GESTO. Leopoldo Fernández anima a sus seguidores durante una visita a Cobija, capital de Pando. / REUTERS
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Morales descabeza la rebelión Suramérica cierra filas con Bolivia Leopoldo Fernández Ferreira, discípulo aventajado del dictador Hugo Banzer

El Ejército boliviano detiene al gobernador de Pando, la región que lidera, junto a Tarija, la batalla contra el Gobierno por la independencia

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Ironías de la vida: el prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, detenido ayer por los militares encargados de imponer el estado de sitio en ese rebelde departamento boliviano, fue trasladado a La Paz en uno de los aviones utilizados por su principal enemigo, el presidente Evo Morales. Once personas más fueron arrestadas el lunes por su participación en los enfrentamientos del municipio pandino de Porvenir, que de acuerdo a un informe presentado por el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, se saldaron con 15 muertos y 37 heridos confirmados e identificados y «106 desaparecidos que según testimonios estarían heridos y con el riesgo de perder la vida».

El regente autonomista, acusado de genocidio por la «masacre», no se resistió cuando los soldados rodearon la sede de la prefectura sobre las 10.30 de la mañana y le trasladaron al aeropuerto.

Según el Gobierno, los once capturados, confinados en la capital boliviana, son cabecillas de los grupos de sicarios, funcionarios de la Prefectura y cívicos -organizaciones empresariales y civiles de derechas- autores de la matanza de Porvenir y responsables de la violencia en Filadelfia, Puerto Rico y Puente Cachuelitas. Al menos dos simpatizantes de Morales están en la lista de víctimas de la carnicería de Pando: Abraham Cuéllar y Miguel Chiquitín Becerra.

Cuando era conducido al vehículo que le trasladó al aeropuerto, Fernández fue abucheado con gritos de «fuera de aquí», mientras otra parte de la población le animaba con otros como «aguante, Leopoldo», un claro reflejo de la división que vive el país andino.

Su correligionario del ahora desaparecido Poder Democrático Social (Podemos), Pablo Bravo, también fue trasladado a la capital. La presidenta del Comité Cívico, Ana Melena de Suzuki, líder de los cívicos, era buscada por ordenar la toma del aeropuerto de Cobija. Desde la clandestinidad, De Suzuki declaró al diario El Deber que se estaban llevando a la capital del Estado «a gente querida» y que la detención del prefecto vulnera sus derechos. «Los bolivianos hemos perdido la libertad. A Leopoldo se lo llevaron como al peor delincuente», dijo.

Por su parte, el ministro de Defensa, Walker San Miguel, insistió en que se decidió detener al gobernador rebelde «para proteger la vida de la gente, la vida amenazada por los sicarios en Cobija y en Pando. Es por ese motivo por lo que se ha emitido un estado de sitio de carácter regionalizado y los resultados en cuatro días de la medida son altamente positivos».

«Defender la vida»

Sobre la captura del líder autonomista se pronunció el presidente al regresar de la cumbre del Unasur, que se celebró el Chile. Morales afirmó que la detención se realizó dentro del marco legal «y nadie puede oponerse cuando se trata de defender la vida, cuando se trata de defender el patrimonio del pueblo boliviano. Eso debe continuar. Ojalá las instituciones llamadas a juzgar, juzguen».

Respaldado por sus homólogos latinoamericanos, Morales aseguró que continuará el diálogo con el resto de los prefectos autonomistas y que también había convocado a los movimientos sociales. Sin embargo, un editorial de The Washington Post aseguraba que el líder indígena conduce a Bolivia hacia «la desintegración o a la guerra civil».

El país andino esperaba ayer con ansia la firma de un acuerdo de pacificación. Morales, receloso, insistió en que «no se trata de llegar a un pacto que después algunas regiones no acaten. En dos ocasiones he escuchado que se ha pedido que se levanten el bloqueo de caminos y sin embargo no lo hacen».

Tras la detención de Fernández se extendió el temor de que se complicará la negociación para alcanzar un acuerdo que ponga fin a la crisis, pues el gobernador pandino es miembro del Consejo Nacional Democrático (Conalde), al igual que Mario Cossío, representante de las regiones rebeldes y gobernador de Tarija. Reunidos en Santiago de Chile hasta casi la medianoche, los presidentes de diez países suramericanos condenaron ayer la masacre de campesinos ocurrida en el departamento de Pando, en Bolivia, respaldaron al gobierno de Evo Morales y rechazaron «enérgicamente cualquier intento de golpe civil» que atente contra la unidad de Bolivia.

Mediante un comunicado de nueve puntos, «los países integrantes de Unasur» -Unión de Naciones Suramericanas- expresaron su «pleno y decidido apoyo al gobierno constitucional de Morales», repudiaron la violencia y «los ataques a las instalaciones gubernamentales y a la fuerza pública» e instaron a investigar la matanza.

También propusieron designar una comisión regional coordinada por la presidenta chilena, Michelle Bachelet, para trabajar en una mesa de diálogo. Al prefecto de Pando, Leopoldo Fernández Ferreira, lo llaman desde este semana el carnicero de Porvenir. Se le presupone ser el cabecilla de una conspiración que derivó en la masacre de campesinos. Por esa razón, el gobernador era ayer obligado a trasladarse de la gobernación a la cárcel. Y a juzgar por cómo se presenta al panorama, parece que el cacique autonomista, con espolones forjados en 29 años de vida política, no se librará de cumplir sin posibilidad de indulto la pena máxima que existe en Bolivia: 30 años de prisión.

Fernández nació el 22 de mayo de 1952 en Cobija, la capital del departamento amazónico que gobierna. Estudió en la Universidad Mayor de San Andrés, pero no llegó a licenciarse. Militó en Acción Democrática Nacionalista (ADN), fundada por el coronel y ex dictador Hugo Banzer.

En el Gobierno

En 1979, con 27 años, fue elegido parlamentario. Desde entonces, su vida ha estado ligada a la política. Leopoldo Fernández Ferreira fue diputado en tres ocasiones y senador en cuatro. También fue ministro durante el breve mandato de Jorge Quiroga (2001-2002), quien pasó de la vicepresidencia a la presidencia tras la enfermedad y posterior muerte de Banzer (1997-2001). Precisamente, el coronel y Quiroga fueron sus aliados en la vida política.

Casado y con seis hijas, ganó con esas credenciales la prefectura de su departamento natal en las últimas elecciones representando a Poder Democrático y Social (Podemos), organización fundada por el propio Quiroga, que aunó la agrupación Alianza Siglo XXI con más de 40 grupos de ideología derechista y autonomista.