Alfonso Alfonso-Las Heras, ex jugador internacional de rugby
Alfonso Alfonso-Las Heras, ex jugador internacional de rugby - INÉS BAUCELLS
VOCACIONES TARDÍAS

Sacerdotes con currículum

Ejecutivos, ingenieros, deportistas de élite y hasta corresponsales de guerra. El 25% de los jóvenes que llegan al sacerdocio han dejado atrás una trayectoria profesional brillante

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  1. «Estaba acostumbrado a una vida muy distinta»

    José Pablo Oroz fue gerente de la consultora Soluziona y ahora lleva tres años en el seminario
    José Pablo Oroz fue gerente de la consultora Soluziona y ahora lleva tres años en el seminario - José Ramón Ladra

    Ejecutivos, ingenieros, deportistas de élite y hasta corresponsales de guerra. Estos son algunos de los nuevos perfiles sacerdotales. Profesionales con una carrera brillante que un día decidieron dejar atrás puestos de dirección, buenos sueldos o una vida acomodada para seguir su verdadera vocación: el ministerio sacerdotal.

    De un tiempo a esta parte, las vocaciones adultas han dejado de ser un caso excepcional en los seminarios y ya constituyen el 25% de todos los aspirantes al sacerdocio. «El número de aspirantes con una vida hecha, es decir, mayores de 30 o 35 años- van en aumento. Hace dos décadas cuando yo entré en el seminario suponían el 10%, hoy en el Seminario Conciliar de Madrid son el 25%», explica su rector, Jesús Vidal.

    Ese es el caso de José Pablo Oroz. Tiene 48 años, es licenciado en Administración de Empresas y lleva tres en el seminario diocesano de Madrid. «No tengo ninguna duda de que el Señor me llama al sacerdocio porque es la única explicación para que yo pueda vivir en el seminario por las renuncias que significa para mí. Estaba acostumbrado a una independencia económica y una vida muy distinta», asegura. José fue gerente de Compra, División y Logística de Soluziona, una consultora que fue comprada por Indra en 2007. Todo le iba bien, aunque reconoce que «siempre había tenido un anhelo espiritual» de encontrarse «con el Señor».

    A los 40 años la ruptura con su novia le planteó muchos interrogantes sobre el sentido de la vida y decidió hacer un máster en Humanismo y Trascendencia en la Universidad de Comillas. Pero el detonante para decidir dar un vuelco definitivo a su vida vendría meses después en una Nochevieja en el Monasterio de Leire. «Empecé a darme cuenta de que el Señor me llamaba al sacerdocio y me dí cuenta de que en mi infancia había habido signos de esa vocación». Desde entonces se forma en el seminario diocesano de Madrid a la espera de poder ordenarse sacerdote.

  2. «Como directivo sentía que me faltaba algo»

    Alberto Núñez fue director de estrategia corporativa de Gas Natural
    Alberto Núñez fue director de estrategia corporativa de Gas Natural - Maya Balanya

    Alberto Núñez pasó por la Universidad de Comillas como uno de los miles de estudiantes que se forman cada año en este centro de la Compañía de Jesús. Nunca imaginó que allí le aguardaba su verdadera vocación. Tras cursar una doble licenciatura en Derecho y Ciencias Empresariales y un doctorado en Ingeniería Industrial recaló en el mundo de los negocios. Trabajó como analista bursátil para varios bancos antes de ser nombrado director de estrategia corporativa de Gas Natural . Como ejecutivo en una de las diez compañías más importantes del IBEX sus ingresos llegaron a alcanzar los 150.000 euros anuales. «El coste personal era muy grande y sentía que había algo que me faltaba y que no me terminaba de llenar del todo. Seguía teniendo muchas inquietudes y en el mundo profesional prima mucho el corto plazo», comenta este sacerdote.

