Turismo

Como Pedro por su casa

Para muchos turistas el mejor recuerdo de sus vacaciones está dentro del hotel y por ello se las ingenian para sacar a escondidas determinados utensilios que de paso sirvan para decorar su vivienda o ahorrar en la vuelta a la rutina

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Se ha convertido en una práctica habitual que los clientes de los hoteles se lleven las toallas y albornoces de la habitación. Algo que en estas fechas, ante la llegada masiva de turistas, hace que las empresas se planteen la creación de una partida presupuestaria especial para cubrir los gastos que se producen por no sobrellevar las tentaciones.

Y es que cualquier persona quiere llevarse a casa un objeto que le recuerde los buenos momentos de las vacaciones. Sin embargo, en ocasiones la mano es demasiado larga y el recuerdo más bien es una necesidad de la casa cubierta.

Manuel, recepcionista del hotel Barceló de Sancti Petri, ha visto cómo con los años de la toallas de baño se ha pasado a «a las toallas de la piscina y cada vez resulta máscomplicado que no se las lleven. Pero lo que más me ha llamado la atención es que una señora se quería llevar el florero que adornaba la habitación. Fue complicado que entrara en razón porque una cosa es que se lleven las flores pero el florero es propiedad del hotel».

Aunque parezca que las personas se fijan en utensilios pequeños y fáciles de reponer, lo cierto es que la avaricia en muchas ocasiones va más allá de los ceniceros de la entrada y la pericia en estos casos está en saber poner freno para que no te llamen la atención.

Patricia, del hotel Montanera Plaza de Los Barrios, se vio en una situación comprometida al ver salir a las novias de unos empresarios, que habían acudido para cerrar varios negocios, con unos bultos extraños en sus bolsas. Al ir a la habitación se dio cuenta de que faltaba toda la ropa de cama. Para Patricia «fue algo embarazoso pues al ir a decírselo ellas lo negaban todo y entonces tuvimos que ir a los novios para expresar nuestra queja si hiciera falta a la empresa. Finalmente la ropa de cama volvió a aparecer en el lugar que le correspondía».

La capacidad de sorprender de los turistas van más allá de colarse seis personas en una habitación para dos o de rellenar con agua del grifo las botellas del minibar. Hay situaciones en las que tanto Manu como Patricia han tenido que saber lidiar con los turistas pues como afirma Manu «hay veces en las que te preguntan qué pueden hacer con los niños y nosotros somos un hotel no una guardería y explicarlo en ocasiones es complicado». Lo de Patricia es algo más difícil porque «una no sabe la temperatura exacta en la que está el agua de la piscina y les digo que dependerá de la del día».

La mímica en estos casos es muy socorrida y de ello sabe bien Mari Carmen del hotel Playa Luz de Rota, sobre todo para «decirle a un ruso que su cartera se la había encontrado otra persona».

En cuanto a los caprichos de los clientes lo que más le llama la atención a Mari Luz son «aquellos que piden una habitación en la que la cama tiene una orientación concreta y si no la hay no le importa cambiarse al siguiente día a otra habitación. Luego te confiesan que es que en su casa duermen de una determinada manera y si no es así les cuesta descansar».