Laberinto andaluz
HUBO un tiempo político en el laberinto andaluz que el paso del tiempo lo convirtió en notable rozando lo mítico. Siempre sucede inevitablemente en las confrontaciones entre el presente y el pasado. Al final, en muchas ocasiones, el veredicto definitivo es ni tanto ni tan calvo y la propia insistencia de lo cotidiano y lo previsible le pone sordina a lo nuevo e imprevisto para reducirlo a simple anécdota anclada / reducida a un periodo.
Actualizado: GuardarEn fin, estamos hablando de la transición política, en la franja de finales de los setenta y primera mitad de los ochenta.
En la dura dialéctica derecha-izquierda de la época, en pleno declive físico del general Franco, surgió un movimiento político en grupos de jóvenes inquietos de las clases medias burguesas y de huérfanos ideológicos más maduros que quedaron descolgados de las fuertes y radicales tendencias reivindicativas que preconizaban un cambio absoluto en lo político, en lo cultural y en las relaciones sociales.
Lo llamativo de aquel primer grupo joven y urbano fue que su apuesta se sustentaba en la reivindicación de sentimiento andaluz como pueblo y como proyecto político. Algo insólito en la historia de la política nacional.
Y así surgió el Partido Socialista de Andalucía (PSA), para dejar paso al Partido Andalucista (PA), tras el primer batacazo electoral del primero. Después siguieron muchos más.
La sorprendente historia de la derrota permanente del andalucismo es notoria y conocida por lo reciente. Un andalucismo que llegó a estar en el poder juntero formando coalición con el poderoso socialismo andaluz.
Al día de hoy, las borrosas huellas andalucistas apenas se mantienen difusas en una memoria colectiva cada día más reducida, con todos sus líderes históricos desaparecidos en la práctica tras la dura línea de actuación del PSOE, quien, sorprendentemente, a estas alturas de la epopeya política reivindica un «andalucismo reformador» y su figura central, la memorial del notario Blas infante, que puede galvanizar la política andaluza de los tiempos inminentes que llegan.
El PSOE sabrá por donde camina y cuál es su estrategia, pero no hay dudas: le echa un pulso al «andalucismo español» de los populares. No los más veteranos recuerdan algo parecido.