Isabel Canto con la fotografía de su abuelo y la resolución de la ONU. :: C. R.
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«A mi abuelo lo fusilaron por llevar en su taxi a gente que escapaba»

Isabel Canto cuenta la historia de su abuelo Bartolomé, que desapareció en 1936 después de ingresar en un depósito carcelario

CHICLANA. Actualizado: Guardar
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Isabel Canto es la secretaria de la Asociación de Memoria Histórica y también una de las familiares de desaparecidos chiclaneros que se presentará como acusación particular en la querella argentina. Su abuela le contó cómo desapareció su abuelo, con 26 años, el 4 de septiembre de 1936 tras llevarse detenido dos meses en el depósito carcelario de la calle Frailes.

Bartolomé Canto era taxista y le detuvieron cuando transportaba en su taxi a varias personas que querían escapar de Cádiz al Campo de Gibraltar en el mes de julio. «Pararon el coche cerca de Chiclana y apresaron a todos los que iban dentro», cuenta Isabel. Después lo trasladaron a la calle Frailes, donde su mujer tenía que llevarle todo lo necesario para mantenerse, como comida o ropa.

«El 4 de septiembre ya él no estaba y a mi abuela le dijeron que se lo habían llevado en la saca de ese día. Desde entonces desconocemos su paradero». La esposa de Bartolomé se negó a firmar su muerte y se empezó a presentar a la gente como Ana Canto, con el apellido del desaparecido. «Hasta 1982 se negó a reconocer que era viuda, lo único que le quedaba para aferrarse a la lucha de saber qué había sido de su marido», cuenta esta activista chiclanera.

Heredera de esta historia, Isabel lucha ahora desde el colectivo para «sacar del olvido» a su abuelo, «cuando nunca has tenido sus restos, recuperarlos es como traer a esa persona a la historia», explicó.

Isabel Canto también comentó que para ella participar en la querella argentina es «cumplir el sentir y el deber de mi abuela y mi padre, que al igual que mucha gente, esperaron mucho para reclamar». Por eso cree que 70 años son suficientes «para poder gritar los nombres de los desaparecidos y no esperar más». La mayoría de familiares son nietos de los desaparecidos, como ella misma, e insiste en que su generación y las siguientes «tenemos el deber de no esperar más una reparación».