Vista general de un plato de carne de perro listo para servirse en un restaurante en la ciudad de Yulin, en la provincia de Guangxi
Vista general de un plato de carne de perro listo para servirse en un restaurante en la ciudad de Yulin, en la provincia de Guangxi - EFE

Once millones de firmas piden prohibir el festival de carne de perro de China

Bajo una fuerte polémica, durante estos días se comen 10.000 canes en la ciudad sureña de Yulin para celebrar la llegada del verano

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Un año más, y para celebrar el solsticio de verano, esta semana tiene lugar en China el controvertido festival de carne de perro de Yulin. Ubicada en la región sureña de Guangxi, en dicha localidad se devoran durante estos días unos 10.000 perros y gatos, que son encerrados en jaulas cochambrosas y luego despellejados y ensartados en los puestos de comida. Para acelerar su sangre y que su carne sea más jugosa, los perros son apaleados con barras de metal y posteriormente descuartizados, lo que provoca las indignadas protestas de los grupos defensores de animales.

Como cada año, las terribles imágenes de los perros en el festival de Yulin están dando la vuelta al mundo y empañando aún más la imagen internacional de China.

Pero no todo el mundo apoya el consumo de carne canina en este país, donde una campaña ciudadana ha recogido ya once millones de firmas para prohibir dicho festival. Liderada por el diputado Zheng Xiaohe, se trata de la iniciativa ciudadana que más respaldo ha logrado jamás en China.

Aunque comerciar con carne de perro es legal en este país, donde se calcula que cada año se consumen diez millones de estos animales, una encuesta de la agencia estatal de noticias Xinhua muestra que el 64 por ciento de los consultados (con edades comprendidas entre 16 y 50 años) apoya la suspensión permanente del festival de Yulin. Otro 51,7 por ciento, entre los que se incluyen residentes de dicha localidad, también quiere que se prohíba comer carne de perro, mientras que un 69,5 por ciento asegura que jamás la probado.

Aunque comer perro no es habitual en China, su carne se puede encontrar en algunos restaurantes, sobre todo de provincias fronterizas con otros países donde sí es más frecuente, como Corea del Norte o, en este caso, Vietnam. En total, se calcula que en Asia se consumen anualmente unos 30 millones de canes.

Los comerciantes de Yulin se defienden amparándose en que este festival de carne de perro, que se acompaña de lichis y cerveza, es una tradición para celebrar la llegada del verano. Pero los activistas a favor de los derechos animales aseguran que su origen se remonta a 2010 y que su único objetivo es económico, no cultural. Por la indignación generalizada que causa, tanto dentro como fuera de China, las autoridades de Yulin se están desligando de dicha fiesta, que aún sigue atrayendo a numerosos visitantes y curiosos. Además, según denuncian los grupos defensores de los animales, la mayoría de estos canes son mascotas domésticas robadas por todo el país y transportadas hacinadas, sin apenas comida ni agua, durante cientos de kilómetros hasta Yulin.

A modo de experiencia antropológica, este corresponsal ha probado la carne de perro en dos ocasiones. La primera vez en un banquete oficial con las autoridades de Chongqing, una megalópolis industrial del suroeste de China bañada por el río Yangtsé y próxima a la presa de las Tres Gargantas. Debidamente troceado y servido con una salsa muy sabrosa, podía pasar por cerdo. La segunda vez fue en un restaurante estatal de Pyongyang, en Corea del Norte, donde era el componente principal de una especie de sopa de picadillo bastante insípida. Pero, al margen de su sabor o de lo inhumano que resulta su comercio, lo cierto es que da bastante reparo comerse al mejor amigo del hombre.

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