Montse Alonso en casa de las Misioneras de la Caridad en Premdan (Calcuta). La voluntaria española Montse Alonso, ante un Belén junto a una de las enfermas que atienden las Misioneras de la Caridad de Calcuta en la Casa de Premdan
Montse Alonso en casa de las Misioneras de la Caridad en Premdan (Calcuta). La voluntaria española Montse Alonso, ante un Belén junto a una de las enfermas que atienden las Misioneras de la Caridad de Calcuta en la Casa de Premdan - ABC

La pobreza, camino de santidad

Montse Alonso, una voluntaria española que viaja a Calcuta desde 1994 para ayudar en las casas de acogida de las Misioneras de la Caridad, trató con frecuencia a la Madre Teresa, cuyo ejemplo inspira su vida

Calcuta Actualizado: Guardar
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El 16 de agosto de 1948, justo la misma noche que la Madre Teresa dejaba su orden de las Hermanas de Loreto para empezar una nueva vida consagrada a los pobres de Calcuta, en un pequeño pueblo de Soria llamado Berlanga del Duero nacía Montse Alonso. Una coincidencia que, fruto de la casualidad o quizás del destino, uniría décadas después a esta administrativa prejubilada del Hospital Gregorio Marañón de Madrid con la misionera radicada en la India, que hoy es canonizada en el Vaticano por el Papa Francisco.

Fue en 1994, cuando Montse viajó por primera vez a Calcuta y conoció a la Madre Teresa. «No lo hice por motivos religiosos, sino para limpiar mi conciencia porque llevaba muchos años viajando por todo el mundo y viendo pobreza y quería hacer algo», explica a ABC Montse, quien desde entonces no ha dejado de venir a la India.

Primero en sus vacaciones y, al prejubilarse en 2008, cada vez más tiempo, hasta pasarse actualmente entre cuatro y seis meses al año para colaborar con las Misioneras de la Caridad, la orden fundada por la Madre Teresa.

«Nuestro trabajo como voluntarios consiste en ayudar un poquito en la inmensa labor de las hermanas. En realidad, a veces hasta les estorbamos», reconoce con una humildad aprendida de la Madre Teresa, a quien trató con frecuencia y cuyo funeral y beatificación vivió en Calcuta. «No puedo definirla con palabras, pero recuerdo su mirada de amor y comprensión, sus ojos de ternura hacia todo el mundo y su chispa, pues tenía mucho sentido del humor», relata Montse.

Casa de acogida de las Misioneras de la Caridad en Premdan (Calcuta). Las monjas de la Madre Teresa curan a una anciana abandonada en la casa de acogida de Premdan
Casa de acogida de las Misioneras de la Caridad en Premdan (Calcuta). Las monjas de la Madre Teresa curan a una anciana abandonada en la casa de acogida de Premdan - PABLO M. DÍEZ

Anécdotas para contar tiene bastantes, como cuando San Juan Pablo II llamó un día para hablar con la Madre Teresa y las monjas le contaron alarmadas que el médico le había recomendado reposo porque sufría un principio de embolia, pero ella seguía trabajando como siempre. En cuanto la religiosa cogió el teléfono, el Papa le ordenó que se acostara y colgó sin decirle nada más, como si ese hubiese sido el motivo real de su llamada. Por supuesto, la Madre Teresa le obedeció de inmediato.

Pero, más que sus vivencias con la misionera, como cuando le traía de España donaciones que debía firmar, Montse destaca «su generosidad, ya que ni en mil años le podremos agradecer, ni comprender, lo que hizo por los pobres». Un ejemplo que la ha inspirado a ella a ayudar en casas de acogida como la de Premdan, donde las Misioneras de la Caridad atienden a medio millar de personas que habían sido abandonadas en la calle, en su mayoría disminuidos físicos y psíquicos.

«Yo no vengo aquí a dar nada, sino a devolver todo lo que me han dado estos pobres, que son mi segunda familia y me han ayudado con su humildad a crecer como ser humano y espiritualmente, ya que la India ha nacido en mí», asegura Montse.

Su vida cambió cuando, al regresar a España tras su primer viaje, «me di cuenta de lo afortunada que era por tener una familia y todas las comodidades, ya que aquí hay gente a la que nunca le han dado un beso o un abrazo». Y, como concluye con toda lucidez, «cualquiera de ellos podría ser yo o tú. ¿Qué hemos hecho nosotros para no ser ellos?».

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