Sociedad

EL PORVENIR DE LOS VIRREYES

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La célebre fórmula de 'café para todos', tan bien acogida para corregir el terrible centralismo, se convirtió poco después en café con leche. Hasta que nos dimos cuenta de que la leche era muy mala. Si se tira del andrajoso atavío de la patria no tocamos más que a un retal por región. España es un país de distancias íntimas y parece que no da de sí para tantos virreinatos, para tantos guardaespaldas, secretarios, consejeros, conductores, hombres de confianza y demás parientes. Se ha dado cuenta hasta el señor Rajoy, que es lento como un diccionario abierto por la palabra tortuga. Ahora denuncia que las patologías autonómicas lastran la recuperación de la crisis. A buenas horas, mangas verdes. Ha tenido que aguardar a que todo vaya manga por hombro para proponer una revisión institucional. La madeja administrativa ahoga la energía de la sociedad civil.

Una cosa es hacer patria, aunque sea patria chica, y otra es hacer cuentas. Las nuestras no salen. Hay más parásitos que ventanas, pero ninguno quiere salir por ellas, aunque sepa que no podrá salir por la puerta grande. No pretendo decir que el experimento autonómico haya fracasado: lo que digo es que se ha inflado. El globo ha crecido tanto que hasta los políticos más obtusos piensan que hay que pincharlo. Confiemos en que no haga demasiado ruido, para no confundir el estrépito con el que los sindicatos preparan para este otoño, cuando las hojas caigan y las musas engorden. La huelga del 29 de septiembre, que si bien no fue general alcanzó una alta graduación, va a tener varios epílogos. La verdad es que la reforma laboral no puede entusiasmar a nadie, ni siquiera a los que no tienen trabajo. ¿Qué será de quienes han encontrado asilo laboral en las autonomías? De ningún modo es deseable que acudan a Cáritas. No podrían entrar. Ya hay en la benemérita institución 800.000 compatriotas haciendo cola.