La escocesa Shirley Manson, en la fotografía, y sus compañeros de Garbage vuelven a los escenarios. :: R. C.
Sociedad

«Si odiabas a Garbage, nos seguirás odiando»

Después de un descanso de siete años, Garbage vuelve a sus orígenes de rock electrónico con 'Not Your Kind of People' Shirley Manson Cantante

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Nunca dijeron que se separaban. Era un descanso temporal que ha acabado durando siete años, hasta la llegada, el 14 de mayo, de 'Not Your Kind of People', el nuevo álbum de Garbage. El grupo liderado por Shirley Manson fue uno de los más vendedores del rock electrónico durante los 90. Queda la duda de si a estas alturas seguirán teniendo ese poder de convocatoria. «Este disco es Garbage clásico. Si te gustaban Garbage, te gustará; si no nos conocías, igual te animas a hacerlo; y si nos odiabas, nos seguirás odiando», dice con todo su descaro Manson, una escocesa de 45 años que jura y se ríe como un marinero y siempre parece decir lo que piensa (algo no tan habitual cuando se trata de artistas en promoción). «A veces, me imagino que alguien al que no le gusta Garbage ve una foto mía en el periódico y piensa: 'Oh, dios, pensábamos que nos habíamos librado de ella», comenta entre carcajadas.

-El 14 de julio actúan en el festival Bilbao BBK Live. ¿Tiene ganas de subirse a un escenario?

-Tengo muchas ganas. También estoy un poco nerviosa. La analogía perfecta sería cuando te separas de alguien, tardas tiempo en conocer a otra persona y cuando vas a besarla tienes ese pensamiento horrible de «¿me acordaré de cómo se besa?». Porque por supuesto que sabes besar, pero pasas por ese instante horrible.

-Ha dicho que hasta hace poco se consideraba más una exhibicionista que una cantante. ¿Por qué?

-Casi toda la vida he sido muy cruel conmigo misma. Pero llegó un punto en el que vi que tenía cuarenta y pico años y ya no podía seguir castigándome. Pensé: «He tenido una carrera increíble, nadie me ha dado nada y lo merezco tanto como cualquier otra persona». Me ha costado aceptar que puede que no sea la mejor compositora del mundo, pero sé escribir; que puede que no sea la mujer más guapa del mundo, pero puedo follar... Creo que he aceptado lo que soy.

-En Garbage siempre existió cierta apelación a lo sexual, de manera enigmática. Ahora, sin embargo, el sexo está por todas partes en la música, es algo mucho más descarado. ¿Está de acuerdo?

-La música actual es abiertamente sexual. Hay muchas chicas jóvenes que están explorando su sexualidad en público. Trabajan tanto que no pueden hacerlo de manera privada. Por supuesto, siempre tienes que ser sexual, la sexualidad es un 50% de lo que somos, pero no creo que debas dejar que toda tu imagen se fundamente en la sexualidad y el caparazón físico. Porque es eso: un caparazón. Si piensan que eres guapa, ¿a quién coño le importa? ¿Eres una buena persona? ¿Eres inteligente y generosa? ¿Buena amiga? Suena a tópico, pero eso es lo que va hacer que tengas una vida que merezca la pena. Todo lo que está dentro de ese caparazón es tuyo, y todo lo que está por fuera puede ser blanco de las críticas.

-Pero a veces esa explotación de la sexualidad parece una maniobra de marketing.

-Sé que lo parece, y lo será en muchos casos, pero también creo que son mujeres que trabajan muchísimo, como bestias, y no tienen tiempo para su desarrollo personal. Lo que me ha gustado siempre de Madonna es que ella asociaba la sexualidad al intelecto, a sus ideas. Eso era poderoso. Era como: 'Ahí estás, y quieres follarme; y aquí estoy, y quiero retarte'. Pero ahora las chicas solo quieren ser sexys y populares. Y muchas ni escriben sus propias canciones, cada vez parece más algo turbio. Como si el chulo escribiera canciones en casa y mandara a la chica a cantarlas por el mundo: lo importante es que sea sexy y que venda. ¿A qué coste?

-En estos siete últimos años ha habido muchos cambios en la industria musical. En su caso, Garbage se autoedita, ya no está con una multinacional.

-Es una maravilla ser tu propio consejero delegado [se ríe]. Es un alivio. Mira, no somos estúpidos: si una multinacional funciona bien, no hay mejor forma de trabajar un disco, pero si el sello no está convencido, es horrible. Te chupa toda la energía. Nosotros firmamos hace unos años con una independiente y de repente nos vendieron a una multinacional. Y a nadie le gusta sentirse como un esclavo, vendido de un dueño a otro. De alguna manera, la industria musical es como una gran plantación.

-Pero un músico gana más que un esclavo.

-No siempre. Si vieras algunos contratos alucinarías con los porcentajes que algunos artistas se llevan.

-¿Qué ocurrió con su disco en solitario? Al parecer, no hubo acuerdo con su discográfica.

-Querían que hiciera pop. Y era como preguntar: «¿Habéis escuchado mis discos?» Fue una estupidez. Querían que saliera a la calle a vender mi cuerpo y yo me negué. «No soy vuestra prostituta, no me voy a vender barata para que ganéis dinero. Que os den», les dije.