Despedidas. En la imagen superior, un hombre con la bandera republicana y el puño en alto se despide del historico dirigente. Abajo, el último beso de su mujer, Carmen, a la que sus conocidos definen como una mujer «recia y fuerte». :: EMILIO NARANJO / EFE
ESPAÑA

Un desfile sin fin de ciudadanos para decir adiós a Santiago Carrillo

El jefe del Ejecutivo no acudió a la capilla ardiente, pero sí Sáenz de Santamaría y representantes de todos los partidos

MADRID. Actualizado: Guardar
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Fue un goteo constante de personas. Políticos y representantes institucionales, intelectuales y artistas, pero también, y sobre todo, gente de a pie. Santiago Carrillo gozó en los últimos años de su larguísima vida un «reconocimiento general». Eso es al menos lo que sintió su familia, y así lo interpretó su hijo mayor, Santiago, ante la interminable cola que desde las 10.30 de la mañana y durante todo el día recorrió la calle Lope de Vega de Madrid desde la puerta del Auditorio Marcelino Camacho de Comisiones Obreras, donde se instaló la capilla ardiente, hasta el Paseo del Prado.

Rosa en mano, algunos, con el carné comunista, otros, o con las manos vacías, un inmenso reguero de ciudadanos avanzaba a paso lento frente al féretro del que fuera secretario general del Partido Comunista de España desde 1960 hasta 1982. En el escenario, además de su cuerpo, con traje, corbata roja, sus caracterísiticas gafas y un enorme paño comunista con la hoz y el martillo cubriendo sus pies, se encontraban su mujer, Carmen, vestidísima de negro, y sus hijos Santiago, José y Jorge, enteros y estoicos, recibiendo a toda persona que quiso acercarse a expresar sus condolencias, entre la bandera de España, la de la UE, la del PCE y la de la Comunidad de Madrid. No estaba la republicana. Lo suyo le costó en su partido reconocer la enseña rojigualda y la Monarquía.

Alfonso Guerra y Adolfo Suárez Yllana fueron los primeros en llegar, pero les seguirían muchos. La cúpula federal de Izquierda Unida y del PCE al completo; distintos miembros de la ejecutiva del PSOE, incluido su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, una representación reducida del PP con su vicesecretario de Organización, Carlos Floriano, y el vicesecretario de Estudios, Esteban González Pons; dirigentes de Esquerra Republicana, CiU, UPyD, PNV, políticos ya en el retiro, como Miquel Roca, Rodolfo Martín Villa, María Teresa Fernández de la Vega, e incluso el expresidente de la Generalitat de Cataluña Jordi Pujol.

Luces y sombras

El presidente del Gobierno, que el martes envió un telegrama a la familia, no se acercó, pero sí lo hizo Soraya Sáenz de Santamaría. A la entrada, la vicepresidenta se refirió a Carrillo como «uno de los muchos hombres» que participaron en la Transición, una de las pocas «luces» de un siglo que, dijo, tuvo «muchas sombras». Para Pujol, en cambio, el incansable político -que hasta el último día de su vida, y pese a no tener ganas ya ni de comer, quiso analizar con su hijo acontecimientos como la dimisión de Esperanza Aguirre fue, junto a Súarez, «la pieza decisiva» en el camino hacia la democracia.

En el patio de butacas, donde se iban sentando y levantando continuamente los visitantes, no había lugar para discusiones. «Yo de asuntos serios no sé nada -decía con los ojos húmedos Félix, un excompañero de partido de 86 años-; sólo sé que este compañero para mí es mi padre, me ha dado mucha cultura». Conoció a Carrillo reparando las máquinas en las que se escribían octavillas en «el comité» y ayer arrastró hasta la capilla a su amigo Carlos, 40 años más joven y al hijo de este. «Yo no soy comunista -apuntaba- pero Santiago era una persona que destacaba por su talla humana».

También Francisco, un jubilado de 74 años, se desvinculaba del comunismo. «A mí me ha traído aquí la valentía que tuvo don Santiago el 23-F junto a Adolfo Suárez y Gutiérrez Mellado».

Esta gente «humilde» es la que provocó las lágrimas emocionadas de Santiago hijo, en uno de los pocos altos que pudo hacer en el día para atender a la prensa. «Estamos abrumados ante tantas muestas de cariño, de tantos militantes, de hijos de compañeros de mi padre...», dijo «y también de vecinos del barrio de una ideología muy distinta, que no han dejado de visitarle».

Los restos del exsecretario general del PCE serán incinerados hoy en el cementerio de la Almudena.