:: TEXTO: ARTURO CHECA :: FOTOGRAFÍA: EFE/STRINGER
Sociedad

La última sonrisa del cazador

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Nguyen Trong es desde ayer un héroe en su pueblo. Pero no sólo le rinden pleitesía en Quy Nhon, una humilde villa pesquera de Vietnam, sino que su nombre corre ya a los cuatro vientos por buena parte del país asiático. Un arponazo suyo ha servido para dar caza al gigantesco escualo de la foto, un tiburón de cinco metros, una tonelada de peso y ensangrentada panza. Inerte en la orilla, el tiburón parece aún lucir una sonrisa letal en sus entreabiertas mandíbulas, las mismas con las que en los últimos seis meses ha herido a dentelladas a 10 personas. Las aguas de la provincia de Phu Yen son ahora más tranquilas gracias a Nguyen. Aunque los niños, apretujados y timoratos, no se lo crean, curiosos pero a una prudente distancia de las fauces.

No le vendrán mal al humilde pescador los 400 dólares que las autoridades locales ofrecieron como recompensa por la captura del voraz predador, una pequeña fortuna en Vietnam. Como para no pagarse unas 'cañas' en la taberna de Quy Nhon. O mejor unas rondas de Bia Hoi, la cerveza de barril nacional, mientras relata una y otra vez su aventura a sus boquiabiertos vecinos.

Aunque a primera vista parece un tiburón blanco, los científicos estudian ahora a qué especie pertenece el cazador cazado por el valiente Nguyen. Los escualos no son tan fieros como los pintan. De las más de 375 variedades catalogadas en todos los océanos del mundo, sólo 30 han atacado alguna vez a seres humanos. Los más sanguinarios, el tiburón blanco, el tigre, el tiburón toro y el sarda. Devoradores en potencia.