Los 'sin ropa' pasean por Cádiz

Noche templada de verano en el Paseo Marítimo de Cádiz. En un banco, varias señoras toman el fresco sin mirarse y, entre ellas, una sin ropa, sentada como Dios la trajo al mundo. La presencia de su desnudo es el denominador común de la muestra Nakedness -desnudez- que propone José Varela en la Kursala del Aulario la Bomba y que supone un sutil aunque contundente punto de interrogación en la percepción cultural del cuerpo.

Sin escándalo y con el sosiego que aportan las composiciones cotidianas, la carne irrumpe educada en las imágenes de José varela. Con su tranquilidad casi paradisíaca y al calor de la indiferencia de los vestidos, la única vergüenza que cabe es la de un espectador atormentado -si acaso- por las pesadillas frecuentes en las que casi todos se han encontrado en el colegio, en el bar de debajo de casa o en el colegio, avergonzados y en pelotas. Será por eso que casi no rechina en los tabús sociales una feligresa tomando la comunión en una boda con los pechos al aire, o un camarero sirviendo una cerveza en un cóctel de ejecutivos encorbatados y con los ojos tapados con una mancha negra, como todos los vestidos de la exposición.

Esas son las escenas que José Varela (Cádiz, 1974) ha plasmado en ocho fotografías de gran formato que se pueden escrutar desde ayer en Cádiz. La propuesta de Varela supone -como él mismo explica en los principios de su ejercicio- varios saltos artísticos. Uno de ellos consiste en cambiar la percepción de la desnudez al sacarla del espacio cerrado donde han posado cuerpos desde hace siglos. El clásico diván de estudio donde posaron las majas de Goya deja atrás sus paredes y el cuerpo humano despojado de vestiduras pasa a ser parte de un escenario urbano: un bar, una recepción, una iglesia... Con esa dicotomía juega el propio título de la muestra en inglés -Nakedness-: el desnudo del cuerpo despojado de sus ropas (naked) frente al desnudo artístico (nude).

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