, es una estrella poco convencional. Con sus carcajadas y cercanía desarma al más recalcitrante. Desde que ha decidido volver a dar vida a Lobezno, Jackman pertenece al grupo de los elegidos, a lo más selecto del firmamento de Hollywood. Con 'X-Men: Días del futuro pasado', dirigida por Bryan Singer, el actor vuelve a la franquicia que le llevó a la cúspide del éxito. En esta ocasión los célebres personajes de la trilogía libran una batalla crucial para salvar el futuro de la humanidad.

-¿Le gustan las películas de acción?

-Hay una razón por la que vamos a ver estas películas, si no iríamos siempre a reírnos con comedias. El cine de acción es una válvula de escape.

-¿Se puede convertir la interpretación en terapia en momentos difíciles como ahora, en que ha superado un cáncer?

-Sí, aunque es necesario actuar para tener esa experiencia. No puedo dejar de decir a todo el mundo que utilice crema protectora para el sol, porque es muy dañino para la piel. Yo no me cuidé lo suficiente

-¿Piensa en el futuro?

-Sí, pero no soy muy bueno organizando botiquines de primeros auxilios. Me da vergüenza decirlo: como actor me han mimado tanto que no sé hacer nada. Me visten, me llevan en avión, me dan de comer, me cuidan hasta volverme inútil. Lo único que puedo hacer a la hora de prepararme para lo peor es rezar.

-Ha ganado un Tony por su trabajo en Broadway, un Emmy por su interpretación en la televisión ¿Le interesa un Oscar?

-Ya tengo un Oscar, mi hijo de trece años. Mi filosofía en la vida es no esperar nada, así todo será ganancia. Los premios son un honor increíble, pero no pienso en ellos. Me gustó presentar la ceremonia y ser candidato a una estatuilla, pero no quiero pensar en ganar.

-Sus proyectos se le acumulan. Como padre, ¿piensa en descansar y dedicar tiempo a su familia?

-Llevo cuatro películas sin descansar y me toca dedicarme a mi mujer y mis hijos. Me voy a tomar unos meses de descanso. Llevo veinte años trabajando y ahora es cuando siento que mis oportunidades surgen. Es un buen momento y quiero aprovecharlo, aunque mi familia me ha pedido que pise el freno.

-¿Es importante mantener un equilibrio entre su trabajo y su vida familiar?

-No soy el mejor para hablar de equilibrio en estos momentos porque he estado trabajando muchísimo, pero una de las mejores cosas en mi vida es mi relación con mi mujer. Ella es quien me dice cuándo debo parar. Disfruto tanto con mi trabajo que no me doy cuenta que a veces hay que desacelerar.

Frustraciones

-Siempre se muestra feliz y contento.

-Soy un tipo feliz. Mi carrera como actor surgió relativamente tarde, cuando ya había cumplido los treinta. Aprecio lo que tengo porque sé lo difícil que es mantenerse a este nivel trabajando en los proyectos que quiero. También soy lo suficientemente mayor como para entender que todo puede desaparecer.

-Seguramente tendrá sus frustraciones.

-Suelo esconder mis frustraciones. Ser actor me ayuda a disimular. Hay momentos duros. Por ejemplo, mi hijo el otro día estaba muy enfadado con los paparazzi, quería convertirlos en comida para pájaros y yo trataba de explicarle que no puede hacer eso, aunque entendía su enfado.

-¿Apoya a las actrices Halle Berry y Jennifer Gardner en su cruzada para impedir que fotografíen a sus hijos?

-Me encantaría que fuera como en Europa. Creo que solo América y Australia son los países que permiten esas fotos. Ellos deberían estar protegidos. No entiendo por qué la privacidad de los niños no es un derecho. Yo, que ha tomado la decisión de ser actor y soy un personaje público, debo convivir con ello, no hay más remedio. Pero mi hijo y mi hija no han tomado esa decisión. A mi padre, que era administrador de empresas, nadie le decía lo que tenía que hacer. De la misma manera, nadie debería decirme a mí lo que debo hacer. Sin embargo mis hijos pierden sus derechos. Es todo muy injusto.