El Papa celebra la Pasión de Cristo postrándose en la Basílica vaticana de San Pedro
El Papa celebra la Pasión de Cristo postrándose en la Basílica vaticana de San Pedro - AFP

Terroristas de Bruselas: «Perdónalos, porque no saben lo que hacen»

El capuchino Raniero Cantalamessa predicó ante el Papa Francisco los oficios del Viernes Santo

Corresponsal en El Vaticano Actualizado: Guardar
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En los oficios del Viernes Santo en la basílica de San Pedro, el Papa da siempre ejemplo de humildad. Ha escuchado en silencio las lecturas del Evangelio, se ha prostrado por tierra considerando la Pasión y la muerte de Jesús, y se ha mantenido callado, con gesto serio y concentrado, durante el resto de la ceremonia.

En lugar de hablar, Francisco ha escuchado la homilía del predicador de la Casa Pontificia, el capuchino Raniero Cantalamessa, de renovación carismática, quien este Viernes Santo ha obligado a todos los fieles a examinarse a fondo sobre su cercanía o lejanía a los sentimientos de Jesús.

Después de comentar que «una de las razones de la alienación del hombre moderno de la religión y la fe es la imagen distorsionada de Dios» basada en la tragedia griega, en la que «Dios interviene a través del castigo divino», Cantalamessa pasó a una consideración más difícil.

Tocando un punto doloroso, el predicador papal, afirmó que “El odio y la brutalidad de los ataques terroristas de esta semana en Bruselas nos ayudan a entender la fuerza divina contenida en las últimas palabras de Cristo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen».

Era una invitación a examinarse sobre la voluntad de perdonar, que convierte en hipócrita asistir a los oficios de la muerte de Jesús si uno no está dispuesto a imitarle también en el perdón.

Con enorme fuerza, Cantalamessa afirmó que «¡tenemos que desmitificar la venganza!», una plaga invasiva, «un mito que se expande y contagia a todo y a todos, comenzando por los niños. Gran parte de las historias en las pantallas y en los juegos electrónicos son historias de venganza, a veces presentadas como la victoria del héroe bueno». Hollywood se enriquece vendiendo lo mismo.

El predicador de la Casa Pontificia, afirmó que «el año de la misericordia es la oportunidad de oro para sacar a la luz la verdadera imagen del Dios bíblico, que no solo tiene misericordia, sino que es misericordia».

Citando a San Agustín, Cantalamessa explicó que «la "justicia de Dios" es aquella por la cual él nos hace justos mediante su gracia; exactamente como "la salvación del Señor" es aquella por la cual él nos salva». La palabra «justicia» deja de significar castigo y pasa a significar «santidad».

El predicador papal reconoció que «Lutero tuvo el mérito de traer a la luz esta verdad, después de que durante siglos, al menos en la predicación cristiana, se hubiese perdido el sentido».

A pocos meses del viaje del Papa a Lund, Suecia, el próximo 30 de octubre para reunirse con luteranos y evangélicos, Cantalamessa afirmo que «esto es, sobre todo, lo que la cristiandad le debe a la Reforma, la cual el próximo año cumple el quinto centenario. "Cuando descubrí esto", escribió más tarde el reformador, "sentí que renacía y me parecía que se me abrían de par en par las puertas del paraíso"».

No era la primera cita de Lutero en la basílica de San Pedro, pues el Papa Benedicto XVI, uno de los mayores expertos en sus escritos, le citaba de vez en cuando en homilías y encíclicas.

Al final, Cantalamessa citó sin nombrarle a Dostoievski para llegar a una conclusión novedosa: «Se ha dicho que "el mundo será salvado por la belleza", pero la belleza puede también llevar a la ruina. Hay una sola cosa que puede salvar realmente el mundo, ¡la misericordia!».

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