ACCIÓN. Anne Hathaway sustituye a la insustituible Bárbara Feldon, mucho más dura y menos 'encantadora' . / LA VOZ
Cultura

Regresa el agente más torpe

Maxwell Smart, el James Bond de pacotilla por excelencia, renace de sus cenizas para llevar al cine la serie de culto ideada por Mel Brooks y que popularizó el zapatófono

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Es un secreto a voces que en Hollywood escasean las ideas. O no hay ganas de arriesgarse apostando por producciones diferentes. La proliferación de remakes

es alarmante, hasta el punto de que un cineasta reconocido como Michael Haneke rehaga su propia película, Funny Games, diez años más tarde, plano a plano, como si tal cosa. La meca del cine fagocita ideas de la literatura, el cómic y los videojuegos sin ton ni son, sin olvidarse de la televisión, recuperando series de culto siempre que puede, aunque la mayoría de los saltos de la pantalla pequeña a la grande se han dado soberanos trastazos: Los vengadores, Thunderbirds, Embrujada... Le toca el turno al mítico Superagente 86, mientras uno se pregunta si dentro de unos años harán lo propio con Los Soprano, por poner un ejemplo, o con Betty la fea, mientras aún colea en nuestras taquillas la empalagosa Sexo en Nueva York.

El Superagente 86 Maxwell Smart, es el elegido para adaptarse a los nuevos tiempos. El despistado espía, un James Bond de pacotilla, creado por el genio del humor Mel Brooks y su colega Buck Henry a modo de parodia de los filmes de espionaje, cambia el rostro de Dom Adams por el de Steve Carell, popularizado gracias a Virgen a los 40 y Pequeña miss Sunshine. La serie de televisión se emitió desde el año 1965 a 1970, contando con más de un centenar de episodios donde había guiños a películas imperecederas como Casablanca o La ventana indiscreta. Incluso los seriales de la competencia, como Los vengadores o El fugitivo, estuvieron en su punto de mira. Ganó numerosos Emmy y Globos de Oro, e incluso hubo un intento de retomar la idea en 1995, en el 25 aniversario de la cancelación de su programación en la NBC, sacándose de la manga al hijo del entrañable personaje, aunque el proyecto se estrelló. Ahora, la cartelera recibe un nuevo lavado de cara de la disparatada serie en toda regla, a lo grande. La pericia ha corrido a cargo de Peter Segal, responsable de cintas como El clan de los rompehuesos, 50 primeras citas o Ejecutivo agresivo. El agente Maxwell Smart, tan entusiasta como patoso, icono de la cultura pop, famoso por el empleo del zapatófono, un gadget magistral que nuestros queridos Mortadelo y Filemón ya utilizaban tiempo atrás en sus historietas, se ve envuelto en una misión para desbaratar un complot de su gran enemigo, Kaos, el mayor sindicato del crimen del planeta.

El enemigo en casa

Bajo las órdenes de la agencia de

espías norteamericana Control, parodia evidente de la CIA, el Superagente 86 y su inseparable compañera de fatigas, la Agente 99 (dicen que la censura no permitió que se llamase 69), debe emplearse a fondo para acabar con la amenaza, aunque su modus operandi sea tan desastroso que, en ocasiones, entre risas, el torpe antihéroe se revele como un ciclón más peligroso que su temido enemigo. Al jefe de Control, encarnado por Alan Arkin, no le queda otra opción que ascender al impredecible Maxwell Smart y le asigna otra pareja para formar equipo, la Agente 99, tan adorable (aunque no tanto como Barbara Feldon) como letal, a quien pone rostro la emergente Anne Hathaway.

Sin apenas experiencia sobre el terreno, ambos se ven en la ardua tarea, casi accidental, de salvar el mundo. Una vez más. Como han hecho toda la vida.