    A los 41 años decidió dejar su despacho con secretaria y los constantes viajes de trabajo alrededor del mundo por la Compañía de Jesús. «Fue todo un proceso de recuperación de la fe». La pérdida de su único hermano como consecuencia de un cáncer fue también un importante aldabonazo en su camino hacia el ministerio sacerdotal. «Sentí la presencia de Dios y una llamada muy clara a cambiar de vida, a empezar a vivir más centrado en Dios», comenta Alberto.

    Desde entonces sus armarios han dejado de estar repletos de trajes y por su despacho pasan ahora otros desvelos. «Ahora mi reto es ayudar a la misión educativa de la Universidad y acompañar a los profesores y alumnos», apunta este sacerdote que apenas se está estrenando en su ministerio, ya que lleva mes y medio de ordenado.

  3. «El rugby se me daba muy bien»

    Alfonso Alfonso-Las Heras fue durante cinco años jugador de la selección española de rugby
    Alfonso Alfonso-Las Heras fue durante cinco años jugador de la selección española de rugby - Inés Baucells

    Alfonso Alfonso-Las Heras era un buen estudiante de Ingeniería Química pero en lo que más destacaba era en el deporte. A los 14 años ingresó en el Club de Rugby El Salvador, un equipo de la ciudad de Valladolid, fundado en 1960 por el profesor y sacerdote católico francés Georges Bernés. «Se me daba muy bien», asegura este joven sacerdote de 35 años, que no se arrepiente de haber cambiado la camiseta de la selección española de rugby por la casulla.

    «En mi vida como sacerdote el rugby me ha aportado una serie de valores, como el sacrificio, la paciencia, la constancia o la capacidad de esfuerzo. Siempre he creído que Jesús se había encarnado en este deporte que había mamado de pequeño», explica Alfonso, que entró en el noviciado de la Compañía de Jesús con 23 años, después de haber sido «un internacional con la selección» durante cinco años.

    Ahora lleva tres como sacerdote y reparte sus jornadas entre la Fund­ació Migra Studium, que acoge y ayuda a inmigrantes y refugiados en Hospitalet de Llobregat y la parroquia de Nuestra Señora de Bellvitge. Pero el deporte sigue siendo una de sus pasiones. «El rugby me ayuda de diferentes maneras. Lo uso como herramienta pastoral porque el deporte abre muchas puertas y es una buena manera de acercarte a los chavales». Una vez a la semana, Alfonso entrena a un «equipillo» de jóvenes en el campo de rugby frente al hospital de Bellvitge. «Más que los estudios o la experiencia de vida con la que puedas llegar al sacerdocio, lo que te acaba acercando a las personas o lo que termina siendo 'más vehículo de Dios', es tu propia fragilidad o debilidad».

  4. «He pasado de los palacios más lujosos a los lugares más duros»

    Cristóbal Jiménez Ariza trabajó como periodista en el programa «Hoy por hoy» de la cadena Ser
    Cristóbal Jiménez Ariza trabajó como periodista en el programa «Hoy por hoy» de la cadena Ser - ABC

    Ser testigo de primera mano del sufrimiento y la violencia que hay en el mundo llevó a Cristóbal Jiménez Ariza a abandonar su trabajo como corresponsal de guerra en la cadena Ser para convertirse en sacerdote. «He estado en Kosovo, Mozambique, en los conflictos de Israel. También fui corresponsal diplomático y seguí a los reyes en muchos viajes. He pasado de los palacios más lujosos a los lugares más duros», recuerda este ex periodista que llegó a ser miembro del equipo del programa «Hoy por hoy» de Iñaki Gabilondo.

    «Tocar esas realidades te hace ver de una manera cercana el sufrimiento que padecen muchas personas. A ser sensible de lo dura que puede ser la vida para mucha gente», asegura Cristóbal que a los 31 años se despidió de sus compañeros de profesión para irse al noviciado de la Compañía de Jesús. «Estas decisiones son fruto de un proceso donde uno se va cuestionando qué quiere hacer de su vida. En los distintos viajes que hice por trabajo los misioneros fueron los que más me interpelaron porque en medio de las peores catástrofes mantenían intacta su fe», apunta.

