Cárcel para una canguro por permitir abusos de un anciano a una niña

Llevaba a la menor, de seis años, al bar, en un pueblo de Lérida, donde «un señor» le daba «besitos y dinero»

Agentes de los Mossos en una imagen de archivo Efe /Video: Una niñera es condenada en Lérida por llevar cada día al parque a una menor para que abusaran de ella

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La «asquerosa» escena –en definición de un mosso testigo de los hechos– se repetía con asiduidad en la terraza de un bar de la plaza central de un pequeño pueblo de Lérida. La canguro llevaba a la niña, de seis años, a la mesa donde estaba sentado el anciano. El hombre colocaba a la pequeña sobre su regazo, la cogía por las nalgas, la apretaba contra su cuerpo y le daba besos en la boca, pese a los evidentes gestos de rechazo de la menor.

Mientras esto sucedía la cuidadora esperaba, vigilante, a unos metros. Luego, el hombre daba unas monedas a la niña, que ésta entregaba a su canguro.

Sucedía a plena luz del día y en la plaza más céntrica del pueblo, lo que evidentemente encendió las alarmas en la localidad. Se percató de ello una vecina que, en una declaración en el juicio «totalmente congruente sin dudas ni vacilaciones» –todos los entrecomillados son extractos literales de la sentencia de la Audiencia de Lérida– explicó que la tarde del 2 de marzo del 2015 vio los hechos antes descritos. Y le pareció una conducta «totalmente inapropiada», que luego le contó a una amiga suya, también vecina de la localidad.

Y, efectivamente, esta señora pudo contemplar la misma escena en días sucesivos, con lo que decidió contárselo a su marido, un agente de los Mossos d’Esquadra.

Dispositivo de vigilancia

El matrimonio volvió al lugar de los hechos, que se reprodujeron de forma casi idéntica, ante lo que el agente decidió ponerlo en conocimiento de su superior. Así pues, la tarde del 9 de marzo los Mossos montaron un dispositivo de vigilancia. Como la escena volvió a repetirse, los agentes detuvieron al octogenario y a la canguro, pues esta era «totalmente consciente de lo que estaba sucediendo», según explicó el sargento del operativo en el juicio.

Este mando policial no tuvo dudas al describir en el juicio lo que había sucedido aquellos días en aquella terraza: el contacto entre el individuo y la menor era de naturaleza sexual, y la acusada era quien controlaba y vigilaba el entorno mientras se producían los abusos sexuales.

También lo tuvo claro el tribunal en su sentencia, pese a que la acusada, en su declaración en el juicio que hizo por videoconferencia desde Rumanía –de donde es originaria– lo negó todo, a diferencia de sus declaraciones anteriores ante los Mossos y en fase de instrucción, donde sí había reconocido que el hombre le daba dinero: «La Sala no alberga duda alguna de la naturaleza sexual de los actos llevados a cabo sobre la menor, excediendo lo que podría ser una simple muestra de cariño», recoge el fallo de la Audiencia de Lérida.

Eran actos «plurales y repetidos», entre una niña de seis años y un octogenario, entre los que, además, no había ningún tipo de relación familiar o de cercanía.

Declaración «natural y creíble»

Pero la Audiencia de Lérida no solo sostiene su sentencia condenatoria en las testificales de vecinos y policías. También se apoya en las fotografías aportadas por los investigadores –donde se evidencian los abusos y la colaboración de la canguro– y en el propio relato de la menor.

La niña, en una declaración antes del juicio y aportada como prueba preconstituida, relató de forma «natural y creíble» lo que había vivido durante aquellos días. La pequeña vivía con su padre y con la cuidadora, que era quien la despertaba por las mañanas, la peinaba, le daba la comida, la llevaba a la escuela y luego la recogía, para después ir al parque a jugar con los niños.

También explicó que «pasó algo» con «un señor» del pueblo, que siempre va con él a un bar, y que «siempre le da besitos y dinero». La pequeña describió también que se sentaba en su regazo y el hombre la apretaba un poco y le daba besos en la boca. Relató la menor que no le gustan los besos de ese señor, y que le daba dinero. Cinco o diez euros con los que «se compra chuches», según la sentencia.

Por todo ello, la Audiencia de Lérida ha condenado a tres años y un día de cárcel a la cuidadora como cómplice de un delito continuado de abuso sexual a un menor de 13 años. El abusador, octogenario, no pudo ser finalmente juzgado por su demencia sobrevenida.

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