RIESGO. La curva en la que perdieron la vida los cuatro jóvenes de Algeciras. / FRANCIS JIMÉNEZ
Ciudadanos

El accidente de Vejer ocurrió en un punto negro con escasa señalización

Tráfico controla con radar 12 de las 58 zonas de alta siniestralidad de las carreteras gaditanas, que sumaron ocho muertos y 200 accidentes en 2007

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El sistema de radares fijos reduce la siniestralidad al volante, lo han confirmado en reiteradas ocasiones responsables de la Dirección General de Tráfico (DGT) y ésa es una de las razones por la que cada año se instalan nuevos controles. La cuestión es que, si son tan efectivos, ¿por qué no cubren los principales puntos negros?. El fatídico kilómetro 36,5 de la N-340, en el que el pasado domingo perdieron la vida cuatro jóvenes, es uno de los tantos que cada año acumula accidentes y se repite en la lista de puntos negros que no tienen señalización ni vigilancia.

Las carreteras gaditanas registran un total de 58 zonas de acumulación de accidentes en las que se produjeron más de 200 siniestros con ocho muertos a lo largo de 2007. Sólo 12 de ellas están controladas por seis radares, que tienen una cobertura de hasta cinco kilómetros en ambos sentidos. Los otros seis se encuentran situados en zonas donde el peligro es menor, según un informe reciente de la Asociación Europea de Automovilistas (AEA).

Siete zonas conflictivas

Precisamente la N-340, que une Vejer y Algeciras, contabiliza hasta siete puntos negros, todos a partir del kilómetro 36 en ambos sentidos, justo donde termina la Autovía de la Luz (A-48). En esta curva, donde fallecieron los jóvenes algecireños, se han producido un gran número de siniestros, tal como indicaron vecinos de Vejer el mismo día del accidente. No obstante, los radares aparecen a partir del kilómetro 70.

Pero no sólo es el caso de la nacional que llega a Algeciras. Con las autovías se repite lo mismo. La A-7 acumula una decena de puntos negros desde San Roque hasta casi llegar a la provincia malagueña, tramo en el que no se localiza ni un solo radar. De hecho, el kilómetro 107,7 sirvió de lugar de los hechos a ocho accidentes con tres víctimas mortales durante 2007 y ya el año anterior llegó a registrar diez siniestros.

Ante estos datos, el presidente de la organización AEA-Automovilistas Europeos Asociados, Mario Arnaldo, consideró que este estudio, que se presentó este mismo mes de agosto, revela la «falta de previsión del Ministerio del Interior a la hora de ubicar los radares, sin tener en cuenta los puntos negros». Para Arnaldo esto es «inexplicable y esconde un cierto interés recaudador por parte de las administraciones».

«Vemos que hay puntos muy peligrosos y que son reiterativos, por lo que no entendemos bien el criterio de seguir manteniendo estas zonas sin vigilancia, cuando una de las señales a las que más atienden los conductores es a la que anuncia la presencia de un radar para evitar las multas», resaltó el portavoz de la AEA.

En el caso de las carreteras gaditanas el problema es doble cuando llega el verano. La masificación de los accesos a la costa y el aumento de la densidad del tráfico facilitan las colisiones frontales y repunta el número de siniestros.

Con todo, la organización de automovilistas denuncia que con el Plan de Radares de la Dirección General de Tráfico (desde 2005 hasta 2007), «se ha incrementado la recaudación por la partida de las multas de tráfico». Según publican en su web, las multas por exceso de velocidad, las que controlan los radares, suponen el 25% de la recaudación del total de las sanciones de tráfico.

Esta hipótesis se refuerza con el estudio de la compañía de seguros ARAG y el Instituto de Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS), según el cual el 62% de los automovilistas cree que los miembros del cuerpo de seguridad colocan los controles de velocidad en lugares donde es más fácil multar, en vez de hacerlo en donde más accidentes se producen. Sin embargo, los conductores consideran positiva la labor de los agentes.