ANÁLISIS

Un modelo ejemplar

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P ara detener a la cúpula de ETA en Bidart, en 1992, la Guardia Civil tuvo que trabajar en territorio francés de manera clandestina hasta localizar la reunión de la ejecutiva etarra. Confirmada la cita, el instituto armado se lo comunicó a la Policía Judicial de Bayona para que procediera a su arresto. Los agentes del entonces coronel Galindo tuvieron que ocultar su presencia al otro lado de la frontera, indicando que el dato sobre la reunión de Pakito, Txelis y Fitipaldi se lo acababa de proporcionar un confidente de confianza. Apenas un mes antes, las autoridades de París habían comunicado a una delegación encabezada por Rafael Vera, entonces secretario de Estado de Interior, su rechazo a crear brigadas mixtas hispano-francesas para combatir a ETA. El responsable francés de Interior, Philippe Marchand, se oponía, al igual que lo había hecho su antecesor, Pierre Joxe, ambos socialistas. «En lo concerniente a la constitución de brigadas mixtas, no es jurídicamente posible, ni en Francia ni en España», indicó en una carta a Corcuera.

Con el paso del tiempo, sin reconocerlo de manera abierta y oficial, las autoridades francesas fueron aceptando por la vía de los hechos la presencia de agentes españoles trabajando en su territorio al lado de los agentes galos, adelantándose a la regulación europea del año 2000 que estableció un primer marco para los equipos conjuntos de investigación penal en el marco de la UE. El trabajo operativo de las unidades conjuntas ha sido la clave de los éxitos antiterroristas. Se ha complementado con otras medidas en el ámbito judicial, como la regularización de las extradiciones, la aplicación de las euro-órdenes, la entrega temporal de presos o la aplicación del Convenio de Dublín. Aquello que Marchand consideró que no era «jurídicamente viable» es hoy el modelo de cooperación policial más exitoso de Europa. Por eso Sarkozy y Zapatero se han propuesto extenderlo a otros aspectos de la seguridad, como la delincuencia organizada, el terrorismo yihadista o la emigración ilegal. En esa cooperación contra ETA sigue existiendo un punto negro: el acceso inmediato a la documentación. Ayer, ambos presidentes volvieron a darle otro empujón.