Uno de los tantos que recibió en su barrio natal, el de Santa María. /LA VOZ
Sociedad

Muere Chano Lobato

El cantaor del barrio de Santa María falleció anoche en Sevilla a los 82 años de edad Su cuerpo fue trasladado al tanatorio de la SE-30, donde espera a ser enterrado hoy

| CÁDIZ Actualizado: Guardar
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La voz de Chano Lobato se apagó para siempre esta madrugada en Sevilla a los 82 años de edad. Al cierre de esta edición se desconocían las causas de la muerte del cantaor del barrio de Santa María, maestro de los cantes de Cádiz y primera figura de la escena flamenca nacional.

Juan Ramírez Sarabia (Cádiz, 1927), más conocido como Chano Lobato murió en la capital hispalense, ciudad a la que se trasladó hace años para estar más cerca de su hijo. Hasta hace pocos meses ni la edad, ni la diabetes, habían podido con su entrega y profesionalidad en los escenarios de medio planeta, que siguieron reclamando su presencia para inundar con su arte gaditano los festivales de mayor repercusión.

El primero de los «sustos» que vivió el cantaor fue en 2006. Entonces Chano Lobato empezó a encontrarse «mu malito» y apenas le dio tiempo de decir nada más. Sólo faltaban unos minutos para que llegase la Reina y él desde las ocho aclaraba la voz con unos cantecitos que le iba a ofrecer. De repente, un gran revuelo alertó del mal estado de Chano, que sufrió un coma hipoglucémico. De aquella experiencia quedará para el recuerdo que el cantaor tuvo que ser trasladado en el coche oficial de la alcaldesa.

Desde entonces, el estado de salud de uno de los últimos maestros de los cantes típicos de Cádiz, no dejó de empeorar, aunque el tesón del artista y el cariño de su público facilitaban sus continuas actuaciones allá por donde se le solicitaba. Tampoco cesó la lluvia de premios que reconocían la grandeza y saber artístico del gaditano.

Tras recibir uno de los últimos, el Premio Pastora Pavón, Niña de los Peines, el cantaor declaraba en una entrevista concedida a LA VOZ, que «seguía cantando porque la gente me quiere. Me subo ahí y me crezco», reconocía entre lágrimas. Meses después volvía a emocionar con su cante en el Festival de Nimes, dando muestras del enorme talento que lo había erigido como uno de los maestros del clasicismo flamenco cantando por soleás, por bulerías y alegrías, también por tangos, aunque su cante iba de la seguiriya a la malagueña, de las cantiñas a las soleares, de las tonás y los martinetes a la farruca y el garrotín o los cantes de ida y vuelta.

El pasado verano, la salud de Chano Lobato volvió a darle un revés. De nuevo un subida de azúcar y tensión -que le atacó al cerebro- le obligó a permanecer varios días ingresados la Unidad de Cuidados Intensivos en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Ya entonces se temió por su vida, pero de nuevo el cantaor salió adelante gracias a su empuje. «Si me quitaran de los escenarios me moriría», comentaba.

Finalmente, fue ayer, cercano a la madrugada cuando el del Barrio de Santa María -cuna de los cantes de Cádiz- dejaba de respirar. Tras certificar su muerte el cuerpo del cantaor fue trasladado al Tanatorio de la SE-30 de Sevilla, hasta donde fueron llegando familiares y amigos para despedir al genio flamenco. Chano Lobato será enterrado en Sevilla a lo largo de esta jornada, donde se le podrá rendir el penúltimo homenaje.