'MUERTITOS'. Uno de los dibujos de Abigail Lazkoz.
Sociedad

De marcha en Nueva York

Siete artistas españoles afincados en esa ciudad, entre ellos la vasca Abigail Lazkoz, muestran sus trabajos en la 'NY Motion 1.0' del Instituto Cervantes

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Los años del bullicio artístico en el Montmartre de París o en el Café Gijón madrileño quedan lejos. También el esplendor bohemio del Soho, en Manhattan, destino en los sesenta de artistas de todo el mundo, que encontraban en sus 'lofts' el hábitat natural para crear en soledad acompañada. Hace años que los artistas se vieron abocados a abandonar aquel barrio de origen industrial para emular al Nick Nolte pintor visceral de 'Historias de Nueva York' en latitudes menos cotizadas de la Gran Manzana.

Desperdigados físicamente, los artistas españoles en Nueva York agradecen las oportunidades que les brindan las instituciones, aunque esa tarea unificadora sea ardua. La 'NY Motion 1.0. Artistas españoles emergentes en Nueva York' que se celebra en la sede del Instituto Cervantes de la ciudad estadounidense, aglutina el trabajo de siete artistas españoles y se podrá visitar hasta el próximo 3 de enero. Un intento de cohesionar a unos creadores que funcionan más como átomos libres que como colectivo unido, como asegura Francisco M. Cano, comisario de la exposición. «Hay un grupo de artistas españoles en Nueva York, lo cual no significa que funcionen como grupo, promoción o generación. El trabajo de todos es absolutamente independiente y la diversidad de lenguajes lo confirma. No existe un arte español en Nueva York», sostiene Cano.

Una de las artistas seleccionadas por Cano para esta muestra es Abigail Lazkoz (Bilbao, 1972), que valora el esfuerzo realizado para buscar eso que se llama coherencia expositiva. «Creo que se ha conseguido construir una propuesta significativa de los artistas de origen español que viven en Nueva York», comenta. La artista presenta una serie de «muertitos», como dice ella, en sus nichos, en un total de doce dibujos sobre papel en blanco y negro, inspirados en las tumbas encastradas de los muros de algunas iglesias.

Lazkoz simultanea su presencia en Nueva York y Bilbao, con 'Tres dibujos' que se pueden ver hasta el 18 de noviembre en el Espacio Marzana de la capital vizcaína. Hace un año participó en 'Chacun à son goût', una muestra de arte vasco en el Guggenheim y su obra se ha colgado también en Múnich, Reims, Berlín, entre otras ciudades. Ahora lucha por conquistar su hueco en Manhattan.

Ayuda al desplazado

Las grandes ciudades atraen al artista, que se siente menos periférico al coronar una de esas capitales del arte, como sigue siendo Nueva York, aunque ya no ostente el título de referente cultural mundial. Gema Álava, Lluís Lleo, Ester Partegas, José Lerma, Teo González, Fernando Renes y la propia Abigail Lazkoz participan en la selección que se puede ver en el Cervantes. Todos quieren destacar en un contexto más competitivo y saturado que el nacional, pero en el que merece la pena intentarlo, por su condición de reto y por los estímulos artísticos que se reciben.

Gracias a la labor de centros como el Instituto Cervantes o el Consulado General de España -que edita una revista con las actividades más destacadas de la vida artística española- los creadores encuentran puntos de encuentro y ayudas para salir del estudio. El Cervantes, pues, programó 'NY Motion 1.0' en colaboración con el Museo del Barrio, epicentro del arte latinoamericano y caribeño, que fundó el artista deconstructivista neoyorquino Raphael Montañez Ortiz en 1969. Como indica el comisario Francisco M. Cano, las intenciones con las que se ideó esta exposición quedaron claras desde el principio: «Es un proyecto de, por, y para los artistas, para apoyar e impulsar a los artistas que se encuentran desplazados, en este caso en Nueva York». La selección priorizó la variedad de lenguajes y técnicas, para que los artistas representados mostraran diversidad formal, por lo que se incluyen fotografías, dibujos, pintura al fresco, instalación, videoanimación, pintura acrílica y un 'site-especific', que es un trabajo artístico creado teniendo el cuenta el lugar en que va a ser expuesto, y adaptado a las condiciones.

La vida del pintor, del fotógrafo, del escultor o del videocreador depende en buena parte de subvenciones que ayudan a emerger al artista y a evitar que se hunda en el titánico empeño de vivir de su propio talento.

Un apartamento tipo estudio en el Upper West, en Manhattan, se anuncia por 3.000 dólares de alquiler al mes, unos 2.200 euros. Con ese panorama, la supervivencia se hace más cuesta arriba en una ciudad que, según Lazkoz «no es perfecta ni fácil y estar allí es algo muy personal, con sus pros y contras a sopesar continuamente». A pesar de esos «contras» la artista dice sentirse feliz en una urbe que la «nutre» y en la que la gente es «muy carismática». Otra de las artistas presentes en la muestra del Cervantes, Gema Álava (Madrid, 1973) reconoce que para instalarse en Nueva York se requiere una dosis de energía extra. Ella tuvo que pasar primero por San Francisco para acumular la fuerza necesaria para «echarle el pulso». Una vez allí, la vida puede ser un frenesí, como reconoce Álava: «Si no limitas las cosas que quieres hacer, te puede entrar dolor de cabeza. Si no limitas la agenda, este ritmo puede acabar contigo».

La artista madrileña presenta en esta exposición 'Tell me a lie', una de sus composiciones plagadas de objetos pequeños que comienzan a despertar el interés del mercado artístico neoyorquino. Son decenas de camisetitas doradas que penden de finísimos hilos, formando un gran óvalo en la pared. «Creo que se puede llegar al máximo dándole un buen revés a lo mínimo», explica esta minuciosa creadora que emplea materiales tan diversos como el papel de viejas cartas escritas a principios del siglo XX y, sobre todo, hilo negro y alfileres.

Vencer a Peter Pan

La exposición, que permanecerá abierta en el Cervantes hasta el 3 de enero, se subtitula 'Artistas españoles emergentes en Nueva York', pero incluye a creadores en su mayoría nacidos en los primeros setenta, que rondan la cuarentena. Las estructuras de apoyo al arte alargan la juventud de los artistas y los abocan, en muchos casos, a un dilatado 'síndrome de Peter Pan' institucional, caracterizado por el rechazo a alcanzar la madurez y la independencia. Abigail Lazkoz habla de «sociedad gerontofóbica» y reconoce que la mayoría de las becas se dan en la juventud y que después puede llegar cierto 'horror vacui'. Con sentido del humor, ironiza con el término 'emerging artists'. «No sé si es que emergemos o que estamos en situación de emergencia», desdramatiza. Su colega Gema Álava se pregunta «de dónde se supone que emergemos» y recuerda que los siete artistas que participan en la 'NY Motion 1.0' han expuesto internacionalmente en museos y galerías y sus obras están presentes en colecciones públicas y privadas. Hay que emerger para luego, después, mantenerse y poder desarrollar una vocación.