«Me sentí a salvo al ser repatriado, pero volveré a Wuhan en cuanto pueda, allí está mi trabajo y mi nuevo hogar»

Antonio Sevillano, uno de los 21 repatriados de Wuhan, pasa con ABC su primer día de «libertad» tras la cuarentena en el Hospital Gómez Ulla

Antonio Sevillano posa para ABC en el Parque del Reitro de Madrid MAYA BALANYA

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Salió del hospital Gómez Ulla poco después de la una de la tarde. Cargado con dos pesadas maletas e impecablemente vestido (camisa azul a rayas, pantalón beige y zapatillas a juego), Antonio Sevillano no salió desesperado a tomar el aire, ni siquiera a mirar el cielo azul que tanto añoraba desde la minúscula ventana sobre la que se recostaba durante los días de cuarentena para hablar por teléfono y ver la vida pasar a tráves de lo que le contaban los otros. El fuerte taconeo de unos pasos, el sonido del semáforo que autoriza el paso del peatón y hasta la desafinada guitarra de un artista callejero de La Latina le parecían milagros... Son las pequeñas cosas que se valoran cuando se está en una situación tan extrema como la de un encierro forzado , como la de un preso que cumple condena siendo inocente.

Pese a ello, cuando el taxi se paró en la puerta del hospital, Sevillano se tomó su tiempo para despedirse de sus compañeros. Tenía autorización para salir desde las 10 de la mañana pero esperó, sintió la necesidad de acompañar en la rueda de prensa final a Pedro Morilla, director deportivo del club Wuhan Three Town, donde Antonio es entrenador de la cantera Shangwe. « Corresponde hacerlo, hay que cumplir con los compromisos », le explicaba a ABC.

En esa línea de rectitud y respeto hacia sus compañeros, así como hacia todo el personal del hospital, Antonio pasó los 14 días de cuarentena. La planta 17, ocupada por los 21 repatriados que aterrizaron en la base de Torrejón de Ardoz el pasado viernes 31 de enero, se convirtió en una especie de campo de juego al que se llevó los valores del fútbol, los mismos que transmite a sus «chavales», primero en el Betis y ahora en Wuhan, « zona cero » del coronavirus que ha contagiado a 52.324 personas y ya se cobró la vida de 1.368.

«Parecíamos los Rolling »

« Entereza, perseverancia, paciencia », enumeraba este entrenador. Todo ello ha conseguido desarrollar en el encierro. «También he podido conocerme más a mí mismo, si es que cabe, porque ya tengo 40», bromeaba, a ratos, este sevillano que salió del hospital completamente embotado, como si hubiera pasado un «jet lag» eterno y que no fue fruto del viaje de 30 horas que hizo desde Wuhan a Madrid (con escala en Londres). Unas dos horas después de salir del hospital, en la hora punta de tráfico en Madrid y con la Puerta de Alcalá en todo su esplendor, Sevillano suspiró, miró hacia arriba y dijo: «Ahora mismo me doy cuenta de que estoy en Madrid, no había sido consciente hasta este momento» .

«Llegué de China, nos subieron a un autobús y el despliegue policial fue inmenso, parecíamos los Rolling...D e allí nos fuimos directo al hospital...Por eso no recuerdo haber estado en Madrid hasta ahora mismo; perdí la sensación de calle por completo », decía este sevillano nacido en Marchena mientras se restregaba sus enormes ojoz azules una y otra vez.

Si bien bromeaba con que la cuarentena fue una especie de «retiro espiritual» en la que pudo incluso hacer ejercicio todos los días (fue él, de hecho, el «responsable» de la sala de «crossfit» habilitada esos días) salió del hospital agotado. El paso de los días sin poder hacer una vida normal sumado al estrés, no por su salud, sino por la incertidumbre de cómo estaba su gente de Wuhan, hicieron que saliera del hospital derrotado. Y eso que no había perdido, ya que esta historia tuvo final feliz. Fue de las primeras cosas que le dijo su médico nada más entrar: «Sois personas sanas». Y en la misma línea se pronunció esta mañana Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad en la rueda de prensa posterior a la salida de los repatriados: «Vinieron sanos y se van sanos».

«Jamás le tuve miedo al virus»

Y para él nunca fue de otra manera: «Jamás le tuve miedo al virus, jamás pensé que podría llegar a estar enfermo, en todo caso sentí respeto, pero nada más».

Otro sentimiento recurrente fue el de la desorientación. Caminar por los pasillos del hospital, « al que le faltaban metros para andar », bromeaba Sevillano, se convirtió en un paralelismo con las calles de China. «Llegué a tener momentos de mucha desorientación, recordé en el hospital las calles de Wuhan; la sensación de estar en un lugar extraño donde no conoces nada ».

Los colores empezaron a venirle a la cara (y también la sonrisa) cuando a la salida del hospital pudo sentarse en un restaurante con el Teatro Real de fondo en el que pidió lo que había ansiado como nunca antes: un chuletón. « Y eso que no hemos comido nada mal en el hospital », relataba. Allí, incluso, recibieron algunos homenajes, como cuando llegaron al ecuador de la cuarentena y les preparon una tarta de chocolate con el «sello» del Gómez Ulla.

También recibió regalos de su familia. Sus padres viajaron de Gines (Sevilla) a Madrid siempre que pudieron para ver a su hijo. «No he llamado a mi padre aún», lamentaba este entrenador horas después de salir. Otra vez lo achacaba al embotamiento. « Parece que me han dado un sartenazo en la cabeza », decía. Sevillano marchará a su tierra para reencontrarse con sus familiares y amigos pero tiene muy claro que su hogar es otro, el mismo donde está su trabajo, donde está su carrera profesional y su gente: «Me sentí a salvo al ser repatriado, pero volveré a Wuhan en cuanto pueda, allí está mi trabajo y mi nuevo hogar».

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