NUEVOS EVENTUALES

Los miembros del Gobierno más reducido de la democracia tendrán el inconveniente de que, cuando se repartan las críticas, cabrán a más. Tienen encomendada la visión de relanzar a España, pero primero tendrán que buscar la plataforma de lanzamiento. El jefe del Ejecutivo cuenta con la confianza de los ministros por él elegidos, pero no a todos nosotros nos pasa lo mismo. ¡Hemos visto a tantos! La palabra, que tiene menos de una docena de acepciones en el diccionario, no debiera hacer olvidar a los nombrados su condición básica, que es la contingencia. Sus nombres figurarán a pie de página y en letras que precisan el auxilio de lupas, en los libros gordos de Historia. De esos que solo leen los historiadores profesionales. Gente admirable que aunque se quede boquiabierta ante algunos sucesos tiene prohibido abrir la boca de aburrimiento ante las más tediosas páginas. Digo estas cosas para corregir vanidades inmediatas. Góngora, como es natural, lo dijo más corto y mejor: «débanme el desengaño los pilotos».

El que gobierna la nave es Rajoy, al que le ha costado algún tiempo hacerse con el timón. Es un hombre sereno y reflexivo que nada tiene en común con el amable majadero al que legítimamente convocamos para llevarnos a buen puerto. Rajoy ha elegido a tecnócratas y, sobre todo, ha escogido como única vicepresidenta a Soraya Sáenz de Santamaría, que todo el mundo dice que es listísima y ojalá no desperdicie la ocasión de demostrarlo. La pequeña coronela tiene una biografía académica tan deslumbrante que puede cegar a los más cercanos. Ya el arcipreste de Hita, que se llamaba Juan Ruiz, escribió a mediados del Medievo, que dura lo suyo, el elogio de las dueñas chicas y enumeró sus propiedades, comparándolas con las de las calandrias y los ruiseñores. Observó que cantan «mejor que otra ave mayor». A todos los nuevos eventuales hay que desearles suerte. Por la cuenta que nos tiene, ya que va a tardar mucho en que nos salgan nuestras cuentas.