Cultura

El sonido de la oscuridad

El segundo disco de Burial acierta a fijar las pautas que han de regir la música electrónica en los próximos meses

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Hubo un tiempo en que la electrónica se extendió en el horizonte de la música pop y pugnó con el rock como tendencia primordial a la hora de buscar posibles cambios evolutivos para entender el progreso desde un punto de vista más acorde con el avance tecnológico. Aquellos momentos de apogeo pasaron página y hoy la bravura de las guitarras eléctricas o la templanza de los instrumentos acústicos se han vuelto a adueñar de los gustos tanto elitistas como populares. Por supuesto que la alta tecnología se ha insertado, bien como refuerzo interno o como decoración, entre los códigos del rock pero la música electrónica pura ha vuelto a sus laboratorios de investigación o se ha dejado encerrar entre las cuatro esquinas de una pista de baile. Aunque inducida, eso sí, por una fidelización cada vez o más exigente o más numerosa según el entorno de aceptación.

Todo ello conduce a un panorama cada día más subterráneo del que es difícil extraer corrientes renovadoras con un mínimo poder de propagación. Además, al igual que ocurre con el rock, ya empiezan las tendencias a girar en torno a círculos viciosos y repetirse cada cierto tiempo aunque parezca que cambien de uniforme. Y ahora, después de mucho tiempo de penumbra, un nuevo término traspasa fronteras mediáticas. Es el dubstep, un estilo que utiliza la técnica del dub, desarrollada en Jamaica en los tiempos de eclosión del reggae y consistente en hacer resaltar la parte rítmica de una mezcla y rellenar los huecos con efectos de estudio, para conciliar el encuentro entre espacios de diferentes tonalidades y orígenes: voces desfiguradas intercaladas entre impresiones sonoras abstractas que gravitan sobre fondos turbios y enfermizos configuran un sonido que ha rehabilitado la fórmula del trip-hop.

El segundo disco de Burial, Untrue (Hyperdub-Decoder Muzique), se prevé como bandera transgresora del género. No se sabe quién esconde su identidad y rostro bajo ese nombre, pero tan misterioso personaje ha sabido cómo esquivar la presión derivada de la repercusión que alcanzó su primer álbum -Burial (2006)- y planear una fuga encubierta con objeto de traspasar los límites del género que él mismo ha contribuido a definir y realizar un viaje íntimo e introspectivo hacia las profundidades de la consciencia. Sobre bases arrítmicas entrecortadas reproducidas a velocidad moderada se sujeta una cadena de sonoridades vaporosas y crepitantes donde se entierran signos de vudú furtivo y ondulantes voces de ultratumba para dibujar un paisaje oscuro e inquietante, tenso y espacioso, pero despejado y cautivador. Como algunos han acertado a apuntar, Untrue es el disco que Massive Attack o Tricky deberían haber publicado este año.