En un anuncio de la red aparece supuestamente Samuel Martín en ropa interior ofreciéndose para mantener relaciones a cambio de dinero.
Sociedad

Las mil caras del cura Samuel

El sacerdote de Noez sospechoso de quedarse el dinero de la iglesia aparece como casado en páginas de contactos.

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A Samuel Martín le recordarán en Noez (Toledo) por ser el cura que instaló en la iglesia unas campanas automáticas, entre otros logros. También por llevarse, presuntamente, más de 20.000 euros del dinero de la parroquia, gastar en líneas eróticas y webs pornográficas e intentar vender un lienzo del XVII. Si esta historia no responde a un chantaje, el personaje del guión que se cuenta en Noez pedía sexo por internet y se ofrecía como prostituto bajo varias personalidades: Héctor, la fiera del sexo; David, «ardiente y cachondo»; y un hombre casado cuya esposa «está fuera». El Arzobispado de Toledo lo ha fulminado en el acto y el pueblo es un hormiguero de cámaras de televisión.

En Noez no saben dónde está, aunque Miguel espera que sea «muy lejos». Es uno de los mil vecinos de este un manojo de calles semivacías a unos 25 kilómetros al sur de Toledo. En las faldas de un monte, rodeado de los cultivos yermos de Castilla pervive desde hace unos días un pedazo del 'prime-time' de España. «Yo he salido en Ana Rosa», confiesa Amelia de la Fuente, vecina de la Casa del Cura, en la Plaza de la Constitución, frente a la iglesia. «Si eso es cierto, este hombre ha montado un lío muy grande, pero yo sé lo que me han contado, porque aquí era una persona estupenda». ¿Ni una fiesta? «Ni una. Los feligreses estábamos encantados con él. Era simpático, pero chapado a la antigua», asegura. «Le dimos mucha confianza, quizás demasiada». Ella lo tenía que saber todo de su vecino, o casi. Porque, pared con pared, está la casa en la que Samuel, de 27 años, se habría retratado en slips grises metiendo tripa para subir la imagen a la web: «Héctor, hombre hetero español, al servicio de tu felicidad. Chicas y parejas, bien dotado (15 centímetros), abierto a todo excepto al sado. No os arrepentiréis. Os haré gozar de felicidad», dice el anuncio.

Mariano Martín, agricultor, unos cincuenta años, ropa de caza y puro en boca, se parte de risa por la calle. «Esto ha sido el acabose en el pueblo». Desde septiembre, cuando Samuel llegó desde el cercano Gálvez para hacerse cargo de la parroquia de Noez y Totanés (el pueblo vecino), tomaba café con él todos los días a las 9:30. «Es un chico muy integrado. Se volcó con el pueblo y nosotros con él. Se reunía mucho con los jóvenes en las tertulias y parecía un buen hombre». Nunca se imaginaron que su historia en los medios hablara de todo salvo predicar con el ejemplo. «Delante de mí nunca dijo nada de una mujer y mi señora me cuenta que ni una mirada», asegura Mariano.

«Al fin y al cabo, era humano», dice María, otra vecina. La imagen del sacerdote en ropa interior da la vuelta a España mientras la verdadera indignación en el pueblo viene no tanto del escándalo sexual como de la posibilidad de robo. Mariano es miembro de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Salud, patrón del municipio, una de las cofradías afectadas. Según sus palabras, el agujero en los 17.000 euros podría estar en las cuentas de la parroquia (los vecinos temen que haya volado parte del dinero que pusieron en solidaridad con Haití). «Además, en nuestra hermandad faltaron 6.800 euros, 1.300 a Los Corazones y otros 150 a una tercera. A nosotros nos devolvió 5.000», asegura más serio. « Dicen que lo van a mandar a un monasterio, pero a este hombre deberían despedirle y ya está. O como se llame eso en los curas».

A los vecinos les preocupa también «lo del cuadro». Se trata, según dicen, de un lienzo del XVII en el que se representa a San Jerónimo y que no está «ni en la iglesia ni en la sacristía», dicen en el Ayuntamiento. «Es de autor desconocido, pero perteneciente a la escuela de algún pintor importante de aquella época. 9.000 euros, precio negociable», decía el reclamo que colgó supuestamente Samuel y que aún se puede ver en la red. En el teléfono de contacto, ayer no respondía nadie.