UNA FAMILIA. Varios miembros de la familia Benítez y otros trabajadores acudieron ayer a la nave principal. / FRANCIS JIMÉNEZ
Ciudadanos

La fábrica de Picos Ye-yé suspende la producción y está al borde del cierre

La dirección reclama a un distribuidor más de 550.000 euros y lleva dos meses sin pagar a sus 17 trabajadores La empresa gaditana pide ayuda a las administraciones

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A la Panificadora Cohollero SL, más conocida en toda la provincia como la fabricante de los Picos Ye-yé y con décadas de historia a su espalda, se le han vuelto en su contra todas las supuestas ventajas de la economía. El reverso oscuro de la bonanza en forma de crisis general. De pronto, y tras una carambola provocada por facturas cruzadas, impagos y pagarés devueltos, Juan Benítez y 16 trabajadores más de la planta principal de producción (la empresa emplea a más de 40 personas y a esta cifra ascendería el númer final de afectados) se han encontrado con que no tenían harina, gasoil ni luz para seguir moldeando sus productos porque no hay dinero para sufragarlo.

La culpa la tiene un agujero valorado en unos 550.000 euros (91 millones de las antiguas pesetas) que provoca que los bancos no dejen ningún resquicio para al alivio al tragarse todos los recibos que van llegando a cuentagotas. Los empleados llevan dos meses sin cobrar y de la nave de la empresa en el Polígono El Trocadero (Puerto Real) no sale una sola bolsa nueva desde hace dos semanas. «No sabemos cuánto podremos aguantar porque ya no me traen carburante para que las máquinas funcionen y no tengo ni para pagar los dos recibos que debo a la petrolera», resume Juan Benítez.

A su alrededor, y pese a lo que pudiera pensarse de una compañía que no les paga, una decena de trabajadores arropa al patrón «porque sabemos que la culpa no es suya». Curiosamente, Benítez incluso les animó a denunciarle ante Trabajo por el impago de las nóminas. «Así se garantizan cierto dinero en caso de que esto acabe mal». Hay excepciones: Francisco Manuel y Juan Jesús (los dos hijos que trabajan con Juan en la planta) no se rinden. «Les he dicho que me denuncien, pero nada», insiste el cabeza de familia.

¿Y cómo se ha llegado hasta aquí? La culpa lo tiene una antigua fortaleza. De un tiempo a estaparte, Cohollero SL abastecía de sus productos a grandes empresas como Carrefour, Makro, Champion, etcétera. Básicamente, les elaboraba los picos de marca blanca (los que se venden bajo el sello de la propia multinacional). Eso suponía muchos beneficios y un futuro tranquilo a la empresa, que incluso ya había puesto la primera piedra en el mercado japonés.

Efecto boomerang

Pero ponerse en manos de las grandes firmas sólo se consigue a través de intermediadios. Juan Benítez confió en Productos Regionales Artesanos SL, una empresa con sede en Madrid que se encarga de conectar a las macrosuperficies con pequeñas empresas de corte tradicional. La relación databa de hace 10 años «y nunca, absolotamente nunca, habíamos tenido un problema», subraya Benítez.

Hasta hace unos meses. El encarecimiento de las materias primas (la harina pasó de costar 0,24 euros el kilo a suponer 0,43 en pocas semanas; del gasoil o de la luz no hace falta dar muchos detalles) empujó a Cohollero a aplicar una subida de los precios a finales de año. Al principio, y siempre según el relato de la empresa puertorrealeña, no hubo problemas.

Sin embargo, no los hubo porque la empresa intermediaria paga en un plazo de 120 días. La última factura cubierta data de diciembre, con lo que la contabilidad no notó nada hasta finales de abril. Entonces llegaron los primeros pagarés devueltos de los bancos y Benítez ha presentado dos requerimientos notariales al supuesto deudor. Mientras tanto, en esos cuatro meses de carencia se entregaron toneladas y toneladas de picos gratis. La bola crecía y nadie se dio cuenta. Ahora, Benítez explica que la distribuidora ofrece empezar de cero, «olvidarnos de esos 90 millones de pesetas y, además quieren que les paguemos la multa que les ha metido Carrefour por no recibir la producción y unos diez millones que les debemos nosotros. De los 80 restantes, nada de nada y para nunca».

La situación parece estancada, «y nosotros sólo pedimos que alguien haga fuerza, que nos ayuden a recuperar nuestro dinero», confía Juan Benítez.