    En 2008, Cristóbal se ordenó sacerdote y desde entonces enseña Lengua y Literatura y Religión a alumnos de 2º de Bachillerato en el colegio San Ignacio en Pamplona. Además es miembro del equipo de prenoviciado y animador vocacional. «Estoy agradecidísimo. Nunca pensé que iba a terminar dando clases. Mi vocación sacerdotal después de la vida es el regalo más grande que me ha dado Dios».

  5. «Soy el más veterano del seminario»

    José Ignacio Sánchez es ingeniero y trabaja como funcionario en el Miniterio de Industria
    José Ignacio Sánchez es ingeniero y trabaja como funcionario en el Miniterio de Industria - José Ramón Ladra

    José Ignacio Sánchez se sonríe cuando sus compañeros le recuerdan que es «el aspirante más veterano del seminario». A sus 57 años, este ingeniero industrial con una plaza en el Ministerio de Industria llega a su vocación sacerdotal con los deberes hechos. Una licenciatura en Filosofía y otra en Teología le permiten por ahora seguir trabajando como funcionario por las mañanas. Durante ese tiempo, sus compañeros de seminario realizan su formación académica en la Universidad Eclesiástica San Dámaso que él ya tiene.

    José Ignacio encontró su vocación precisamente a través de los libros. Especialmente en uno que le regaló su madre: «¿Qué es la filosofía?» de Ortega y Gasset. «Yo me consideraba un positivista y pensaba que la filosofía servía para pasar el tiempo, no para conocer la verdad. Pero con ese libro me aficioné a la Filosofía», comenta este futuro sacerdote, que meses después de aquella inesperada lectura estaba inscrito en la Licenciatura en Filosofía.

    «Cada vez el tema de Dios me parecía más importante y cuando terminé Filosofía sentí el deber de seguir profundizando». Y así fue como también se licenció en Teología. «La Teología se convirtió para mí en un lugar inigualable de experiencia de Dios. Fue como sumergirse en la belleza y la bondad de Dios». Lo siguiente fue un devenir de aquella primera experiencia y ahora espera poder ordenarse pronto de sacerdote.

  6. «Ahora realmente soy yo»

    Daniel Navarro trabajó como ingeniero en Telecomunicaciones en T-mobile en Londres
    Daniel Navarro trabajó como ingeniero en Telecomunicaciones en T-mobile en Londres - Isabel Permuy

    Antes de llegar al sacerdocio, Daniel Navarro se encargaba de instalar redes de telefonía móvil por medio mundo. Estudió Ingeniería en Telecomunicaciones en la Universidad Pública de Navarra y en pocos años de carrera profesional llegó a trabajar para T-mobile, la filial de móviles de Deutsche Telekom en Londres.

    Con apenas 28 años, cobraba entre 5.000 y 6.000 euros al mes. «No echo de menos nada de eso. En las empresas muchas veces las personas no son más que un número o un resultado. Ahora realmente soy yo. Antes estaba muerto», asegura Daniel, quien reconoce que su experiencia profesional fuera de España le ha ayudado a «estar abierto a la gente, a saber escuchar y comprender a las personas».

    Desde hace dos años y medio, Daniel lleva la parroquia Virgen de la Fuensanta en Usera. «Estoy contentísimo. En la entrega de la vida sacerdotal he conseguido desarrollarme plenamente como persona», señala este joven sacerdote, que encontró la vocación tocando la guitarra en la misa de las hermanas María Inmaculada en Londres. Allí conoció a la hermana Auxiliadora, que entonces tenía 82 años. «Ya te vale de decirme que no», le dijo un día. Poco tiempo después escribía al seminario de Madrid para que le admitieran. «Dejé todo porque me encontré con Alguien que estaba vivo y no me arrepiento».

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