VIGO

Un anciano con alzheimer toca la armónica en el balcón al creer que los aplausos a los sanitarios son para él

Se llama Hermann y da un recital diario, animado por su cuidadora, para que el confinamiento le sea más llevadero

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Hermann en el balcón de su casa EFE

ABC

La pandemia por el coronaviru s y el obligado confinamiento da pie a historias entrañables. Como la protagonizada por Hermann Schreiber, un octogenario alemán que se casó con una gallega, Teresa Domínguez en una ciudad de la selva negra. Ella era viuda con tres hijos. Cuando estos se percataron de que su madre estaba perdiendo la memoria decidieron que volviera a Galicia, a Vigo, para estar cerca de ella, informa Efe.

Ambos estan siendo cuidados por Tamara Sayar y obligados a un confinamiento que no tiene fin y es difícil de comprender para personas con su enfermedad. Por ello, como él es un experto en tocar la armónica, cada noche minutos antes delas 20 horas, cuando los vecinos salen a sus balcones a homenajear a los sanitarios en su lucha denonada contra el Covid-19, el da un recital con su intrumento. Los aplausos que escucha cree que son del público y que van dirigidos a él. Así se lo ha hecho creer Tamara, algo que hace extremamente feliz a Hermann . No falta a la cita ninguna noche: desde el pasado 15 de marzo. Su cuidadora le piropea: «Qué gran concierto el de hoy. les ha encantado porque sus palmas han sido más fuertes».

Hermman está algo mejor de la enfermedad que Teresa Domínguez, pero ya no recuerda el español ni ella el alemán que dominaban a la perfección. Sin embargo, lo que no ha olvidado es tocar su querido instrumento. Aprendió a los 5 años y nunca ha dejado de usar ese intrumento.

Él, antes del obligado confinamiento , tenía que ir a Alemania donde le están tratando del alzheimer, ya que pasaba temporadas allí. Iba y venía. El estado de alerta alteró sus planes, pero al final tras arudas gestiones han conseguido que recibir las medicinas.

Ahora ensaya a diario sin cesar . Tamara Sayar, que dedica la cuarentena a los «cuidados de su segundo de a bordo», como lo llama, ha tenido que dejar a su hija menor, al cuidado de su padre. «No sé si he creado un monstruo, porque ahora Hermann ensaya todo el día», cuenta emocionada a Efe, y no duda en confesar el enorme cariño que siente hacia el intérprete al que el estado de alarma no frena. «Es muy simpático, muy sensible y de emoción fácil», explica. Y los aplausos le hacen feliz.

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